Call

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Conway tenía erotofonofilia.

Un fetiche que lo hacía capaz de excitarse a distancia y con el canal de un artefacto tecnológico que lo ayudaba a comunicarse con los demás.

Jamás creyó estar en la posición en la que estaba, y mucho menos estar frente a la pantalla de su celular admirando la fotografía de su pareja vistiendo un conjunto peculiar: una falda azul, un top blanco y unas medias de red.

Suspiró cuando Gustabo mandó otra foto pero ahora era de su miembro siendo cubierto por una tanga de encaje que hacía una linda combinación con su cuerpo delgado y piel blanca. Conway se removió y miró a la puerta de su oficina; no podía comenzar a masturbarse en ese lugar por miedo a que alguien sea capaz de entrar y de arruinarle su momento.

Pero su novio tenía un plan y quería llevarlo a cabo, la idea de su pareja masturbándose en el trabajo por su culpa lo llevaban a una excitación que ni él creyó en su existencia, y por eso, mandó otra foto donde estaba parado frente al espejo dejando a la vista su linda y esbelta figura; aquella que tenía cubierta las piernas con medias de red y una prenda que dejaba a la vista parte de su abdomen semi marcado.

Conway se removió en la silla cuando la siguente fotografía dejaba ver su trasero ligeramente, la curvatura inicial de sus nalgas asomaba y el rubio era tan inteligente que sabía que si subía más su falda, Conway sería incapaz de soportarlo.

"Conway, ven a casa a tocarme"

Decía el primer mensaje después de enviar aquellas fotos, imaginar a Gustabo con esa ropa y abierto para él le había causado ya una prolongada erección que se marcaba muy bien bajo sus pantalones. Un audio fue enviado y su mente tuvo un dilema sobre si era bueno escucharlo o no, pero no podía resistirse a oir la voz de aquella figura suculenta que estaba dispuesto a arruinarle el día.

—"Conway... Mmmh" —la voz del contrario se escuchaba quedita y los gemidos que salían de su boca fueron los causantes de que la mano del pelinegro se dirija a su miembro para hacerle presión sobre la tela. Podía escuchar cómo Gustabo se estaba masturbando en aquel audio y cerró los ojos para imaginar que era él quien lo tocaba.

No dudó más y llamó a Gustabo para escucharlo directamente, el rubio aceptó la llamada y entre gemidos, llamó de nuevo a Conway por su nombre.

—Gustabin, te estás portando muy mal —dijo a la par que pasaba toda su mano sobre la tela que cubría su pene. Su voz era más ronca y Gustabo lanzó un gemido parecido a un maullido. —¿Sabes lo que pasa cuando te portas así conmigo?

Puso el celular en altavoz y rápidamente lo dejó sobre el escritorio para desabrochar sus pantalones. Gustabo asintió desde el otro lado y volvió a gemir cuando hizo presión en su propio glande.

Estaba frente al espejo y su propia imagen le excitaba al imaginar tener a Conway junto a él hablándole. Quería escucharlo gemir y gruñir; su parte favorita era cuando su voz se hacía mucho más demandante.

—¿Va a castigarme? —Paró de masturbarse cuando Conway dijo que sí. —No, por favor, tóqueme más...

Sus propias manos acariciaron sus muslos cubiertos por las medias y subieron hasta llegar bajo su falda, se quitó el top blanco y tocó sus pezones de la misma manera que Conway lo hacía cuando lo tenía al lado.

Conway metió la mano en sus pantalones y sacó su pene para pasarla lentamente sobre toda la extensión. Mordió sus labios y sonrió de lado al saber que Gustabo estaba a punto de llorar de placer gracias a él. Y a pesar de estar a distancia, el hecho de poder excitarlo de esa manera le hacía sentir ególatra.

—Tócate, Gustabo... —Apretó la punta de su miembro y arqueando ligeramente su espalda, siguió: —Soy yo el que tiene mis manos sobre ti, toca tus pezones y luego baja a tu pene y apriétalo como yo lo hago, no pares de gemir, hazlo más fuerte para que yo pueda escucharte.

El menor hizo todo lo que Conway le decía, abrazó su miembro y lanzó gemidos incapaces de callar. Dobló sus piernas cuando su cerebro logró centrar esa imaginación y hacerle sentir las manos gruesas de Conway sobre él.

—Lo quiero dentro de mí, por favor... —El rubio recordó cómo Conway lamia sus dedos para iniciar la penetración. Él solito llevó dos de ellos a su entrada y la rozó esperando que Conway le dé la orden de hacerlo.

—Sigue tocándote Gustabo, quiero escuchar cómo lames tus dedos y escucharte gritar cuando los metas en ti —su mano bajó de intensidad y volvió a morder sus labios cuando el menor largó sonidos húmedos contra el micrófono de su celular. Un agudo gemido se escuchó y Conway confirmó que él menor le había obedecido, sonrió y acercó su cabeza al celular para susurrarle. —Imagina que te tomo de las caderas enrollando la falda sobre tu espalda baja, mis dedos entran en ti una y otra vez. Sigo tocando tu pene mientras te penetro cada vez más lento...

Gustabo lloriqueó cuando su pene se tensó al escuchar a Conway susurrar esas obscenidades. Siguió masturbándose y haciendo lo que Conway le decía, pero quería mucho más, quería poder sentirlo mucho más.

—Más rápido, fóllame más rápido —Suplicó metiéndose el tercer dedo y aumentando de intensidad esperando llenarse mucho más. Conway rio bajito y se masturbó cuando Gustabo dejó salir muchos más jadeos y gemidos hermosos. Lo tenía hecho mierda y ya estaba rogándole destrozarlo a distancia. —Mmmh... Conway, métame su pene y siga susurrando mi nombre, quiero sentirlo dentro de mí...

—Vamos, bebé, sigue imaginando que estoy yo dentro —el pelinegro se masturbó con la imagen de estar entre las cálidas paredes de Gustabo; imaginar poder tirar de la falta y sostenerlo del abdomen para poder empotrarlo más fuerte una y otra vez.

Deseó poder marcar la piel blanca y morder de ella hasta hacerla morada. Quiso lamer el pene entre encajes y delinear la entrada que ahora estaba siendo atendida por otros dedos que no eran suyos. Sentía celosos por las mano que podía tocar a su Gustabo en ese momento.

Movió sus caderas y cerró los ojos cuando Gustabo volvió a gemir su nombre, pero está vez mucho más agudo y alto, ambos estaban en el punto culminante del acto y en cualquier momento, iban a terminar.

—Me voy a... —Gustabo intentó formular una oración, pero el semen que salió de su pene lo hizo tensarse al instante. Su espalda se arqueó y una imagen digna de enmarcar se pegó en el espejo. La falda y las medias se ensuciaron de su propia esencia y sus mejillas se sonrojaron fuertemente cuando cayó en cuenta que había simulado tener sexo con su pareja vía llamada.

Conway aprovechó aquel momento para correrse con un fuerte gruñido, Gustabo mordió sus labios y sonrió al saber que el otro también se había corrido gracias a él. Tomó su celular y cortó la llamada para poder tomarle una foto al desastre que tenía.

Conway chasqueó la lengua cuando no escuchó más la respiración contraria y sonrió al ver aquella imagen en su celular.

Gustabo era todo un caos y estaba dispuesto a soportar cada maldito desastre que causaba.

SINNERS || INTENABO +18Where stories live. Discover now