Prayers

5.5K 274 113
                                    

Antes que nada, este capítulo está inspirando en mi último fanfic intenabo llamado SAINTS. Por lo tanto, dejaré las mismas advertencias para que lo leas según tu criterio y seguridad.

⚠️ Contendrá blasfemias y profanaciones, este escrito no es creado con el fin de insultar a ninguna religión, es ficción y se adhiere a una mentalidad fija en él. Si eres una persona susceptible a estos temas, evita leerlo.



































—Es de mala educación sentarse sobre el altar, Gustabo.

El sacerdote lo miraba debajo del presbiterio mientras limpiaba la fuente bautismal. Aquel día había llevado a cabo varios bautizos desde la mañana, su cuello dolía y poco a poco su cabeza comenzaba a hacerlo, y aquel joven que lo admiraba desde arriba con una sonrisa picara, no lo ayudaba mucho a relajarse, sólo aumentaba sus nervios al ver cómo tiraba del tirante de su overol color azul oscuro junto con sus piernas que las movía en el aire dejando a la vista sus lindos zapatos negros de charol.

—¿Sí? —Sonrió burlesco. —No lo sabía, perdóneme, Conway.

Aquella disculpa sonó tan cínica que el eclesiástico no necesitó voltear y saber que claramente seguía sobre el altar pasando su delicada mano sobre el mármol.

Era de noche, las luces de las velas poco servían para alumbrar correctamente la iglesia. Jack intentaba aligerar su cometido antes de que una migraña lo invada, y al terminar, caminó hacia el altar para continuar con el cáliz que aún tenía restos de vino tinto sagrado.

Fue grande su sorpresa cuando el más joven se acercó a él ligeramente, sus labios se abrieron ante la mirada del Jesucristo crucificado y el sacerdote se tensó acercando automáticamente su cabeza hacia el rubio de mirada intensa.

—Baja, por favor.

—Bájeme usted —contestó Gustabo subiendo una mano al hombro del eclesiástico. Su aliento chocó contra la oreja contraria y rio quedito. El cáliz en las manos de Jack fue apretado junto a los músculos de sus hombros al sentir un agarre ajeno. Ambos sabían cómo terminaría aquel encuentro ante las miradas de los santos. —Se ve molesto, ¿hice algo mal?

Jack lo miró a los ojos, aquel rostro era tan cínico como su andar por la iglesia y sus palabras de respeto y devoción al Señor. Aquello labios eran igual al vino que esa noche no sería limpiado del acero del cáliz, y las piernas que rápidamente lo apresaron eran iguales que su propia cárcel, ¿ese era el diablo en forma de ángel? Gustabo era bello, no entendía porqué besarlo era un pecado, su propia cordura se vio perjudicada cuando él mismo juntó sus bocas en un beso tan prohibido como su título eucarístico. Soltó el cáliz y se dedicó a probar el mal.

El joven era alguien experto comparado con un cura que apenas conocía el pecado de la lujuria, y a Gustabo le encantó la manera en la que sus labios eran mojados y mordidos torpemente. Podía sentir la saliva escurrir y eso le invitó a dejar abierta su boca para que sea profanada de la misma manera que aquel altar lo estaba siendo.

Ambos conocían sus acciones y ninguno se detuvo, mucho menos el pelinegro que subió sus manos para tocar el cuerpo que tenía enfrente; ese que lo llamaba al fuego del infierno, porque eso era, era un pecador capaz de quemarse con tal de fornicar ese cuerpo que se pegaba a él. En aquel momento, odiaba su sotana, odiaba la ropa que tenía encima porque estorbaba, quería tocarse; quería tocar a su pupilo que ahora besaba la piel libre de su quijada e inicio de su cuello.

Ninguno dijo nada cuando se separaron y el sacerdote comenzó a sacarse su sagrada vestimenta, tampoco cuando el joven rubio bajó los tirantes y su cuerpo del altar para comenzar a desnudarse frente a los testigos que lo juzgarían el día de su muerte. Conway quedó en pantalones y con una camisa blanca que le sofocaba.

SINNERS || INTENABO +18Onde histórias criam vida. Descubra agora