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Omegaverse





























Conway era un alfa; era un alfa que la mayoría del tiempo era cuidado por un omega.

El término »cuidado« no se refería a la protección física, pues al Gustabo ser un omega, conocía muy bien su posición en aquellos eslabones de fuerza. El omega conocía muy bien a aquel hombre que lo miraba todos los días desde su escritorio, que lo llevaba a casa y que le enseñaba todo lo necesario para salir adelante. Y a cambio de eso, Gustabo le devolvía ese favor escuchando todo lo que el alfa tenía que decir, sanaba sus cicatrices y se mantenía de pie como soporte emocional que ayudaba a Jack a seguir viviendo día tras día.

Ambos se necesitaban, la amistad cruda que poseían era nada más y nada menos que un hilo muy fino que podría romperse en cualquier momento por su diferencia de estatus, muchos decían que la amistad entre omegas y alfas jamás traía beneficio alguno más que el del fornicio. Pero Jack desmentía aquello cuando hablaba con Gustabo de la manera que jamás pudo hablarle a nadie más, tal vez había una conexión entre ellos o era simplemente la necesidad de compañía que ambos anhelaban.

Gustabo era todo oídos y Jack era una radio que hablaba y hablaba, que se abría ante él contándole los más lejanos recuerdos y experiencias, tanto buenas como malas. Se conocían de pies a cabeza, algo que para el alfa era imposible para otros ojos que no sean los de Gustabo. »Tal vez sí era una conexión«.

Regresaban juntos a casa, cada una tan cerca de la otra que podían caminar unos cuantos metros si querían verse, Jack siempre lo hacía subirse a su carro y desplazarse más de lo debido para disfrutar el agradable aroma que el omega desprendía cuando hablaba con él, o el dulce y bajo ronroneo que hacía cuando sentía las feromonas del más alto, nada más.

Había confianza, Gustabo creía que era necesario cuando Jack era su jefe. Ambos disfrutaban del otro, pero eran incapaces de decir más allá de lo que pensaban. Y por eso, Gustabo se quedó mirándolo fijamente en medio de su oficina cuando Jack sudaba e intentaba aflojarse la corbata.

—Jack...

—Lo siento, no creí que llegara tan pronto —Gustabo se mantuvo estático y con el rostro inescrutable. —Debí tenerlo en cuenta antes de venir al trabajo.

—Te llevaré a casa.

El olor era más fuerte, cigarrillos y café. Gustabo caminó fuera de la oficina con Jack detrás de él. El alfa se mordía los labios cuando Gustabo volvía la mirada hacia él en busca de cualquier problema o necesidad de su jefe. Jack estaba en celo, un alfa estaba en celo y un omega se hacía cargo de él, tan disfuncional y poco creíble.

Una vez en el automóvil, Conway apretó los puños sobre la tela de su pantalón negro de vestir. Quemaba, dolía y sofocaba. Gustabo mordió los labios y condujo camino a casa. El viaje fue muy corto para el omega y muy largo para el alfa que se restregaba en el asiento del copiloto. Gustabo lo miraba de reojo con lástima, al fin y al cabo era su amigo.

Llegaron al edificio donde Jack vivía, tan lujoso y caro, Gustabo lo comparaba con su casa a pocos metros de ahí, tan simple y acorde a él y ese edificio tan grande y acorde a Jack. Subieron al departamento, Gustabo se encargaría de él por el resto del día o lo que pueda soportar, siempre y cuando Conway se lo permita. El pelinegro lo había protegido tantas veces que hacer aquello era lo mínimo que podía devolverle.

—Tal vez darte una ducha ayude, no conozco muy bien como funciona el celo en ustedes...

Jack cerró la puerta detrás de él, su mente estaba tan cegada por la necesidad que no se dio cuenta de que Gustabo estaba a pocos centímetros de él. Fue rápido el choque, muy imprevisto y expontaneo para el alfa que se retorció cuando sus fosas nasales se abrieron y absorbieron la calidez y olor del omega con mofletes rosados. Quería tocarlo, ¡cuánto tiempo había querido eso!

SINNERS || INTENABO +18Where stories live. Discover now