Beg me

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Algo narrado en primera persona desde la perspectiva de Gustabo para tener variedad, espero que les guste.




Desde aquella parte de la cocina, lograba tener visión de una amplia escena; desde la copa de whisky que Conway tomaba con su mano hasta el mirar de cómo se removía en ese maldito sillón que tanto quería conservar. La tenue luz delineaba cada una de sus facciones, la televisión emitía más rayos que chocaban y destellaban en él, haciendo que las curvas de sus músculos se dibujen a la par que su diestra se removió hasta rozar su entrepierna.

Me quedé mirándolo, su mano y antebrazo acariciaban su miembro bajo la tela de su pantalón de vestir, tomó otro trago de licor e hizo más presión. Sonreí al escuchar un gemido grave de su boca, me parecía increíble saber que se iba a masturbar en medio del salón.

Caminé hacia él, era casi sofocante el olor a tabaco que había en la zona y combinado con el alcohol dejaba una fragancia típica de él. Su mano seguía acariciándose con intención de adentrarse por debajo de la tela, sus jadeos se escuchaban a metros y el bulto en sus pantalones se hacía cada vez más prominente.

—Maldición —dijo dándole un trago más a su copa. El sonido metálico de su reloj al moverse hizo un dulce dueto con los hielos que se estrellaron entre sí junto con el vidrio de su más fina copa.

—Joder... —Estaba a unos metros y todavía no captaba mi presencia, pero las punzadas en mi miembro comenzaron justo después de escuchar esa gruesa voz maldecir.

Bastaron unos pasos más para tenerlo de frente, desde arriba veía cómo su mano ya estaba dentro de su ropa. Me incliné y las mías se posaron en sus hombros para después descender por su pecho y subir de nuevo, Conway se tensó y dejó de tocarse para alzar la mirada. Me acerqué a su oreja para apresarla con mis labios y susurrarle:

—Tócate más, vamos —dije entre dientes. Mis labios buscaron la piel de su cuello para lamerla, Conway gimió y se levantó de golpe de sillón. Aún con una erección y el sudor cayendo por su frente, se acomodó la corbata y se ajustó los pantalones. Su mandíbula estaba tensa y sus ojos gritaban seriedad, fue casi al instante el no poder respirar cuando su voz se hizo presente en la sala.

—Lárgate al cuarto —se inclinó y tomó su vaso de whisky para rellenarlo. Ni siquiera me miró, lanzó esa orden como si de cualquier oración se tratase. Pero sabía lo que se venía, la maldita voz casi briaga y sus músculos tensos ceñidos a su ropa dejaban en claro la excitación que tenía. —Más te vale estar ahí cuando yo llegue.

Obedecí, he de decir que tenía miedo, juraría casi terror, pero estaba más excitado que cualquier vez que estuvimos a punto de coger. No sé si fue la maldita botella de alcohol que bebimos o la nicotina por el aire, pero aquella noche obedecí cada jodida palabra que salían de sus varoniles y gruesos labios.

Recuerdo también estar apoyado en su escritorio cuando llegó, tenía su licor y un cigarrillo en sus labios. Su vestimenta no tenía ni una arruga, la pistolera seguía ahí y su erección también. Sonreí con malicia y mordí mis labios cuando me miró desde la puerta, su andar hacia mí reflejaba poder y deseo mientras que su mirada gritaba estar llena de lujuria y salvajismo, porque eso era lo que él era, un maldito animal a punto de comerse a su presa.

Era obvio que amaba dar órdenes y que el contrario las obedezca, era más que claro que a eso quería jugar, al ser el puto jefe. Llegó hasta mí, su cuerpo estaba tan cerca del mío que pude sentir el olor amargo de su boca salir cuando habló.

—Muy bien, Gustabín —musitó arrogante con el cigarro entre dientes. Asentó su vaso en el escritorio rodeando mi cuerpo con su brazo, con su mano libre tomo el tabaco después de calar de él y soplar el humo en mis labios. —Así me gusta.

SINNERS || INTENABO +18Where stories live. Discover now