6.

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La luz de la ventana lo despertó. Un maldito rayo le daba justamente en la cara impidiéndole seguir durmiendo.

- Por una vez que duermo y tienes que estar jodiendo - le habló al Sol.

Zhan volvió la cara hacia el otro lado. De esa forma no le molestaría. Podría levantarse y bajar la persiana, sí, era una opción. Una opción que no escogería por pereza.

Cuando sus ojos empezaban a sellarse de nuevo. Un olor fuerte a quemado inundó sus fosas nasales. Y poco después, una alarma sonó avisándole de un incendio.

Se levantó con prisa. Algo se cayó al suelo pero no le dio importancia. Salió del despacho como alma que lleva el diablo.

- Jin Ling - llamó a su sobrino con nerviosismo. De la cocina salía mucho humo. - ¡Jin Ling! ¡Wang Yibo!

- Cof. Cof - el niño entró al salón tosiendo y tapándose la boca con un paño. Detrás de él estaba su niñero. - Regla número uno. Cof. No volver a hacer tortitas.

- Cof. Ni lo menciones. He aprendido la lección - siguió el niñero.

- ¡¿Qué cojones ha pasado?! - Zhan se acercó a la alarma y la desactivó.

- Señor Xiao, buenos días - el joven quería que la tierra se lo tragara.

- ¡Tito! ¡Hemos hecho tortitas! - dijo alegre.

- Por el humo diría que más que hacerlas las habéis quemado - no estaba contento.

- Ha sido culpa mía, señor. No volverá a pasar - miró al suelo.

- Más te vale - le señaló con el dedo.

- En verdad... yo soy el culpable - se sinceró Jin Ling.- Le pedí a Yibo que las hiciera. El viernes que viene es mi cumple y quería ese regalo por adelantado.

- Pide los regalos que quieras, pero alguno que no haga quedarnos sin casa.

- ¿Lo qué quiera? - los ojos del niño brillaron como nunca.

- Sí, lo que desees. Ahora abrid las ventanas. Que se airee un poco el ambiente. Y Wang Yibo tráeme un café - dio la vuelta para volver a la habitación de la que había salido.- Pero no lo quemes.

A Yibo le pareció escuchar mal. Había notado algo de diversión en las últimas palabras de Zhan. Tal vez el dormir lo puso de mejor humor o también podían ser solo imaginaciones suyas.

Xiao observó su despacho. Los papeles y libros de contabilidad estaban desordenados. Algunos incluso volaron hasta el suelo. Una taza de café frío resaltaba entre los demás objetos.

No recordaba haber visto a su empleado traersela, por lo que dedujo que cayó en los brazos de Morfeo antes.

Al ir hacia su sitio, pisó algo. Era el objeto que tiró cuando se levantó. Una manta de niño pequeño.

- ¿Qué hace esto aquí? - se agachó, la recogió y la dejó en el respaldar de la silla.

Obviamente él no se la había puesto. En la vida se echaría por encima una cosa tan ridícula.

No recordaba nada de anoche, ni siquiera cuando se durmió. Solo se le venía a la mente dos sueños que tuvo. Uno más bien era una pesadilla que se haría realidad en poco tiempo: la reunión con Wen Shaoran. Y el otro era un recuerdo de cuando era pequeño, solo unos años mayor que su sobrino.

Él solía ir con su madre y su hermana mayor de compras y siempre que pasaba por delante de la tienda de música se quedaba mirando la guitarra del escaparate.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕢𝕦𝕖𝕟̃𝕠 𝕔𝕒𝕔𝕙𝕠𝕣𝕣𝕠 (ℤ𝕙𝕒𝕟𝕪𝕚) (Terminada)Where stories live. Discover now