26.

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Esperó y esperó a que su padre se fuera de la casa. Tenía planeado seguirlo para ver con quién se reunía. No le gustó nada lo que escuchó de ese tal plan. No se fiaba de su pariente ni de lo que era capaz de hacer por conseguir cualquier cosa que quisiera.

Durante los últimos días lo notó extraño y más distante de lo normal. Además siguió recibiendo llamadas de esa persona misteriosa para confirmar el día, la hora y el lugar de la reunión.

Con ayuda de su "prometida" le hizo creer a su padre que iban a salir a cenar para conocerse mejor antes de la boda. Una completa mentira ya que ninguno tenía interés en el otro, pero era una excusa para que ella saliese con quien sea que fuera y él pudiera acometer su designio.

- ¿Ya te vas, hijo?

- Sí. Hemos quedado en el restaurante en diez minutos.

- ¿Quieres que te lleve el chófer?

- No, prefiero ir en taxi. Me he acostumbrado a utilizarlo.

- Como quieras.

- Nos vemos luego - se despidió y salió.

Atravesó el patio de setos verdes y cruzó la verja que separaba la propiedad de la calle. Un conductor con un coche negro y el cartel gris con las letras "TAXI" sobre él lo esperaba con paciencia.

Al montarse le pidió que continuase la calle y parase en la esquina. Según la información que obtuvo, su padre no tardaría en salir. Tras dos minutos, la limusina pasó por delante de ellos dirigiéndose al lugar donde esperaba que sus dudas se resolvieran.

- Siga a ese coche, por favor.

Al taxista le pareció extraño lo que le pedía pero no rechistó. Le iban a pagar de todas formas y en su interior le emocionaba hacer aquello, se sentía dentro de una película de espionaje.

El camino se hizo largo. El lugar estaba al otro lado de la ciudad por lo que tuvieron que atravesarla entera. Las luces de los altos edificios se colaban dentro del auto coloreando el perfil de Yibo quien estaba concentrado en el coche de adelante.

Poco a poco el tráfico comenzó a ser menor hasta hacer que el conductor aminorara la marcha para no ser descubierto.

La carretera por donde iban apenas tenía farolas y pasaba por medio de una zona llena de descampados y edificios ruinosos o a medio construir. La zona daba bastante miedo y le puso la carne de gallina.

La limusina se paró cerca de una de esas construcciones. Esta era diferente a las demás debido a que una luz salía de dentro indicándole que había electricidad.

Su padre y el chófer se bajaron y caminaron con paso seguro hacia el interior. Otro vehículo estaba aparcado al lado dando a entender que ya había alguien dentro.

- ¿Podría esperar aquí hasta que salga? - le preguntó al hombre

- Lo haré durante 5 minutos. Luego me voy.

El taxista parecía inquieto. Cualquiera lo estaría en esa situación: había seguido a unas personas que transmitían poca confianza a un lugar en medio de la nada y tenebroso. Nadie le podía asegurar que saldría ileso.

- De acuerdo. Si no vuelvo en ese tiempo váyase.

Yibo no quería forzarlo, el conductor no tenía nada que ver en el asunto y ya le había ayudado bastante.

Caminó acercándose a la entrada sin puertas con sigilo. Miró hacia todos los lados para ver si había alguien, pero por suerte no fue así.

El pasillo tenía paredes de hormigón y en las juntas entre unos y otros había manchas negras de humedad. Varios grafitis de letras sin sentido, por lo menos para él, estaban pintados en el techo.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕢𝕦𝕖𝕟̃𝕠 𝕔𝕒𝕔𝕙𝕠𝕣𝕣𝕠 (ℤ𝕙𝕒𝕟𝕪𝕚) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora