13.

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Yibo no encontró a nadie en la planta de arriba. Su jefe no estaba en el dormitorio y no había rastro de Jin Ling por ningún lado.

Bajó con un nudo en el estómago y otro en la garganta que no le dejaban ni respirar. No quería confrontar a Xiao Zhan, no podía hacerlo.

Desde los escalones, vio al niño en la mesa escribiendo en su cuaderno. Se había puesto a estudiar como un loco para no tener problemas con su profesora al día siguiente. Lo menos que quería el día de su cumpleaños era ser regañado por la señorita.

- A-Ling - Yibo lo llamó tan bajo que no se enteraría aunque lo tuviera al lado. - A-Ling - no lo escuchaba.

Andando de puntillas y con mucho sigilo fue al lado del niño. Miraba a todos lados como un suricato que está alerta a un peligro.

- A-Ling.

- ¿Sí?

- Shh. Shh - le indicó que hablara más bajo.

- ¿Por qué tenemos que susurrar? - preguntó el niño.

- La he liado bien. ¿Sabes dónde está el señor Xiao?

Jin Ling no dijo nada. Le contestó solo alzando la vista por encima del hombro del niñero.

- Está detrás de mí, ¿verdad? - el pequeño sonrió incómodo.

Al girarse vio a su jefe con cara seria y cruzado de brazos. Su postura lo tensó y a la vez le hizo derretirse por lo sexy que le parecía.

Su pelo estaba alborotado, lo había echado del baño antes incluso que pudiera peinarse. Su vestimenta casual de estar por casa lo mataba. Llevaba una camiseta de mangas cortas blanca que hacía un gran contraste con su pelo azabache. En la parte de abajo vestía un pantalón largo holgado de color gris claro.

- Dios mío - dijo casi de manera inaudible.

Estaba ante la viva imagen de un ángel, de un ser alado del cielo que lo llevaba al mismísimo infierno aunque no tuviera sentido.

- Wang, ve a mi despacho. Ahora - volvió el tono autoritario. ¿Estaría enfadado?

- S..sí.

El mayor caminó delante y Yibo lo siguió con la mirada baja como un hijo recién castigado por su padre.

Estaba a punto de sufrir un ataque de nervios. ¿Y si Zhan lo despedía? Pero... de todas formas no podía hacerlo. Aunque él incumpliera una norma, su jefe había intentado besarle. Él también casi rompe la suya. Estaban en empate, en un punto muerto, en esos momentos ninguno tenía más ventaja que otro.

- Cierra la puerta, por favor - lo hizo.

- ¿Por qué... me ha hecho llamar? - no le respondió inmediatamente. Primero sacó algunos papeles de su maletín.

- Como sabes, mañana es el cumpleaños de Jin Ling. No creo que pueda estar aquí temprano. Tengo una... reunión - no estaba contento con eso. Se notó en sus muecas. - Por eso quiero que te encargues de ciertos asuntos.

- ¿Cuáles?

- Seguramente Jin Ling quiera invitar a algunos compañeros de clase a la casa. Dejo en tus manos el cuidado de los niños. Además, me gustaría que comprases un regalo para él.

- Pero... ¿no es mejor que de eso se ocupe usted?

- No tengo tiempo.

- ¿Y qué le compro?

- No lo sé. Un videojuego, una pelota... Lo que sea.

- Señor... no veo bien esto. Creo... que debería estar más pendiente de A-Ling - utilizó un tono dulce, no quería hacerlo pensar que le reprochaba algo aunque eso es lo que hacía.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕢𝕦𝕖𝕟̃𝕠 𝕔𝕒𝕔𝕙𝕠𝕣𝕣𝕠 (ℤ𝕙𝕒𝕟𝕪𝕚) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora