9.

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El lunes llegó. Toda la ciudad se puso en marcha empezando el primer día laboral de la semana.

Zhan salió tan temprano a la empresa que ni su sobrino ni Yibo estaban despiertos aún. Dejó una nota para recordarle a su empleado todas los deberes que tenía que cumplir en el día y se fue con desgana.

Al llegar al aparcamiento de las oficinas, la pesadez en su cuerpo aumentó. El coche parecía ir cada vez más lento a medida que se acercaba a su plaza. Un mal presentimiento se manifestó en su cuerpo.

Salió del vehículo y entró en su empresa. La recepcionista lo saludó con una sonrisa falsa al igual que todos con los que se encontraba. No le caía bien a nadie, se notaba a la legua.

- Buenos días, señor - su secretaria se inclinó con respeto.

- ¿La junta sigue en pie?

- Sí. Es en una hora.

- Perfecto. Avísame si hay novedades. Y tráeme las carpetas de los proyectos del año pasado.

- Sí, ahora mismo.

Ingresó en su despacho cerrando la puerta. Esa habitación le traía muchos recuerdos. Cuando era pequeño solía venir con su padre. Este se quejaba porque siempre estaba incordiando y no le dejaba trabajar, pero al día siguiente ahí se encontraba de nuevo.

La sala era bastante grande. Las paredes eran de color oscuro al igual que la madera de las estanterias empotradas. El escritorio ocupaba la posición central justo delante de un gran cuadro de su abuelo.

- ¿Cómo vas, abuelo? - esperó por una respuesta que nunca llegaría.- Seguro que mejor que yo.

Tomó su lugar y encendió el portátil. La bandeja de entrada de mensajes se abrió diciéndole que debía leer más de treinta correos, de los cuales ninguno era bueno.

El primero recogía la queja de un proveedor descontento que le otorgaba una última oportunidad o se marchaba con su dinero a otro lado.

El segundo era una gráfica de las inversiones donde lo que más destacaba era una línea roja y descendiente.

El tercero, más quejas. El cuarto, un ultimátum. El quinto, más de lo mismo.

Bajó la pantalla con ira. ¿No podría encontrar alguna vez uno donde alguien le apoyara? No. Todos seguían hundiéndolo en el agua intentando ahogarlo, y empezaba a quedarse sin aire.

Alguien llamó a la puerta. La secretaria había sido bastante rápida trayendo los documentos. Casi siempre solía tardar lo suyo. Se paraba a tomar un café o a hablar con los demás empleados de la agencia. Le gustaba conversar con todo el mundo, claramente menos con él.

- Adelante - le dio permiso de pasar.

- Hola, Xiao Zhan - un nudo se formó en su garganta al escuchar esa voz grave debido al tabaco. ¿Qué hacia él allí?

- ¿Quién te crees para venir a mi despacho? - el veneno corría por sus venas hirviéndole la sangre.

- Llevas mucho tiempo atrasando nuestra reunión. No me ha quedado otra que desviarme de mi camino y pasarme por aquí.

- No tienes ningún derecho a...

- Ese lugar que ocupas debería de haber sido mío - lo interrumpió.-  No te hagas el importante, Zhan - sonrió con superioridad.

- No me llames así, Wen Shaoran - se levantó dando un golpe en la mesa con su puño.

- Hace tiempo no te molestaba que lo hiciera - se acercó y se sentó encima de la mesa.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕢𝕦𝕖𝕟̃𝕠 𝕔𝕒𝕔𝕙𝕠𝕣𝕣𝕠 (ℤ𝕙𝕒𝕟𝕪𝕚) (Terminada)Where stories live. Discover now