29.

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Condució a toda velocidad hasta las afueras de la ciudad. Por el camino tuvo que saltarse algunos semáforos en rojo pero por suerte no hubo ningún accidente.

Estaba casi histérico por toda la situación. Él pensó que Yibo estaría a salvo de Shaoran en Corea con su padre, pero resultó que el maldito lo secuestró y lo volvió a traer a China. No le importaba el motivo de porque lo hizo, solo quería que pagara por todo lo que les había hecho sufrir y salvar al menor.

Ya se veía el atardecer cuando divisó el ruinoso edificio. Tras su abandono por la familia Wen, la estructura iba a ser remodelada pero nunca se llegó a completar la obra provocando que sólo fuera paredes de hormigón, hierro y cemento envejecidas por el paso de los años en las afueras de la ciudad.

Decidió aparcar a una distancia considerable. Aunque Shaoran seguro que había puesto en alerta a sus hombres, no quería llamar la atención.

Caminó lentamente y sin hacer ruido. Cada vez que veía a un secuaz de Shaoran se escondía y esperaba a que se fuera. Parecían muy preparados y tenían un aspecto amenazante pero pronto observó que no hacían guardia de manera ordenada y, por algunos minutos, la zona quedaba sin vigilancia.

Aprovechando uno de esos momentos, se coló en el edificio sin ser advertido por nadie. Su próximo paso era encontrar a Yibo.

Buscó en la planta baja, pero no lo encontró y decidió subir. Mientras lo hacía escuchó pasos que bajaban y tuvo que esconderse detrás de un bloque que alguna vez fue parte del techo.

- ¿Crees que lo que estamos haciendo está bien?

- No pienses en eso, debemos seguir las órdenes del jefe.

- Pero... ¿qué ha hecho ese pobre chico?

- El chico solo está sufriendo las malas decisiones de su padre.

- ¿Y por eso tenemos que matarlo?

- El jefe le tiene un odio horrible. Haga lo que haga el señor Wang, él tiene las horas contadas, es mejor no pensar en ello.

Ambos hombres siguieron su camino hablando de otros asuntos. La conversación que oyó inquietó al joven quien quiso encontrarlo con rapidez y sacarlo de allí.

Subió y subió buscando en cada planta hasta que unas voces le dieron la esperanza de reunirse con él en el cuarto piso.

- ¡Soltadme! - gritaba Yibo. - ¡Esto no se va a quedar así!

Zhan siguió los gritos hasta una sala. Por la ventana rota de la puerta pudo ver al menor solo en esa habitación y atado a una silla. Se retorcía intentando soltarse de sus ataduras.

Verlo vivo alegró su corazón en gran medida y sin más demora entró antes de que alguien llegara.

- A-Yi - susurró acercándose a él.

- ¿Zhan? - su cara se iluminó cuando lo vio y sus ojos se volvieron acuosos.

- Te sacaré de aquí, ¿sí? - le tocó la cara con suavidad notando una herida en su labio y un gran moratón en su pómulo. - ¿Qué te han hecho?

- No es nada. Desátame, rápido.

Xiao Zhan deshizo el nudo que mantenía inmóvil al contrario y le quitó la cuerda que estaba alrededor de su cuerpo. Una vez libre, Yibo no aguantó más y lo abrazó fuertemente.

- Te he echado de menos - dijo llorando.

- Yo también - acarició su pelo.

- Lo siento, tuve que haberte escuchado y... y no haber sido tan impulsivo.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕢𝕦𝕖𝕟̃𝕠 𝕔𝕒𝕔𝕙𝕠𝕣𝕣𝕠 (ℤ𝕙𝕒𝕟𝕪𝕚) (Terminada)Where stories live. Discover now