XXIII

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Hola, no me matéis, los bloqueos me duran más de lo que me gustaría. Ya no me entretengo más y os dejo el capítulo, disfrutad :3

Disclaimer: Harry Potter, su mundo y sus personajes no me pertenecen.

23.

Hermione daba vueltas por toda la habitación, como un león enjaulado, y es que se sentía exactamente así. Sabía que cualquier conducta sospechosa alertaría a Dippet de lo que estuviese haciendo. Tampoco podía dejarse llevar por la imprudente valentía que tanto caracterizaba a los de su casa, se estaba metiendo en un terreno muy peligroso y ahora era ella sola contra el mundo. Dioses, echaba de menos a sus amigos, si iba a tener que seguir metida en líos, prefería que fuese a su lado. Harry, Ron, incluso Ginny o Luna le habrían apoyado. ¿Qué iba a hacer? No podía entrar ella sola al bosque, aunque el día anterior iba a hacerlo había sido impulsiva, su intención era volver a su tiempo algún día de estos, no morir en una época en la que nadie sabía realmente quién era. Pedirle ayuda a Hagrid no saldría bien, el bonachón y torpe hombre era demasiado fiel al profesorado, mucho más a Dumbledore específicamente, y en cierto modo lo entendía, pondría en riesgo su trabajo de brindarle ayuda a la bruja.

Miró la varita que le habían hecho las hadas, con sentimientos encontrados sobre lo que hacer. Al final suspiró, no había otra opción, ninguno de sus amigos estaba allí, ni los del futuro ni los del pasado, lo haría sola, qué remedio. Pero antes de aventurarse a ser la comida navideña de las acromántulas, Hermione se sentó frente al pequeño escritorio que se había agenciado -otra cosa buena de no tener que compartir habitación con nadie, tenía todo el espacio que quería-, sacó un pedazo de pergamino y los útiles de escritura, y se quedó mirando las juntas de las piedras que formaban las paredes de la torre. No sabía muy bien cómo empezar aquella carta, pero para una vez que podía prepararse para una aventura suicida, quería aprovecharlo. Tomó aire tras un rato de darle vueltas al asunto y solamente dejó que la pluma se deslizase por el papel.

"Querida Minerva,

Espero que hayas pasado unas buenas Navidades con tu familia, sé que dijimos de escribirnos todos para felicitarnos las fiestas, pero tal vez no llegue a leer tu carta, ni la de ninguno, lo siento.

Los últimos dos días han sido una locura, y tienes razón con todo lo que piensas de mí, es imposible encajar las piezas de todo lo que me pasa, si lees esto es que no he vuelto. Estoy en un lío, pero eso no es nada nuevo en mi vida. No sé exactamente con qué propósito te escribo esta carta, tal vez para disculparme, nunca debí llegar a tu vida. Pero quiero que sepas que he atesorado todos los momentos que he pasado a tu lado.

Algún día nos volveremos a ver, te lo aseguro, cuando eso pase tal vez entiendas los últimos meses de tu vida, y espero que me recuerdes. Te quiero mucho, y a Poppy y Filius, ¿podrías hacérselo saber, por favor?

Siempre te he querido.

Hermione Jean Granger."

Realmente, esperaba que Minerva jamás leyese esa carta, quería seguir viva, pero hay cosas mucho más grandes y más importantes que ella misma, puede que el haber viajado al pasado tuviese un motivo para el universo. O tal vez Harry le había pegado su irritante complejo de héroe. Fuese como fuese, no pensaba quedarse de brazos cruzados ante un grito de ayuda, así que dobló el pergamino, puso un punto de lacre, escribió el nombre de la bruja sobre él, y entró en la habitación de la prefecta, solo para dejar el escrito sobre la colcha verde de Minerva.

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