XV

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Disclaimer: los personajes no me pertenecen.

15.

Un molesto cosquilleo en la nariz le hizo recobrar la consciencia. Aún no había abierto los ojos, los notaba secos bajo los párpados, y sentía la boca pastosa. Pero un agradable calorcito le tentaba a volver a quedarse dormida. No fue posible, ya que se sentia extrañamente descansada.

Ya más cien el mundo de los vivos, siendo conse nte de su propio cuerpo, notó que el calor procedía de otro cuerpo en el que se encontraba completamente enroscada. Sobresaltada abrió los ojos, pero sin moverse. Se encontró a sí misma con la cara acomodada en el cuello de nada más y nada menos que Minerva. Su corazón empezó a latir más rápido y los recuerdos del día anterior se agolparon en su mente. El boggart, la pesadilla, Bellatrix. Inspiró hondo, no queriendo regodearse en su sufrimiento, y se concentró en todo lo que le había ayudado Minerva. No se había separado de ella excepto para ir a cenar, y había roto las normas al pasar por las cocinas a por comida para ella. Además, como el resto de las camas no estaban hechas había accedido a dormir con ella. En la misma cama. Uff...

Hermione quería estrechar con fuerza el cuerpo de la mujer, que aún dormía. Pero no lo hizo por miedo a despertarle, así que se quedó quieta, con los ojos cerrados, aspirando el aroma de Minerva. Olía a una mezcla de hierbas para té y cera de pulir escobas, aparte de algo muy conocido, el cuero de las tapas de los libros. Era una mezcla fascinante, que junto al contacto físico hacia que a la castaña le diese vueltas la cabeza.

No pudo evitar compararlo con la otra Minerva. Su habitación olía parecido, a libros, té y algo de perfume. Sólo faltaba el toque de la cera. Hermione se dio cuenta de que era como si una parte de su esencia se hubiese peridido por el camino, y notó su ánimo decaer al saber que así había sido tras el accidente que le haría imposible volver a jugar al quidditch.

No pudo seguir con esos pensamientos porque Minerva giró la cabeza y tuvo el mismo cosquilleo molesto que le había depertado. No era otra cosa que el pelo de la bruja en su nariz, parecía que el moño que se había hecho antes de acostarse se le deshizo, desparramando su largo cabello negro por la almohada y bajo la nariz de Hermione. Aparte de la cabeza, su amiga había acomodado su cuerpo, girándolo levemente y quedando uno de sus brazos rodeando la cintura de una muy agitada Hermione. Pensaba que, si no se despertaba por la hora, se despertaría por lo fuerte que sonaba su corazón. Ni en sus mejores sueños se había imaginado esta escena. Podía quedarse así para siempre.

Lástima que ese "para siempre" hubiese durado 10 minutos.

El cambio de respiración de Minerva le hizo darse cuenta de que estaba saliendo del sueño. Ella se hizo la dormida para que no notase que se había quedado abrazada a ella mientras estaba despierta. Un pequeño gruñido indicó que ya estaba prácticamente consciente, pero de repente todo fue silencio. Solo se escuchaba el aire saliendo de los pulmones de Hermione. Pasaron varios segundos así, haciendo que la mujer se viese tentada a abrir los ojos para ver qué estaba pasando. Hasta que sintió el peso del brazo de Minerva desaparecer de su torso, llorando un poco por dentro porque su momento feliz hubiese acabado. Sin embargo notó las yemas de los dedos de su futura profesora sobre la piel de su sien, moviéndolas suavemente hacia su mandíbula y apartando un mechón de cabello. Hermione estaba en el séptimo cielo cuando Minerva apartó la mano rápido, como si se hubiese quemado. Entonces todo volvió a la normalidad. ¿Qué diablos había sido eso?

-Jean, despierta - dijo tras haberse separado del cuerpo de la chica.

Hermione fingió todas las fases por las que había pasado hacía un rato.

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