XXVIII

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Disclaimer: wizarding world no me pertenece y ajá

28.

-¿Qué? – su voz salió en un murmuro, esperando que la escocesa no estuviese proponiendo lo que creía.

-Tú lo has dicho, no puede saberse quién eres, que yo lo sepa ya es un peligro, pero no lo hago solo por ti. Saber que vienes del futuro, que sabes lo que va a venir es demasiada tentación Hermione, tendría que luchar contra ella y vencer cada uno de los minutos del día, sabes cómo soy... al final querría conocerlo todo – hizo una pausa –, o acabaría por alejarme de ti.

Hermione lo sabía, de veras sabía todo esto, pero cualquiera de las dos opciones le parecían horribles.

-¿Es necesario? – el dolor era casi sólido, pesando en el pecho de ambas, dificultándoles la respiración.

-Sí – Minerva agarró sus manos, que habían comenzado a temblar –, eh, mírame, prefiero olvidar el día de hoy antes que perderte.

Con todo el cariño del mundo rozó sus dedos sobre la frente contraria, apartando un mechón que caía sobre sus acuosos ojos.

-Necesito que me desmemorices Jean.

-No – su tono pretendía ser rotundo, para dejar claro que no pretendía hacer aquello que le pedía, pero más bien fue débil, quebradizo y lleno de mucho, mucho miedo –, no lo haré, no puedo, no puedes pedirme esto, cualquier cosa pero no esto.

-Sabes que no puedo desmemorizarme a mí misma, sería un desastre, no seas cabeza dura.

Minerva tenía razón, aún recordaba cómo había quedado el estúpido de Lockhart en segundo. Aun así negó con la cabeza, la súplica en sus ojos.

-Me prometí no volverlo a hacer, la última vez perdí una parte de mí en el proceso.

Su corazón se estrujaba en el pecho cada vez que pensaba en sus padres. No podría hacerlo.

-Jean, te lo estoy pidiendo porque confío en ti – pronunció dando a sus manos, que habían acabado entre las propias, un ligero apretón –. Está bien, solo debes sustituir el contenido de la carta y la conversación.

-Sabes que si hago eso jamás podrás recuperarlos, ¿de verdad estás dispuesta a perder esta conversación?

Hermione se sorprendió con la rapidez con la que Minerva respondió.

-Sí – dijo, sin dudar siquiera –. Nada va a cambiar, venía con el propósito de declararme así que por eso no debes preocuparte, esto solo nos protegerá a ambas.

Odiaba que tuviese razón. Odiaba que su parte racional estuviese de acuerdo con ella. Pero era ahora o nunca, si dejaba que pasase un solo minuto más se echaría para atrás. Agarró la suave madera de su varita y la alzó.

-Espera –le detuvo Minerva, rodeando con delicadeza su muñeca –, ahora que tengo la oportunidad y no voy a acordarme, permíteme ser un poco cobarde.

Hermione respiró hondo y asintió.

-No te des por vencida conmigo por favor – pidió con una sonrisa cálida mientras acunaba los lados del rostro de Hermione –, sé que soy difícil, pero eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, ¿puedes prometerme que lo intentarás?

La chica del futuro llevaba intentando contener las lágrimas desde que Minerva había pedido que le quitase sus recuerdos, pero aquello había terminado de llenar el vaso, así que se desbordó, haciendo que un par de gotas se deslizasen desde sus ojos, mojando las palmas que permanecían en su sitio.

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