XIX

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Disclaimer: los personajes no me pertenecen, el universo pertenece a JK, y yo solo soy una pobre desgracia que escribe lo que no pudo leer en los libros.

19.

-¿Qué?

Un hilo de voz casi inaudible, pero que llegó perfectamente a los oídos de Minerva, junto con el dolor que destilaba.

-No podemos Jean, somos dos chicas - respiró hondo y volvió a su expresión serena, a pesar de que sus ojos brillaran de sufrimiento -. Deberías irte.

Minerva se levantó del suelo y se dirigió a la puerta.

-No... - se apoyó en la cama para estabilizarse al levantarse - no puedes simplemente decir todo eso y luego decir que no se puede.

-¿Crees que a mí no me duele?

En cualquier otro momento se habría callado, pero el valor líquido corría por sus venas.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Alejarte de mí? - soltó una pequeña risa sarcástica -. No puedes, de haber podido ya lo hubieses hecho, pero no puedes evitarlo, ¿verdad?

-Por favor, solo... ¿puedes olvidar todo esto? No quiero sacarte de mi vida Jean.

-Claro, puedo olvidarlo - a esas alturas ya se encontraba junto a la puerta con ella.

La mujer se encontraba entre la madera y la chica del futuro, la mirada de Hermione de repente estaban muy cerca de la suya, y la del cabello castaño y alborotado sintió en la mano el fuerte pulso de su cuello cuando la colocó sobre él. Las respiraciones se escuchaban pesadas en sus oídos, y, viendo lo que se le venía encima Minerva cerró los ojos con fuerza. Un suave roce. Eso fue todo lo que ocurrió entre sus labios. Pero fue suficiente para sacudir los cuerpos de ambas.

A pesar de eso, Hermione se separó y volvió a clavar la mirada en el verde brillante de la cazadora.

-La pregunta real es, ¿podrás tú olvidarlo Minerva?

Abrió la puerta y salió de la habitación. Tenía el corazón desbocado. Le había besado. Dioses, había sido capaz de besarle y se había sentido tan bien.

Hermione se sintió poderosa dentro de su euforia. Ahora la pelota estaba en el campo de Minerva, y tenía a todo el estadio con la vista fija en ella. No sabía si era por el alcohol, pero la situación le pareció hilarante.

Sin sorpresas, a la mañana siguiente Hermione quería morirse de la vergüenza. Ganas de quedarse en la cama y no salir no faltaban. Y era domingo, podría hacerlo perfectamente. La cosa era que, de forma consciente o inconsciente, había empezado un juego, y sería muchas cosas, pero no lanzaba la piedra y escondía la mano. Debía seguir con ello, firme. Le dijo a Minerva que ella lo olvidaría, actuaría como si la noche anterior no hubiera existido. Solo esperaba que la entereza de Minerva fuese más débil que sus sentimientos por Hermione...

-Buenos días Minerva - saludó mientras se colocaba en la mesa a su lado.

No habían coincidido en todo el domingo, ni siquiera en las comidas, y tampoco aquella mañana en el desayuno, pero iban juntas a clase, se verían, así que le dejó ese espacio a Minerva para "huir" de ella un rato sin preocuparse.

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