VII

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Camila se encontraba eufórica aquel día, por fin había terminado la espera, aquella sería la prueba final. Podría llevar se a Larry a casa si este lograba caminar de manera más o menos regular sobre el césped y sin ayuda. Al igual que el día que llevó a su Husky a la clínica, el día no era tan maravilloso, las nubes decoraban todo el cielo, y si no se daba prisa comenzaría a llover y quedaría totalmente empapada.

Levantó la cabeza y reconoció el edificio de la clínica para animales de compañía de Miami, donde trabajaba Lauren.

Había tardado mucho menos del o que debería, el paso rápido había sido inconsciente, probablemente por las ganas de acabar ya con esa pequeña época triste en su nueva vida.

Se acercó a la entrada y pudo escuchar el rugir de una motocicleta detrás de ella. Giró la cabeza y pudo distinguir la moto en la que días atrás había dado un paso para perder su miedo a ese medio de transporte. Sonrió y decidió esperar a la veterinaria para entrar, tampoco podría hacer nada sin ella dentro. La radiante sonrisa de Camila fue sustituida por una mueca de sorpresa. Como si de una película se tratara, su mundo paró por unos instantes al observar a la joven veterinaria deshaciéndose de su casco. Parpadeó un par de veces observando el aleteo de su melena que podía haber salido de un anuncio de champú perfectamente. Parpadeó un par de veces y con la excusa de bostezar se cubrió el rosto con ambas manos tapando la pequeña sonrisa estúpida que se había formado en las comisuras de sus labios.

—Muy buenos días. — La más joven de las dos comenzó la conversación destapándose su rostro segundos después.

—Buenos, buenos… ¿Preparada para llevarte a tu Larry a casa? —.

—Totalmente, crucemos los dedos para que todo vaya bien, aunque teniendo semejante profesional con el caso dudo que haya ido mal —.

Y ambas entraron a la clínica mirándose de la misma manera que en el desván, cosa que a Camila le hizo recordar las palabras de Ally del día anterior, pero rápidamente sacudió la cabeza. Era mucho más interesante mirar a la veterinaria que recordar la voz de Ally en su mente.

El camino ya era algo sabido para ambas, todo recto por el pasillo hasta llegar a la puerta con el vinilo negro, que dibujaba la mancha del perro. A un lado el despacho de Lauren, a otro las jaulas donde se encontraban los animales. La pequeña pensó que tendría que volver a pasar el trago de ver a las demás mascotas enjauladas, pero esta vez no fue así. Lauren se quitó la chaqueta de cuero con el casco en la mano y abrió la puerta de la consulta.

Y ahí estaba el pequeñajo de ojos grises de Camila. Esta se acercó rápidamente a cogerlo en sus brazos, aunque con cuidado, sabía que si no, se iba a quejar. Dejó varios besos sobre su peluda cabeza y el hocico del perro se restregó sobre la mejilla de su dueña. Cualquiera hubiese murmurado un “Ohhh” al ver la escena.

—Ayer le quité la vía de la pata, así que ya solo queda la prueba final, por cierto… Te tengo que decir una cosa, tienes un perro muy valiente y poco quejica. Yo estaría orgullosa —.

—Soy una madre orgullosa —. Bromeó dejando al perro y mirando a Lauren expectante para recibir alguna pista sobre lo que tenía que hacer o no.

—Muy bien, coge a Larry que vamos a ir a la zona trasera. Aunque rápido, no quiero que nos pille la lluvia —.

Asintió rápidamente, se quitó la mochila que dejó sobre una de las sillas que había frente al escritorio de la veterinaria, y cargó al cachorro sobre sus brazos mientras esperaba a que Lauren se pusiera la bata y se preparara.

Cuando ambas estaban preparadas la joven periodista se dio cuenta de una cosa. Había una puerta más en la consulta, y no se había dado cuenta. La veterinaria la abrió para hacer de ese movimiento algo más fácil y desde ahí descubrió un gran terreno verde, lleno de césped y de algunas pruebas de agility para perros. Al fondo, tras la valla, la costa de Miami, brava gracias al temporal del cielo, hacía de ese un paisaje precioso.

Save. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora