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Realmente pasar por su casa sería una acción rápida, dejar al perro y listo, pero Lauren invitó a Camila a pasar dentro. Había una cosa clara, cualquiera, no se hubiese parado de la manera que lo hizo ella para observar la guitarra de Lauren colgada de la pared. Entreabrió los labios sorprendida mientras la veterinaria dejaba la correa de Nina en su cajón. Cuando Lauren giro la cabeza y miró la expresión de Camila digna de emoticono de whatsapp, sonrió.

—¿Te gusta? —Preguntó de manera directa acercándose a su lado y contemplando junto a ella su guitarra.

—¿Tocas la guitarra? —

—Sí… Bueno, últimamente no, ya sabes, no tengo tiempo, pero sí. ¿Tú también? —

—Ohm… Sí, pero no esa guitarra. Te debe haber costado… Demasiado. No quiero ni pensarlo —Señaló la Gibson colgada de la pared y miró a Lauren sorprendida.

—Bueno… Quizás un pequeño capricho después del duro trabajo. Sin duda lo fue… Lo primero que compré tras cobrar mi primer sueldo, tras acabar de estudiar en la universidad. Era un pequeño sueño que tenía de joven y bueno… Aquí está. —Se encogió de hombros, no le gustaba contar tampoco su vida así porque sí, pero la inocencia de la joven cambiaba totalmente su personalidad chocante y borde.

Pasó a su lado y rozó con la yema de sus dedos el mástil su guitarra. No dijo nada más, Camila sonrió de nuevo, sorprendida con ese pequeño descubrimiento guitarrista en la veterinaria de su cachorro.

Sacudió la cabeza y volvió a andar hacia la puerta de salida de su piso cogiendo algo de dinero que metió en su bandolera, ya que tras comer se dirigiría a la clínica para seguir con su trabajo. En su bandolera simple negra, llevaba muchos papeles y las cosas necesarias para hacer papeleo. Bolígrafos, correctores, lápices… Esa bandolera siempre le traía buenos recuerdos. Fue un regalo de Taylor, su hermana, por su primer año de carrera, desde entonces se ha convertido en su única y favorita bandolera.

La joven veterinaria levantó la mirada echando un vistazo a la carpeta que Camila aún llevaba en la mano…

—Si quieres te puedo guardar eso mientras vamos a comer. —

—Oh no, gracias. No me molesta llevarla. —

—Bueno… Lo que quieras, si quieres que te la guarde solo dímelo. —

Por la mente de Camila lo único que le recorría era que no quería ser una carga, la de Lauren rugía suplicando averiguar cuanto antes, más sobre la universitaria.

A los 10 minutos a paso lento, ambas llegaron a una pequeña cafetería que le resultaba familiar. Era una mezcla entre un pub irlandés y la típica cafetería hipster tipo Starbucks. Sin duda era curiosa de ver, y bastante agradable de ocupar. Su acompañante se acercó a la barra mientras Lauren cogía sitio, aunque no era necesario pues no había mucha gente que frecuentase el lugar.

La madera barnizaba decoraba todo el local. Un pequeño escenario al final de la zona donde estaban las mesas convertía en algo más especial aquel lugar que sin duda Lauren iría a visitar más a menudo. En el escenario había un micrófono y detrás una batería que estaba decorada con el logo del local. “Woodlight Café” Se llamaba la cafetería.

Las paredes, de ladrillo pintado de blanco y negro intercalado, tenían nombres y firmas pintadas sobre cada uno de los ladrillos. Donde la veterinaria se sentó, había una chica morena con mechas poniendo su nombre en un ladrillo blanco, y su firma con un rotulador blanco en un ladrillo negro. “Ally Brooke” Se podía leer. La chica esbozo una sonrisa al ver que Lauren la miraba, la veterinaria hizo algo que no solía hacer, se la devolvió de manera amable.

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