IX

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[…]

—Yo… Estás preciosa…—

Camila sonrió de medio lado y asintió con la cabeza lanzándole una rápida mirada de arriba abajo a Lauren.

—Tú tampoco estás nada mal—.

La confianza que la pequeña irradiaba era tan confusa que Lauren se tuvo que acariciar la sien tratando de entenderla. Primero era Camila Cabello, la diosa de la adorabilidad, ahora era Camila Cabello, doña “Tú tampoco estás nada mal”. ¿Qué puede pasar en tres años para cambiarte así?

Para Lauren esos tres años han estado llenos de muchos cambios, para Camila, un total aprendizaje. Se graduó, y no tardó en encontrar trabajo en el noticiero de Miami. Desde que publicó sus fotos sobre el accidente de sus padres y el significado de las rosas blancas, los periódicos se peleaban por ella. Al principio era simplemente la fotógrafa que ofrecía una pequeña vista de los hechos en las entrevistas, luego fue escalando hasta convertirse en redactora propia. Le ofrecieron una columna entera, “365 días don Larry.” Y desde entonces ha conseguido fidelizar a muchos lectores que apenas se compran el periódico por esa simple sección de autocrítica.

A la gente le encanta el morbo de saber que una persona anónima piensa, siente y camina por la vida como una persona normal. Cualquiera diría, es lógico, esa persona anónima no deja de ser una persona. Pero bajo los ojos del punto de vista de esa columna, cualquiera puede sentirse reflejado con esos pequeños escritos que deja diariamente Camila. Normalmente suele mandarlos a la una de la noche, para que el día fuese detallado a la perfección.

Su editor le prometió que si algún día lo quería dejar, ella lo haría sin rechistar, pero de momento ha pasado más de 140 días y ella sigue ahí, al pié del cañón.

¿Su vida amorosa? Lo único que puede destacar es que echaba de menos esos ojos verdes… Esos ojos que tenía ahora mismo delante, y de los que podía alimentarse durante horas, meses o incluso años. Había tenido un par de rollos en un par de fiestas completamente diferentes, pero no sentía nada. Por la cabeza de la periodista se había pasado incluso plantear el hecho de que era antisocial y ya está, pero no, no era el caso.

Su corazón era un enigma sin resolver, el cual un día entregó la llave para abrirlo, pero la única persona que la recibió se perdió en él, y esa persona estaba delante de ella. Sentía su respiración algo agitada, pero en esos tres años había comprendido que le gustaba mucho más la Camila Cabello segura, la Camila Cabello que se comía el mundo, la Camila Cabello que se hacía llamar KCC cada mañana en el periódico.

Observó a Lauren, su raya perfectamente realizada, sus carnosos labios rojos, su piercing en la nariz, el cual más que perforarla la decoraba… Ella, ella era la elegida para abrir la puerta de su corazón, y han tenido que pasar tres años para volver a verla. Ni siquiera la estaba contemplando en ese momento, había retenido su imagen en la cabeza. Ally se había negado a decirle el porqué de su vuelta.

—¿Qué tal te va todo? — Pregunta una insegura Lauren, que se encontraba detrás de Camila, simplemente así, observándola.

—Supongo que bien, no me puedo quejar. ¿Y a ti? —

—También…—

Probablemente Troy hubiese gritado desde dentro de aquel cuarto “Tensión” pero daba la suerte de que no iba a ser así. La puerta se abrió y un pequeño rubio a brazos de su madre se asomó mirando a ambas. Camila sonrió tiernamente, Lauren no demasiado, se sentía un poco incómoda, pero era por la presencia de Camila.

—Pero mira a quién tenemos aquí, si es mi enano favorito… ¡Zack! — Se acercó y con el permiso de su madre lo cogió en brazos. Lauren se limitó a pasar dando un gran y reconfortante abrazo a Ally.

Save. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora