XII

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CdA: El capítulo 11 está detrás de la propuesta de la maratón, que se me ha colado detrás, pero está, no vaya a ser que alguien lea esto antes del anterior.

La luz del sol de Miami cogió a Lauren por sorpresa, y además solo a ella. La ventana el día anterior se quedó con la persiana medianamente subida por lo que el sol se reflectaba justo en la cara de la veterinaria. Esta suspiró y se removió, pero notó dos cosas extrañas aquella mañana. Si se movía tocaba algo, o a alguien y su almohada estaba a medio metro.

Entonces notó que se encontraba justo en la esquina de la cama y que si se giraba se iba a caer al frío suelo. Se llevó una mano al rostro y se frotó los ojos antes de abrirlos para que estos se adaptaran a la luz. Fue entonces cuando vio a Camila abrazada a un girado Zack con su pequeño pié sobre la mejilla de la periodista.

Evitó soltar la carcajada, pero no por ello no sonreía estúpidamente. Eran muy adorables, ambos. Acercó la mano al cabello de la morena para acariciarlo suavemente y la dejó dormir un rato, no sin antes rescatar su teléfono de la cómoda y capturar la instantánea para futuros recuerdos. (Aquello podría considerarse allanamiento de espacio personal, pero no lo era, ella había sido la primera que se había adentrado en su propiedad.)

Se estiró extendiendo los brazos y se levantó de la cama andando por la casa arrastrando los pies. Del que no se acordaba era deLarry. Al igual que la antigua actitud de Nina, él también se levantaba con pereza. Supuso que habría dormido toda la noche en el sofá. Cerró la puerta de la habitación con cuidado, como quien dice “de puntillas” y se acercó a la cocina.

— ¿Tienes hambre? —. Cuestiona al ya no tan cachorro de Husky Siberiano.

Larry se acercó y se restregó sobre el pantalón de la veterinaria en busca de un poco de mimos. Si se descuidaban podrían llegar a ser grandes amigos. Lauren se agachó y dejó un beso en su peluda cabeza acariciando su papada.

Esbozaba la sonrisa típica de cuando las madres agarran los mofletes a un niño pequeño y pronuncian un claro “Oy oy oy oy oy oy.” Pero eso no era un dato a destacar.

Se levantó de nuevo y arrastró su culo hasta la cocina sacando de la bolsa de plástico el tupper con el pienso del perro, el cual colocó en uno de los cuencos de Nina. Lo dejó en el suelo y el perro, la mar de contento, comenzó a comer.

Miró su ordenado hogar y notó un pequeño cambio. Quizás era una tontería pero su guitarra estaba ligeramente hacia un lado, mostrando una pequeña estela de falta de polvo. — ¿Si entran en tu casa a robar, se dejan uno de los objetos más preciados? —. Se pregunta mentalmente Lauren a lo que se auto responde negativamente.

Sí, Lauren era un pelín maniática del control. De todas maneras decide restarle importancia y coge una bayeta para quitar el polvo de su preciado objeto de coleccionista.

Para desayunar preparó tortitas, dejó la bolsa de galletas en la mesa, sacó un par de siropes y preparó tanto leche caliente como café. No sabía que le gustaba exactamente a la periodista, por lo que lo tuvo algo complicado.

Aún lo tenía más complicado con Zack. Para él hizo una pequeña papilla que le enseñó a hacer su madre tiempo atrás a base de fruta. Recogió la cocina que quedó impoluta y se sentó en el sofá, al igual que hizo Larry en su regazo. El pequeño cachorro gemía, como si algo le preocupase.

A veces los perros se asemejan más a las personas que lo que podamos creer. Quizás lo que pedía con esos gimoteos era calle, y no estaba tan mal encaminada, eso quería, pero tenía un motivo en especial que desvelar ahora sería destripar la mitad de la historia.

A Lauren le daba igual salir a la calle en pijama, y más si era por sacar al perro. Cogió sus llaves, se puso una chaqueta y las zapatillas, y ató la correa en el arnés del perro. Larry estaba eufórico y a su vez le metía una prisa poco común a la dueña.

Save. [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora