Save. [Camren]

XIX

Lauren cogió la mano de Camila. Megan se quedó con los perros en la consulta. Ambas fueron a un sitio que la pequeña de las dos no conocía, pero que sin embargo al que Lauren no entró desde que todo lo malo desembocó... Desde que su padre murió.

Era duro decirlo, pero Lauren era incapaz de decir adiós a su padre. Siempre estaría ahí, solo fuese en el espíritu de todos aquello animales que salvó, o que al menos intentó salvar con toda su fuerza de voluntad, pues el padre de Lauren daba su vida a cambio de salvar la de los demás.

Si te paras a pensar, eso era lo que hacían los seguidores de las religiones... Pero el padre de Lauren no pisó una iglesia desde su propia boda. Realmente eso da que pensar. Una persona puede ser muy generosa y no tener absolutamente nada que ver con la iglesia. Hay personas buenas, de todos los pensamientos, de todos los colores...

Entraron en el despacho del fondo, el único que realmente era un despacho y no una consulta. En realidad el padre de Lauren no era partidario de lugares inútiles como ese pero en algún sitio tenía que guardar los historiales.

Aquel despacho, que Lauren rápidamente acomodó abriendo la ventana y dejando que la luz de la farola del parque del hospital entrase, era simplemente un cuadrado perfecto lleno de estanterías de madera antigua barnizada, con libros por todas partes. Todos con fechas, algunos de medicina, y otros de recuerdos, aunque esos eran una pequeñísima parte.

Lauren se acercó a los álbumes de recuerdos, Lauren conocía la pequeña colección de fotografías que estaba haciendo su chica, y su padre, cuando Lauren era una pequeña niña de ojos verdes siempre risueña, compró una polaroid y narró su vida a través de esta, y aunque la máquina de fotografías se estuviese haciendo vieja, siempre funcionó y por lo tanto todas las fotografías venían del mismo sitio.

La veterinaria se acercó a la mesa y se sentó en una de las sillas, antes que señalar otra silla como la noche que lo cambió todo en la azotea, señaló sus muslos y Camila entendió a lo que se refería.

Se sentó encima de ella y Lauren fue la que abrió el álbum de fotografías.

Estaba muy bien organizado, ya que Lauren heredó el orden de su difunto padre, por lo que las fotografías iban desde una pequeña Lauren, hasta acabar con Taylor y Chris abrazando a su hermana mayor. Su padre no salia mucho, pues era el que tomaba las fotografías.

-Siempre me acordaré de estos sábados... Todas las tardes pese a las negativas de mi madre, mi padre me llevaba a corderetas a la cocina y ambos hacíamos palomitas de caramelo que nos comíamos viendo películas muy viejas que yo no sabía que existían. Cuando trabajaba los sábados, siempre me llevaba con él y repetíamos la tradición.- Señaló la fotografía y en esta se podía ver a una Lauren sonriente con su cubo de palomitas de caramelo mirando a su padre quien si te fijabas bien, se reflejaba en los ojos verdes de su hija.

Cogió la fotografía y se la dio a su novia quien rápidamente negó con la cabeza.

-Lauren... Es tuya, son tus recuerdos.- La novia de Camila se abrazó a su cintura y dejó un beso en su hombro.

-He estado pensando... Y en tu pared quieres escribir tu historia. ¿No? Pues hagamos de lo que hizo mi padre una tradición, compremos palomitas los sábados y las podemos compartir escuchando música, o invitando a Trolly e hijo y volviendo a hacer lo que un día fue el desván.- A Camila le pareció una gran idea. Pero no contaba aún con que tenía que contarle su pequeño viaje de trabajo.

Camila se mordió el labio y cogió aire y miró a Lauren, acarició su mejilla y dejó un beso en sus labios.

-Me encantaría compartir los sábados contigo, y con ellos, de verdad... Pero hay algo que te tengo que contar y creo que eso pospondría un poco la tradición.- Se levantó de encima de Lauren y cogió su mano sentándose a horcajadas sobre ella para poder mirarla directamente. Dejó la fotografía sobre la mesa y se perdió en los ojos verdes de su chica, al igual que Lauren con el ceño ligeramente fruncido hizo en los ojos caramelo de su novia.