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James tomó una papa frita y se la llevó a la boca mientras trataba de sacarse la noche del viernes de la cabeza. Ese lunes, como era normal, había tenido pocas clases y se dirigió a desayunar con su amigo a la facultad de economía.

Repitiendo su ensayada rutina, él trató de consumir algo relativamente sano, mientras Vincent lo atiborraba de chucherías.

El clima estaba agradable, así que se sentaron en las mesas de piedra, donde el sol se filtraba entre las ramas de los árboles de manera ligera y el viento enfriaba sus mejillas. Era una mañana tranquila por lo que James no tenía nada más importante que hacer aparte de preguntarse como su amigo podía permanecer elegante y fino mientras comía como un cerdo. A veces, cuando lo miraba demasiado, se le quitaba el hambre.

Recostándose un poco sobre la mesa de piedra pudo notar la manera en que Vincent suspiraba y veía hacia un lado, mostrando en toda su postura desgane y aburrimiento.

—No sé por qué piensan que nadie se da cuenta —dijo, sin apartar la vista de la lejanía.

James se incorporó, girándose un poco para descubrir de qué estaba hablando.

Unas mesas más adelante, un par de chicos almorzaban juntos. Ellos se miraban de vez en cuando y compartían el traste donde llevaban la comida. Debieron pensar que se comportaban como dos amigos que se ayudaban con el almuerzo, sin embargo, era obvio que tenían una vibra de pareja. Cada vez que sus ojos se cruzaban, había un cierto coqueteo en ellos y rozaban sus manos de vez en cuando como si necesitase del contacto para sobrevivir.

—¿Se supone que tratan de ocultar algo? —preguntó, levantando una ceja, mientras trataba de revolver su inexistente cabello. Necesitaba un contexto, aunque con solo verlos podía hacerse una idea de lo que estaba pasando.

—Son Claus y Miguel, se supone que no están saliendo, Miguel es de artes, todos saben que es gay, pero Claus aún insiste en mantener todo en silencio dentro de la facultad —comentó, recargando el rostro en su mano derecha. Eran como Emma y Nico, o como muchos otros que preferían actuar conforme a la corriente para poder encajar en un mundo al que no pertenecían.

James suspiró, repitiendo las palabras de Vincent en su cabeza.

"Facultad de artes" en cuanto pensó en ello se le vino a la mente el rostro de del chico de la hamburguesería. Vincent le contó después de que salieron de la fiesta que también pertenecía a la facultad de artes y que se llamaba Donovan.

"Lo he visto por ahí, pero nunca nos cruzamos" Le había explicado, lo cual quería decir que lo conocía de su red de chismes.

¿Claus y Miguel lo conocerían también?

Frunció el ceño, no quería pensar mucho en el tema.

—¿Cómo te enteras de tantas cosas? —James tomó otra papa frita y la mordió—. Da igual, si ellos pudieran verse desde nuestros ojos, ese tal Claus se daría cuenta de lo ridículo que está siendo —comentó, soltando una risita. Entendía que nadie debía estar obligado a "salir" cuando no estaba preparado para ello, pero esos dos saltaban a la vista ¿A quién creían que estaban engañando? A sí mismos, tal vez.

—Claus va en mi salón —espetó, tratando de fingir que no le encantaba meterse en la vida de la gente—. Creo que tiene que ver con estar en economía, es un poco fuerte eso de ser gay cuando la palabra se relaciona siempre con colores y pluma —comentó, ganándose una mala mirada por parte de James—. Ey, no me veas así —se defendió—. Solo estoy hablando de una concepción social, no de mis pensamientos.

James soltó un suspiro.

—¿Dices que para Miguel es más fácil? —inquirió, dedicándole una mueca de ironía.

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now