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Prudence no había parado de hablar desde que se sentaron en la mesa. Le estaba contado que se unió al equipo de baloncesto de la escuela y les estaba yendo muy bien y además había bajado dos kilos desde entonces. Como ya estaba dejando de crecer, le preocupaba bastante su peso, aunque según Donovan no debería pensar demasiado el ello cuando había crecido hasta medir un metro setenta y cinco.

—¿También agregaste vegetales a tu dieta? —preguntó, al notar que su hermana, quien fue siempre principalmente carnívora, tenía un gran plato de verduras al vapor y una minúscula cantidad de carne en comparación con lo que solía comer.

—Sí, estoy volviéndome más balanceada, además, gastamos menos de esta manera —explicó, refiriéndose a los altos precios de la carne en casa.

Donovan se río.

—Ya veo ¿Estamos teniendo problemas de dinero? —preguntó, sin mirar a su madre, quien colocó un plato de verduras delante de él.

—Tu presupuesto está bien, pero Prudence quiere ir a un campamento en la playa —explicó, sin parecer en lo absoluto preocupada. Su madre era una mujer pequeña en comparación con sus hijos, por lo que era gracioso verla caminar alrededor de la mesa y que sus hijos, sentados, fueran casi de su altura.

—Va a durar una semana —explicó la chica, comiendo con ganas. Parecía que la actividad física realmente le estaba ayudando. Tenía dieciséis años, así que estaba en el punto máximo de su desarrollo. Donovan sentía curiosidad por saber si crecería todavía un poco más o se quedaría así.

—Y tenemos que pagar la cuota con una semana de antelación —siguió diciendo su madre, mientras fruncía el ceño—. Y por supuesto, Prudence todavía tiene que mejorar sus calificaciones —agregó, dedicándole a su hija pequeña una mirada de advertencia.

—Ya se, ya sé —ella soltó un resoplido—. No he reprobado ninguna materia por lo menos —se defendió, haciendo una mueca.

—Y soy feliz por ello —aclaró la madre.

Unos segundos de silencio precedieron al cambio de tema, después su hermana lo miró con una sonrisa enorme en los labios. Ella parecía radiante la mayor parte del tiempo y eso podía cansar a una persona taciturna como él, pero después de una temporada sin verse, su apariencia era refrescante.

—De todos modos ¿Conociste a James? Este año entró a tu universidad, así que seguro que se debieron ver en alguna ocasión ¿Cierto? —los ojos de Prudence brillaron de felicidad. Parecía realmente emocionada por la perspectiva de estar un poco más cerca de su ídolo. Marta, su madre, levantó el rostro, interesada en la conversación.

—Sí, lo conocí hace un tiempo, no había asientos en la hamburguesería que está cerca de la escuela y me senté a comer con él —explicó, consiguiendo que ella lo mirara, abriendo los ojos de par en par.

—¿En serio? ¿Y son amigos? Estoy segura de que es mucho más guapo de cerca —aseguró, ella parecía estar burbujeando de la emoción, tanto que se había inclinado en la mesa de modo que sus trenzas casi se metían en la comida.

Donovan le hizo una seña para que se estuviera quieta y ella retrocedió de inmediato, echándole un vistazo a su mamá, que parecía estar esperando a que hiciera alguna tontería para regañarla. Prudence había crecido mucho en el último año, por lo que se había vuelto extremadamente torpe y ya casi se había cargado una vajilla entera.

—Somos amigos —aseguró Donovan—. Salimos por ahí de vez en cuando —agregó. No estaba comiendo y su madre concentro su atención en él—. Y sí, probablemente sea más guapo de cerca —Su hermana lanzó un grito, estaba incluso más feliz que él.

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now