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—Donovan —James lo miró un momento. La cara del chico estaba roja, respiraba con cierra dificultad y sus labios se encontraban entreabiertos, tratando de compensar el aire que su nariz no alcanzaba a enviar a sus pulmones. Incluso parecía que su cabello había sido sacudido por alguien, estaba muy alborotado. Él se giró hacia Skylar y esta le sonrió con cierta culpa, porque sabía que a su amigo no le gustaba que se metieran en su vida amorosa, sin embargo, viendo la situación, encontró pertinente intervenir un poquito.

—¡Taran! —Skylar señaló a James con las manos abiertas—. Bueno supongo que debería perderme un rato, creo que pediré algunas muestras en los puestos de adelante —dijo, encogiéndose de hombros y prácticamente huyendo de la escena.

Donovan no le prestó demasiada atención, pero se dijo que tenía que invitarla a comer después de eso. Luego se concentró en James, que le miraba con los ojos más dulces que hubiese visto jamás, rodeado de luces y viéndose como un maldito ángel en medio de aquel paisaje cotidiano. Donovan se tomó su tiempo para observarlo, porque quería guardar esa imagen con claridad el mayor tiempo posible.

—¿Donovan? —el chico buscó su mirada, un poco incómodo por el repentino silencio de su interlocutor. Sus manos temblaban de manera casi imperceptible y en ellas sostenía una nota que se había arrugado un poco por culpa de los nervios.

—Hola —sus palabras salieron sin pensar y de repente Donovan se dio cuenta que estaba siendo torpe y eso lo desconcertó tanto como para parecer sorprendido e incómodo—. ¿Qué haces aquí? —preguntó, arrepintiéndose de inmediato. Sentía que aquella pregunta podía ser malinterpretada en aquel contexto.

James se cohibió un poco, pero después recuperó su confianza y le entregó la nota. Donovan la tomó con una delicadeza impropia de manos tan toscas como las suyas, pero bastante coherentes con las de una persona que estaba acostumbrada al uso del pincel.

El corazón de James dio saltó cuando los ojos de Donovan se posaron en la nota. Era la mima que llegó con el cuadro, pero al reverso escribió un mensaje nuevo, una respuesta.

"Tú eres la luna en mi firmamento, la luz que ilumina mis noches oscuras"

Donovan entreabrió los labios, mirándole con una mezcla de emociones palpable en su rostro usualmente inexpresivo.

—Lo siento —James no pudo evitar hablar—. No soy muy bueno con las palabras —aclaró, sintiéndose avergonzado por la manera en que había decidido contestar al mensaje de Donovan. Su confianza se estaba esfumando y comenzaba a mortificarse por haber hecho aquella ridiculez.

—No estoy de acuerdo, pero si me gustaría un poco más de claridad —dijo, mientras sus labios formaban una sonrisa conciliadora—. ¿Qué significa esta respuesta?

—Amm... —James miró a todos lados, y luego se encogió un poco antes de responder—. ¿Cuál era la pregunta?

Donovan guardó silencio, un poco consternado por la charla, pero poco a poco se dio cuenta que había cometido un grave error al interactuar con James. El pobre lo miraba confundido y también parecía estar pidiéndole disculpas. Desde luego, no estaba muy seguro de lo que estaban haciendo y había respondido tratando de imitar su idioma, pero Donovan escogió las maneras equivocadas desde el principio, porque si quería comunicarse con claridad, sus mensajes no debían ser deliberadamente abiertos a la interpretación. Aunque James pudiera parecer una obra de arte, no lo era en lo absoluto y tenía una personalidad caótica que tendía a ver demonios donde no los había.

—También me gustas —aclaró, sintiéndose como un estúpido—. No era una pregunta —su voz sonó una nota más grave, estaba tratando de no reír, porque, aunque no fue su intención había terminado enredando las cosas por completo—. Lo siento si te confundo, creo que no soy tan bueno ligando como pensaba.

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now