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El día se les pasó volando y como se dejaron llevar por el ambiente al final terminaron participando en un partido de voleibol. Donovan era pésimo, tanto que parecía una broma, pero se divirtieron jugando.

Por supuesto, James hizo una nota mental para asegurarse de nunca perder a Vincent como su compañero de equipo. Si tuviera que contar con Donovan para pasar una tarde extra en la playa, entonces tendría que renunciar a sus vacaciones desde el principio.

Después de eso nadaron un rato, el sol todavía era bueno, aunque pronto ya no sería adecuado para vacacionar, por lo que se sintió afortunado de disfrutar de los últimos días en los que podrían turistear en la playa.

En algún punto, cerca del atardecer, Donovan comenzó a andar, aparentemente sin rumbo alguno. A esas alturas James ya estaba seco y tenía la piel tostada por el sol (por suerte Donovan tenía un bloqueador a prueba de agua entre sus cosas o habría terminado quemado) por lo que le sorprendió que todavía hubiese puntos pendientes en la agenda.

—¿Qué haces? —James trató de no demostrar que tenía problemas para seguirle el paso. El andar perezoso de Donovan era más de lo que una persona de altura normal podía manejar.

—¿Paseo por la playa? —preguntó con una sonrisa, girando el rostro hacia el paisaje que se encontraba parcialmente despejado. James no pudo evitar notar que había bastantes parejas disfrutando de la puesta de sol, parecía que Donovan no era el único que consideraba aquel sitio romántico.

Delante de él notó como el atardecer teñía el mar de tonos naranja, mientras el viento soplaba sobre su rostro, alejando un poco la sensación de calor que había unas horas atrás.

El atardecer duraba poco, por lo que James trató de disfrutar del paisaje todo lo posible mientras intentaba alcanzar a Donovan.

—¿Vamos a algún sitio en especial? —preguntó y Donovan señaló un lugar específico de la playa, cerca de algunas palmeras, donde la marea no alcanzaba a llegar.

A James no le pareció que hubiera nada de especial en aquel lugar, pero de todas formas lo siguió y se sentó a su lado cuando Donovan extendió la toalla que llevaba al hombro. Era una situación muy extraña, pero trató de no pensar de más en lo que estaban haciendo.

—Aquí es donde coquetee con la protagonista —explicó con una sonrisa divertida en el rostro. James se le quedó mirando, por un momento no supo que decir, pero luego correspondió a su sonrisa.

—¿En serio? Supongo que te rechazó —dijo, imaginándose la clase de historia que los chicos de cine escribieron para su cortometraje.

—Más o menos, llegó su novio y se molestó, después de eso perdí el interés y me marché para dejarlos pelear —explicó, muy serio.

—Vaya, me imagino que fue una historia muy original —por supuesto, estaba siendo irónico cuando dijo aquello—. ¿Quien escribió el guion?

—Bubbles —respondió Donovan con simpleza—. No es la más arriesgada del grupo, pero tenían que iniciar a los nuevos y ella fue la única que presentó una idea de donde podía sacar algo —aclaró, estirando las piernas, las cuales se salieron de la toalla, llenándose de arena. James abrazó sus rodillas para evitar que esto le pasara, no porque le importara ensuciarse, sino por costumbre.

—Bubbles —repitió, recordando a la pequeña y adorable chica que había actuado como una idiota para impresionar a un chico. James miró hacia el mar sin decir otra cosa porque no le gustaba dirigir las conversaciones hacia lugares desagradables, pero no estaba seguro de haber sido lo suficientemente cuidadoso con su tono, porque Donovan pareció darse cuenta.

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now