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James público una foto del poster que anunciaba su próximo partido junto a un mensaje escueto que ponía: ¡A ganar!

Donovan y Skylar estaban revisando sus teléfonos cuando apareció la imagen, anunciando la fecha, la hora y el lugar.

Para Sky aquello solo fue información de poca relevancia, pero Donovan no parecía verlo de la misma manera. El chico se detuvo un momento sobre la imagen y le regaló un corazón. Últimamente parecía demasiado pendiente de su instagram y James también estaba subiendo más fotos de lo usual. Ella no quería unirse al grupo de teorías conspirativas, pero parecía que algo estaba pasando.

—Tenemos que ir a este juego —Donovan abandonó el silencio en el que se había sumido de forma repentina y aunque su voz era modulada, sonó como un grito en la habitación. De inmediato ella frunció el ceño ante la petición, Sky siempre estaba ansiosa por salir, pero Donovan era un impedido en esos temas y sobre todo, odiaba los lugares demasiado ruidosos.

—¿De qué rayos estás hablando? A ti no te gustan los deportes —espetó, girándose hacia él para encararlo. Últimamente Donovan estaba raro, era cómo si una raza alienígena se hubiese robado al verdadero para reemplazarlo por uno de los suyos. Aquello le hizo preguntarse si debería echarle agua y esperar a que se transformara en un monstruo.

—Bueno, no que tú sepas —comentó con una casi imperceptible sonrisa en los labios. Los últimos días parecía que la mayor parte del tiempo trataba de tomarle el pelo. Donovan se enorgullecía de ser un experto en darle la vuelta a las conversaciones y también disfrutaba de las variadas respuestas que le daba Skylar para expresar un mismo sentimiento: confusión.

—Estoy casi segura de que nunca has ido a un partido en tu vida —espetó ella, tratando de mantenerse firme en su postura. Él soltó un suspiro.

—En eso te equivocas, yo he ido a partidos ¿Sabías que Prudence es fanática de los Red Foxes? —Donovan asintió, recordando el único encuentro al que fue, tiempo atrás, técnicamente su amiga estaba equivocada, él había ido exactamente a un partido antes. Ella lo miró con desconfianza, preguntándose si sería prudente tirarle del cabello para tratar de descubrir a la criatura extraña que estaba sustituyendo a su amigo.

—¿Se supone que debo creerte? —inquirió, cruzándose de brazos.

—No hay razón para no hacerlo —espetó, sonriendo, ahora de forma descarada—. De todas formas, no sé por qué tanta alarma, quiero ir a un partido de básquet, no es el fin del mundo —Donovan tenía en el rostro esa mueca que ponía cuando planeaba salirse con la suya. Skylar resopló, sabiendo que aunque no quisiera lo acompañaría.

Y así fue.

Cuando llegó el fin de semana y se dirigieron al pequeño estadio donde se realizaría el encuentro, Sky se sorprendió al notar que de hecho Donovan parecía bastante familiarizado con todo. Sabía dónde comprar las entradas, escogió un buen lugar en las gradas y en general parecía moverse como pez en el agua.

Ellos se sentaron y la chica se sintió ligeramente intimidada cuando la porra comenzó a gritar. Por supuesto, no era una novata yendo a partidos, le gustaba ir a algunos de vez en cuando, pero de todas formas se sorprendió por la intensidad con la que esa gente gritaba frases de apoyo. Donovan, por su parte, no parecía muy emocionado, aplaudía con los demás y se levantaba con el resto, pero aquella actitud ya decía mucho de lo interesado que estaba en aquel encuentro. Si estuviera aburriéndose ya le habría dicho que se largaran.

Skylar sonrió y se dejó llevar, uniéndose a la porra con todas sus energías, decidida a apagar su cerebro y disfrutar del momento. Los ánimos estaban caldeados, los Red Foxes parecían estar discutiendo entre ellos, pero James jugaba de maravilla y no pudo evitar querer apoyarlo. El chico le despertaba mucha simpatía y al resto de la porra también, porque la mayoría se indignaba e insultaba a su propio equipo cuando estos insistían en excluir a quien se notaba a leguas, era el mejor jugador, para tratar de resaltar.

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now