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Era domingo por la noche y él todavía tenía el paquete cerrado. La mañana del día anterior pensó en descubrir de una buena vez lo que había en su interior, pero la caja tenía atorada una pequeña nota con el remitente y se había muerto de miedo al ver que se trataba de Donovan.

Por supuesto, él pensó mucho en todo el asunto de superar sus temores, de ser fiel a sí mismo, pero tenía la sensación de que, si abría el paquete ese día, comenzaría a sentirse ansioso por ver a Donovan. Si ya de por sí no podía dejar de contar los minutos para que volvieran a encontrarse, no quería imaginar lo que pasaría después.

—¿Qué tienes? ¿Por qué no lo has abierto todavía? —preguntó Vincent susurrando, mientras se acomodaba a su lado en la cama. Todavía parecía algo trasnochado del día anterior, así que se había puesto una mascarilla para "mejorar la consistencia de su piel".

—No estoy listo todavía —explicó, soltando un suspiró—. Voy a abrirlo, pero todavía no es el momento —agregó, guardándose el hecho de que los nervios no le permitirían hacerlo.

—¿Y cuándo será el momento? —Vincent parecía relativamente distraído. Había comenzado a mandarse mensajes con una chica llamada Rosie desde esa mañana y parecía que la cosa progresaba sin demasiados contratiempos, pero su amigo todavía parecía estar decidiendo si había una chispa o aquello se quedaría en nada.

—No lo sé, quizás lo abra el martes, cuando Donovan esté por aquí. Skylar me prometió que me llamaría cuando lo viera —aseguró, estirando las piernas en el colchón, mientras echaba un vistazo a su celular de manera inconsciente.

—¿Y qué tal si es algo impactante? —Preguntó, levantando el rostro de la pantalla para dedicar toda su atención al paquete—. ¿No sería más adecuado que absorbieras la información antes de hablar con él? —Vincent siempre decía las cosas como si fueran nada, pero sus palabras a veces golpeaban fuerte a James.

—¿Algo como qué? —inquirió ladeando el rostro. Su amigo se encogió de hombros y juntos miraron un rato más el paquete antes de que James soltara un suspiro—. Ayúdame a buscar unas tijeras.

En realidad, las palabras de su amigo tenían sentido. Si Donovan había enviado el cuadro desde varios días antes, al menos debió haber previsto en qué fecha llegaría a sus manos. Quizás tuvo en cuenta el puente vacacional, por lo que decidió que debía ser abierto ese fin de semana, tal vez con el objetivo de que supiera algo antes del próximo martes.

—Aquí está —Vincent sacó unas tijeras moradas de uno de sus cajones olvidados. Estas eran lo bastante grandes como para no tener problemas con el cartón y llevaban un tiempo abandonadas en su desastroso cuarto.

—Dámelas —pidió, al tiempo que se las arrebataba de las manos. Vincent no dijo nada, pero levantó una ceja, mientras miraba con atención el modo en que James destrozaba la caja poco a poco hasta que el contenido de la misma quedó al descubierto. El joven manos de tijera habría estado muy orgulloso de él.

—¿Un cuadro? —preguntó, frunciendo el ceño. James ladeo el rostro antes de desenvolver por completo el objeto y colocarlo en una silla para contemplarlo en su totalidad.

Era una pintura, enmarcada de manera austera y parecía sacada de un sueño de fantasía.

—¿Qué es eso? —Vincent se quedó en blanco, sobrecargado por la variedad de imágenes y texturas que componían la imagen, si se fijaba bien, podía notar con claridad las pinceladas que se quedaron grabadas en el óleo.

—Es un rostro —aseguró, un poco confundido. Tratando de comprender el significado de aquella imagen.

—¿Ese eres tú? —su amigo se le quedó mirando un momento, causando que James le devolviera la mirada con una expresión de desagrado.

—Por supuesto que no —espetó con rapidez. Vincent lo miró de arriba abajo.

—Pues a mí me parece que sí —él lo tomó de la barbilla para girarle el rostro y después de una inspección rápida se concentró en el cuadro—. Si, se parecen. Tienen los mismos ojos.

James soltó un resoplido y no dijo nada más, aunque era obvio que no lo estaba tomando en serio.

Luego se dedicó a examinar el cuadro frente a él. En la pintura predominaban los azules en todos los tonos y la textura parecía oscilar entre un mar y un cielo estrellado. Entre las pinceladas que parecían puestas de manera fortuita, se asomaba la silueta de un rostro, cuya parte más evidente eran los ojos. Unos ojos brillantes que lloraban estrellas. James no supo por qué, pero se sintió sobrecogido.

Realmente quería encontrar respuestas a la relación que tenía con Donovan, pero era un tipo muy esquivo para él. Su mensaje parecía poco claro, encriptado ¿Que significaba aquel cuadro? De inmediato se sintió aliviado por escuchar a su amigo, no se imaginaba hablando con Donovan inmediatamente después de contemplar la pintura.

—Oh, mira esto, hay una nota —Vincent recogió de entre la basura de cartón y papel una nota cuidadosamente doblada y que tenía escrito el nombre de James con rotulados—. Dice, de Donovan, para James, "Eres... —su amigo ya estaba leyendo cuando James le quitó la nota de las manos—. Oye, que no se te haga costumbre hacer eso porque un día de estos vas a arrancarme los dedos y eso sería muy grosero —espetó, entornando la mirada.

—Lo siento —James le pidió una disculpa distraída, mientras se concentraba en el mensaje, escueto, poco claro y con la marca personal de Donovan. Casi lo leyó con su voz.

"Eres mi cielo estrellado, el que quisiera ver antes de morir"

Vincent se asomó por encima del hombro de James y abrió los ojos con sorpresa. Después miró el cuadro una vez más. Parecía que habían encontrado la pieza faltante del rompecabezas, la que le daba sentido a todo.

James apretó los dientes y sintió que se le encogía el estómago, estaba tan nervioso que le temblaban las manos.

—¿Puedes revisar la dirección? —preguntó—. No estoy seguro que de que sea para mí.

Sin decir una palabra, Vincent revisó la caja y miró la etiqueta. Enseguida se la enseñó, no había duda, el paquete había llegado a su destinatario.

—No sé lo que significa —dijo en voz alta, dejándose caer en el suelo, mientras observaba el cuadro con detenimiento. Vincent suspiró, acomodándose a su lado y contemplando la obra bajo una nueva luz.

—Yo creo que sí lo sabes.

—Yo creo que sí lo sabes

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El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now