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Un año y medio después

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Un año y medio después

Un año y medio transcurrió repleto de desgracias, desafortunados hechos y amores perdidos, donde su ausencia dolía y las lágrimas recorrían mi cuerpo como un pequeño arrollo desértico. El rencor permanecía, la venganza se hacía carne propia y los deseos de destruir todos mis recueros pavorosos persistían.

Unas largas temporadas intentando comprender a mi padre y su venganza corrompida. Un plan realmente inalcanzable con pérdidas en el camino, mentiras al viento, había perdido todo lo que sembró destrozando a muchas personas en el proceso por su simple ceguera, por el hecho de un amorío irracional. Lo hizo, destruyó a dos familias enteras y a pesar de eso, no se lo veía para nada descontento. Era mi padre biológico, pero se había vuelto un completo desconocido para mí.

Una larga vuelta al sol recapacitando sobre dos venganzas, una necesitada, pero la otra fue muy inteligente. Los Pierce eran trágicos, su vida fue una mierda representada en su día a día, pero su actuación fue maravillosa, logrando que pudiera ver un simple polvo de estrellas en lugar de las llamas que incendiaban su interior por venganza.

No los culpo, realmente no cupo a nadie, cada uno tenía sus motivos por los cuales llevar a cabo su plan. Más bien, me culpo a mí por ser ingenua y no haberme dado cuenta de ante mano. En realidad, si hubiese entendido las advertencias y las hubiera seguido al pie de la letra, ahora mismo no seguiría destrozada por Dereck Pierce.

Él fue mi luz y al irse, apagó toda esperanza en mi ser. Creí tanto en él, en sus palabras, confié en aquellos brazos fuertes y atléticos que me sostendrían, pero en esta caída libre, no logró sostenerme.

Este amor fue adverso, ambos seguíamos ardiendo a pesar de las cenizas que quedaron en nuestro camino, las llamas no se apagaban y más allá de su traición, entendí con su última y única carta entregada, que él me amaba de verdad.

A pesar de eso, el tiempo transcurrió con lentitud y verdaderamente lo aborrecí, sentía angustia todo el tiempo, las noches en mi habitación eran temerarias y la soledad era mi único aliado. Mis lágrimas acompañaron las de mi hermana por muchos atardeceres y noches de insomnio, hasta que un día, tan común como cualquiera, sonreímos.

Nuestras miradas eran esclarecidas, cada vez reíamos más a pesar del dolor, de la inquietud que padecíamos en el solitario departamento rentado. Pese a que ambas éramos mayores de edad, mi padre dejó un abogado y con él, el dinero que, según él, me corresponde por mes para que ambas podamos resistir un buen tiempo.

Por algún motivo, sentía que, a pesar de que hayan perdido absolutamente todo lo que estaba a su poder, Ariel había recaudado dinero pues, él estaba al tanto de que algo podía llegar a pasar en un futuro. Ariel comprendía que Mia no era su hija biológica, no la amaba como una y por ese motivo, al no tener dinero suficiente para ambas, con mucho fastidio, se sintió obligada a buscar un trabajo el cual, a pesar de sus intentos en su búsqueda, no logró tener éxito.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now