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- Que placentero es volver a escuchar tu voz, hija.

La mano que sostenía el teléfono móvil pegado a mi oreja comienza a temblar, y pensaba que la estabilidad de mi cuerpo no soportaría más tiempo en pie. Me estaba derrumbando lentamente, todo mi interior se hallaba en ruinas, dejando que mis piernas se conecten al piso con ramas imaginarias, pero resistentes.

Trago grueso, y observo fijamente hacia el exterior, dejándome situar en tiempo y espacio, intentando comprender que su voz era real, y no mi extensa imaginación.

Realmente mi mente podía estar jugando conmigo debido a las pláticas interminables sobre Zack y Ariel Mills, y las situaciones recurrentes donde la muerte parecía desearnos. Pero no, su respiración cruzaba toda la línea telefónica y chocaba contra mi tímpano, permitiéndome apartar el aparato un par de centímetros de la oreja.

Por presión, solo mis ojos se desviaron hacia un lado, examinando de reojo la silueta de Dereck, la misma que comenzaba a aproximarse a mi paradero con moderación. Él podía sentir la tensión, esa que solo mi padre lograba emanar y encender todos mis nervios.

Sin embargo, me centre en la llamada y dejando atrás a quien intenta tocar con su mano mi hombro, abro la puerta de la cabaña hasta que el aire frio del campo me azota como una lenta pero cruda abofeteada.

- ¿Por qué me estas llamando? – le pregunte con tanta irritación, que no me contuve en mover mis pies de un sitio a otro.

- Yo te he enseñado modales, Samanta – recalca satírico -. Si una persona que no te ha visto en dos años te llama, y mucho más si es tu padre, deberías saludarme bien.

- Voy a demostrar modales con quien crea que se lo merezca, no contigo.

- Oh, ¿ahora yo soy el malo de la historia?

- ¿Acaso no lo eres?

- Todos somos los villanos en una historia mal contada.

- Qué suerte que a la historia la pude vivir en carne propia para entender quien es el villano.

Sentía que, mas allá de que la caminata se hacía extensa a tal punto de rozar la salida del jardín delantero, mi cólera no declinaba. Ya no deseaba hablar con él, no quería hacerlo, y estaba dispuesta a colgar la llamada cuando su voz vuelve a hacerse oír.

- Entonces, ¿tú consideras villanos a los que intentaron matar a tu hermana y a ti en ese apartamento hace unos días atrás?

Detuve los pasos, y la punta de la nariz comenzó a darme ligeros hormigueos, pronosticando que en cualquier momento mis lágrimas comenzarían a caer por mis mejillas. Las retuve, sabía que llorar no serviría de nada en este momento.

- Lo supiste – masculle.

- Claro que sí. Se absolutamente todo lo que ha sucedido, Sam. Quizás se mas de lo que tu sospechas, y no me cabe dudas que la persona que lo hizo fue un Pierce. Específicamente, un gemelo.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now