-2-

7.9K 516 191
                                    

La inexplicable angustia que padecía era insana, la locura automática me dañaba las entrañas y mi cuerpo desprendía calor, humo negro de pura desesperación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La inexplicable angustia que padecía era insana, la locura automática me dañaba las entrañas y mi cuerpo desprendía calor, humo negro de pura desesperación. Haberlo visto, volver a ver su rostro una vez más, me hizo dar cuenta que seguía atada a un recuerdo que no olvidaba.

Mi hallaba sentada sobre una banca roja de terciopelo roja, Eren hablaba en voz alta, imponiendo acato, derrochando risas por arriba de la música, pero mi mente se hallaba en otro plano, pensando en el suceso previo y como mis manos no dejaban de temblar por debajo de la pequeña mesa redonda. No quería beber más, esperaba con ansias que la celebración acabara para poder correr a mi cuarto y esconderme allí donde me sentía segura.

Quizás fueron mis gestos, la mirada perdida que expresaba mis emociones más ocultas, Eren las había descifrado y tan rápido como se percató de ello, se elevó de su asiento expresando que se sentía muy mareado y necesitaba irse de inmediato.

Actuó como ebrio y por suerte, Caterina y Milena, le creyeron. Me pidió que lo llevara a su casa, pero me resultaba un poco imposible conducir en este estado tan deplorable y con alcohol en sangre, por lo cual acepte, sin embargo, no iba a conducir.

Eren estaba muy fresco y por suerte, una vez fuera del establecimiento me arrebató las llaves del coche y me ayudó a introducirme en el asiento del copiloto, donde al apoyarme sobre el respaldo un gran suspiro cargante salió por mi boca sin previo aviso. Él montó el coche y al encenderlo, partió con lentitud por la avenida más transitada de San Francisco, donde la juventud aun vagaba por las calles y las luces incandescentes eran la atracción principal.

Sentía su mirada penetrante, sus almendrados ojos inspeccionando mi estado actual sin acotar nada al respecto, sabía que algo había ocurrido, algo en verdad grave, pero mantenía la cordura y respetaba mi silencio, sabiendo que cuando estuviera lista hablaría de ello.

Aparcó el coche al lado de la acera ya que, por el momento, el departamento rentado no poseía garaje y con cuidado, luego de bajarse del vehículo, abrió la puerta del copiloto para poder ayudarme en el descenso. Mis piernas temblaban, pero le agradecía mentalmente por sacarme de ese lugar.

- No tenías por qué hacer eso. – Me sentía agradecida, pero angustiosa por haber interrumpido su festejo.

- ¿Sacarte de allí? – Preguntó curioso. Al fijar su mirada en mis pupilas dilatadas, sonrió de lado compasivo – No podía dejar que sufrieras en silencio, tu tampoco deseas expresar que sucedió en Urban City y lo comprendo, solo espero que esta noche puedas dormir bien.

Apretó sus labios y sus ojos se iluminaron.

- Gracias por traerme, Eren. – agradecí formal – Pero, ¿Cómo te iras tú?

Soltó una pequeña risa ahogada y su mirada cayó al suelo, logrando que su cabello color oro, húmedo y largo declinara sobre su frente.

- No te preocupes, tomare un taxi. – sonrió haragán.

Suplicarás © (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora