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Dereck tomó el control del coche, permitiéndome decaer en el asiento del copiloto

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Dereck tomó el control del coche, permitiéndome decaer en el asiento del copiloto. Pese a que todavía no podía recuperarme de sus besos que me envolvían en una tentación certera, había caído en la cuenta de que en solo minutos vería a mi padre.

Ariel tenía una clara imagen de mi aspecto, y estaba segura de que su imagen se había deteriorado a cada diminuto paso que circulaba por su celda. Lo ilustraba en mi mente con insania, como si fuese una persona totalmente diferente a como lo recordaba; aquel hombre que un día me traía rosas de chocolates de sus viajes había desaparecido. Ya no lo conocía, o quizás jamás lo conocí realmente y todo ese tiempo en convivencia solo fue una simple mascara para ocultar sus verdaderas necesidades e intenciones. Dolía pensar en que, quizás, nunca me había querido realmente.

Debía preguntar por mi madre. No tenía conocimiento sobre su situación actual; si aún seguía recluida o se hallaba a solo dos pasos de la libertad y eso me hacia una horrible hija. Especulaba que, si Ariel estaba suelto, tal vez ella también gozara de libertad. Al fin y al cabo, mi madre, Loren, aun seguía siendo la mujer más hermosa a sus ojos pese a todo lo ocurrido.

Debía saber que necesitaba específicamente de mí, porque aunque entendía que me quería para acabar con un trió de psicópatas, - o eso esperaba que fuera después de haber visto a Ross, Sky y Zack juntos por última vez – pensaba que mi cabeza no daría abasto con tantas sumas y consecuencias. A su vez me mentalizaba en que no penetraría mi cabeza con sus palabras delictivas. Sabía a quien amaba y a quien odiaba, y mi padre se hizo odiar luego de que el amor que tenia hacia él se esfumara con el sonido de letras continuas penetrando mis oídos.

Ya no era una familia. Comenzaba a ser la guerra que jamás quise.

Antes de colocar el auto en marcha, Pierce teclea sobre su móvil, dándome a entender que se hallaba enviando un mensaje de texto. Me coloco el cinturón de seguridad y ladeo la cabeza intentando ver el nombre del remitente.

- Es para Jacob – Comunica ante mi incertidumbre -. Si algo nos sucede en el camino o con tu padre, por lo menos alguien sabrá que sucedió con nosotros.

- Lo dices como si fuéramos a desaparecer.

- ¿No crees que pueda suceder? – Me consulta mordaz – Ese hombre hace un trabajo excelente en desaparecer cualquier cosa que moleste en su camino para su conveniencia.

- Se que es un hombre horrible – asiento confirmando sus palabras -, pero aun confío en que no hará nada para lastimar a su hija. A su única hija – recuerdo disgustada.

- Quizás a ti no te haga nada, pero cuando sepa por los gorilas que debe tener de guardaespaldas que yo estoy acompañándote, lo más seguro es que quiera matarme lo más rápido posible – opina severo aun con los ojos sobre la pantalla iluminada.

- Tú ya no eres una amenaza para él.

- El rencor le recuerda que yo fui una de las personas que lo envió a la cárcel – me observa de soslayo, frunciendo su ceño con cólera y dejando el celular sobre sus muslos aun encendido -. Sí, me matara cuando me vea.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now