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El abrazo duró una eternidad en el tiempo transcurrido en la tierra, pero en nuestro pequeño mundo sólo habían durado segundos

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El abrazo duró una eternidad en el tiempo transcurrido en la tierra, pero en nuestro pequeño mundo sólo habían durado segundos. Sabía que él deseaba que nos quedáramos un rato más así, abrazados tal y como estábamos, pero no podíamos alargar la situación. No podíamos permitir que algo más grotesco pudiese ocurrirnos estando cerca de la playa y solos, rodeados de silencio.

Cuando me separe de él, pude ver que poseía una pequeña sonrisa en su rostro, una que me gustó distinguir después de expulsar tanto sufrimiento. Le devolví el gesto invitándolo a que ingresara una vez más al coche.

No insistió o rogó, sabía que debía llevarlo conmigo a la cabaña y no por el hecho de que sea una ayuda mas, más bien ambos teníamos un mismo objetivo, queríamos lograr el mismo cometido y además de eso, tenía mucha confianza en él.

Además, sabía que Eren no quería que tanto Mia como yo nos quedáramos solas en esa cabaña junto a los Pierce después de haberle contado todo, y por algún motivo, luego de lo que había sucedido con su hermano, sentía que no quería desprenderme de su lado.

Quizás era lo correcto, quizás no, pero ya estaba el coche en marcha por la avenida más transitada de la urbe hasta llegar a la ruta para colocarnos en marcha hacia la cabaña de Jacob. Como un recuerdo vago, recordé a mitad de camino la motocicleta estacionada en ese pasadizo.

Le pedí a Eren si podía conducirla, ya que las llaves de su motocicleta aun seguían en la guantera de mi coche, y al pedirle aquello sabiendo de quien era el moto vehículo se negó tantas veces, que después de la insistencia, con mirada cansada aceptó.

Viajamos hasta el sitio y al mirar la motocicleta suspire con alivio. Aun estaba allí, tal y como la había dejado. Me sorprendió el hecho de que nadie la haya robado.

Le di las llaves y al colocarla en marcha, sin más preámbulos, sabiendo que no tenía su licencia o un casco de protecciones, con miedo marchamos por la carretera. Lo guie hasta el pueblo y por suerte en el recorrido de más de una hora todo había salido más que bien. Agradecía mentalmente que no hubiera policías en el camino y más aun que el tanque de gasolina de la motocicleta estuviera lleno.

Un semáforo en rojo nos detuvo a medio camino, donde la avenida principal del pueblo estaba desolada y solo un par de niños jugaban al futbol en la acera mientras dos personas de edad avanzada nos observaban curiosos desde la comodidad de sus sillones en su jardín abierto.

- Qué lindo pueblo. – Comentó Eren aun sobre la motocicleta. Su brazo se apoyó sobre la ventanilla baja del coche y lo mire enseguida.

- Parece muy tranquilo.

- Demasiado. Hasta siento que puedes cometer un asesinato y nadie se daría cuenta.

Entorne mis ojos sin desviarlos de los suyos que me observaron por unos ínfimos segundos para centrarlos en el semáforo.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now