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La casa estaba en soledad otra vez y la lluvia no cesaba

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La casa estaba en soledad otra vez y la lluvia no cesaba. El sonido de los pequeños golpeteos sobre las ventanas alcanzaban mis débiles oídos causando que me estresara aun más de lo que me encontraba. Me hallaba endeble, derrotada una vez más por la misma persona.

Mis ojos inflamados, ardorosos y llorones me impedían una visión correcta. Mi enfoque nublado era mi ruina, anubarrado por las lágrimas que no deseaban desprenderse de mi cuerpo y resistían ante la tentación.

Aun seguía de pie mirando la puerta principal como si aquella fuese la única postura que lograba ejercer: recta, silenciosa y con las manos temblorosas. No podía pensar en otra cosa que no sea en Zack Pierce. Estaba en la ciudad y no sabía cuales serian sus próximos movimientos, pero estaba al tanto del pánico que eso lograría causar en un futuro cercano.

Sabía las medidas que debía tomar a partir de este momento. Esto ya no era como en Los Ángeles, todo a mi alrededor había empeorado de forma monumental y por solo segundos sentí la garganta estrecha al recordar sucesos antiguos entendiendo que todo aquello volvería a ocurrir, solo que esta vez no sabía si en verdad alguien seguiría en pie.

Entonces, debía ser rápida y actuar antes de lograr sollozar una vez más. Al no saber por dónde comenzar, me desespere.

Un breve llamado al celular de Mia persistía. Un lento pipado intenso me recibía e incitaba a que volviese a marcar su número las veces que sea necesario. No atendía su teléfono y comenzaba a ponerme nerviosa.

No sabía dónde estaba exactamente, si en la casa de su compañera o en algún club nocturno de la ciudad, pero la desesperación me carcomía cada musculo de mi cuerpo y actuó a voluntad propia cargando las llaves del coche y saliendo del departamento.

El frio atacó mi piel y un leve temblor me recorrió por completo, revelando que no traía conmigo un abrigo lo suficientemente grueso, pero era lo que menos me importaba en el momento. Corrí ágil hasta el coche con una velocidad inalcanzable, pensando todos los sitios habidos en la urbe y en cuales ella podía estar.

Estaba tan cegada, tan centrada que no me percate de la persona que estaba apoyada sobre el capó del coche. Había pasado de él por completo; sus brazos se encontraban apoyados sobre sus pectorales opacando el frio que lo envolvía, así como su cabeza se hallaba cabizbaja. Una vez que presenció mi huida, no dudó en elevar la mirada y sin moverse, mirarme fijo.

Podía ver como Dereck temblaba. El frio era aterrador, congelaba gran parte del ambiente y su cuerpo no era la excepción. Tenía ropa abrigada, pero no lo suficiente para pasar la noche en las afueras. El impulso de amor que aun sentía hacia él me insistía una y otra vez en invitarlo al coche, pero me controlaba lo suficiente para saber que aun estaba frenética por el suceso anterior.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunte al fin luego de varios segundos de cruzar miradas indiscretas.

- Nunca me fui. – declaró.

Suplicarás © (2)Where stories live. Discover now