•Segundo libro de la bilogia "Arderás".
(Para leer este libro, es necesario leer la primera parte titulada "Arderás")
Samanta piensa que el destino es un simple juego de supervivencia, que las casualidades son solo para valientes y la destrucción qu...
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Con la poca fuerza física que me quedaba, arrase con el cuerpo de Eren por todo el estacionamiento hasta llegar a mi coche donde, después de abrir la puerta del copiloto y lograr que se introdujera en su interior. Cerré con fuerza la puerta y rodeé el coche no sin antes echar un último vistazo al bar nocturno donde había ingresado Dereck junto a sus compañeros quienes no tenía conocimiento de cuáles eran sus intenciones con él y su alrededor en principal.
Sus apariencias eran esenciales para cubrirse de la ley, pero ya sus nombres estaban más que limpios, nadie los buscaba y eso implicaba nuevos proyectos tanto benignos como malignos, pero son Pierce, sabía que algo tenían en mano.
Dereck no era inocente y por como usaba el nombre de su hermano mientras que, al parecer por la forma tan imprudente de nombrar algún acto indecente frente a una camarera común, algo había hecho, y era malo.
El solo se enredaba, pero tampoco sabía si estaba encarcelado y necesitaba ayuda.
Sin más rodeos, me introducir al coche y encendí el motor con apuros, sentir la tensión que Eren cargaba e irradiaba a su alrededor era asechador, podía apreciar como cada folículo se tensaba, me volvía cada vez más nerviosa y ansiosa por desear acelerar el coche por las calles, aunque por otra parte, también me hallaba desconcertada.
Acelere por la calle transitada, una pequeña avenida principal donde los locales de comida, discotecas luminosas y bares nocturnos eran una atracción fenomenal cerca de la playa para que, al momento de llegar a la casa del rubio, por lo menos sus pensamientos se volviesen fríos. Más allá de eso, cuando por fin me introduje en las calles internas para conducir en dirección a su hogar, me dispuse a mirarlo de a ratos, miraba sus reacciones y la forma en la que refunfuñaba. Aun me sentía incomoda y lo peor, es que todavía no tenía idea de lo que estaba sucediendo.
- Por favor, solo déjame en aquí y vete. – Habló severo y carraspeó.
Sin detener el coche le di una pequeña mirada de repaso, verificando que lo que me estaba diciendo solo era por seguir con su enojo a flor de piel.
Lamí mi labio superior pensativa, pero terminé accediendo. Detuve el coche en la esquina próxima a su casa y volteé para verificar su estado; temblaba, su vista era vidriosa y destellante como una pequeña estrella a cientos de kilómetros, estaba pálido y no emitía sonidos por su garganta, solo sus articulaciones y huesos resonando por sus dedos hablaban por él. Su cuerpo expresaba la negatividad que le había llegado en ese encuentro, el enojo que le recorría las venas y concluía en sus entrañas, era feroz, daba miedo a simple vista, pero no podía dejarlo solo.
Luego de unos segundos, cuando supo que había detenido el coche y sus pensamientos viles se habían desvanecido, apretó sus labios contra sus dientes blanquecinos dispuesto a salir del coche sin despedirse.
- Eren. – Lo detuve a medio camino y al cabo de unos segundos, volteó - ¿Qué sucedió?
Sin rodeos, le pregunte directa aquella duda que me carcomía la cabeza.
