𝐔𝐍𝐀 𝐄𝐒𝐏𝐎𝐒𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐔𝐍 𝐓𝐈𝐑𝐀𝐍𝐎 ❛𝑷𝒐𝒔𝒆𝒊𝒅𝒐𝒏❜ SNV

ᥴꪖρⅈ𝕥ꪊꪶꪮ 5

- explicate - le miró irritado por su comportamiento misterioso - no entiendo

- verás, mi madre es una Ninfa que muchos de los dioses griegos la detestan, alguien que siempre la vieron como una amenaza - comenzó a hablar - por tratar de "protegerme" decidió dejarme siempre encerrada en estos palacios y sin siquiera salir de estas cuatro paredes, a duras penas me dejaban estar cerca de la ventanas y no me dejaban hablar con nadie que vienjra de afuera

Flash back

En aquellos tiempos, desde su nacimiento, Kamir fue criada solamente dentro del enorme palacio de sus padres, sus hermanos ya mayores con sus parejas tenían hogares separados, por lo que pasaba mucho tujepo sola, desde niña debía de escuchar las risas de los niños desde afuera, tanto hijos de dioses, de ninfas y humanos, sus celos hacia ellos era el echo de que podían jugar libremente y sin preocupación, sin que nafie los castigará al respecto por ser tan felices en sus actividades, se sentía tan sola, tan enfada de estar en ese mismo lugar, ver las mismas paredes que no cambiaban su color, las mismas britinas que tenían dibujado alguna histiria de padre y hermano y otras retratos de esa familia divina, Kamir los odiaba, odiaba tener que ver esos mismos crutalez, ver las mismas paresdes y personas, su rabia hacia la gente del exterior era más por su libertad de ser felices, ella era la más infeliz del todo el mundo, su rostro aburrido y aquellas marcas oscuras de bajo de sus ojos, dando a notar que su enojo nunca se apagará, su padre por más que quiera dejarla salir, no podía, ¿Cuál era ese motivo? Un dios.

Un dios en específico quería conquistarla, tenerla de forma codicioso y egoísta, desde que la vio en su inocente estado quedó prendado y desde que ese sentimiento nació, pidió de forma Cortés su mano, haciendo que los padres de la muchacha se negaran, aquel dios era un ser que parecía ser amable, pero en realidad era lo más agresivo, repugnante y descarado en aquel mundo, la niña lo tenía ni idea del por qué su castigo el oanecer encerrada hasta que, ella llegó a ser mayor de edad, desobedeciendo las reglas de su casa saliendo de ahí a escondidas de muchos, se paseaba por el jardín que veía atravez de las enormes ventanas, pero su curiosidad no podía dejarla en paz en explorar más lugares aparte de sus propios territorios, observó un sendero extraño, se veía algo lúgubre y aterrador, sonrió algo entusiasmada para luego ir hacia él si medir las cosas que hay fuera de aquel lugar, mientras caminaba habían búhos que hacían sonidos característicos de ellos, veía ciertos rincones de aquel busque hasta que una luz clara inundó su visión haciendo que entrecerara los ojos, dejando que viera un campo verdaderamente enorme, se podía ver la aldea humana y el mar que brillaba debido a la luz del sol, estaba tan sumida en esa belleza que no se dio cuenta de la presencia de dos almas totalmente desconocidas.

Se escondió de aquellos indibiduos escuchando por accidente su conversación, al aparecer uno de ellos estaba buscando una mujer, la mayor sorpresa todo ello fue cuando escuvjo que uno de ellos dijo su nombre.

- olvidate de Kamir, ya oíste a Freyr, jamás te dará la mano de su hija - habló la voz femenina

- me importa una mierda lo que diga ese imbecil, debe saber que soy buen partidos para su única hija, de entre tantos dioses, ¡YO MEREZCO TENER A KAMIR! - grito lo último havuenid eco en los oídos de ambas diosas

Kamir al oír aquello pudo escuchar la voz de su madre, alertando a los tres. Aquellos dos desconocidos se habían marcado rápido de ahí mié tras que la de ojos grises salió de su escondite en donde su madre al verla, no dudo en darle un fuerte golpe en su mejilla, provocando que callera de forma brusca en el suelo, la mayor tomó a su hija y la encerró en una habitación, donde apenas había una ventana donde se odian ver a varias ninfas felices de su libertad, volviendo a sentir la infelicidad que siempre siente.
Su madre había entrado donde la había encerrado, tenía la muarad triste llamando si atención, ambas se habían sentado en la cama de la muchacha para poder hablar a gusto.