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Chase

No importaba cuánto luchara por dentro por contenerme, no importaba cuánto dolor emocional y mental sintiera, ni importaba mi cerebro enviándole señales a mi cuerpo para no hacer todas esas atrocidades, porque de igual manera, perdía el control y terminaba con sangre cubriendo mis manos y manchando mi ropa. Sería más fácil si algún demonio estuviera dentro mío, pero la realidad era que no, era yo mismo: mi cuerpo actuaba de manera irracional, mi mente creaba palabras despectivas y ordinarias y mi garganta las formulaba, y mi cabeza inventaba planes para causar sufrimiento en la gente. En todo mi tiempo en la Tierra desde que regresé del infierno, en cada maldito segundo, una pequeñísima parte cuerda estuvo consciente, vio todo, oyó todo y sintió todo. Pero esa parte era tan pequeña que no era lo suficientemente fuerte para lograr que mis acciones malignas se convirtieran en buenas, o simplemente en normales. Sería más fácil tener un demonio poseyéndome porque, de esa forma, yo no tendría el control en lo absoluto, mi parte cuerda estaría totalmente dormida y no sentiría nada ni recordaría nada: me sentía un inútil, tenía una pequeña llama de mi consciencia despierta y no podía hacer nada. Nada. Y eso que lo intentaba todo el tiempo. Pero la parte oscura que cubría mi alma era más grande. Y era doloroso en muchos sentidos.

Por momentos me arrepentía de haber ofrecido mi alma a un demonio, pero luego recordaba que lo hice por la chica que amaba. Suena tan patético, pero es la verdad, aunque, por lo visto, todo parecía estar peor que antes. Los últimos días maté a muchas personas, bebí su sangre y las dejé en sus casas, cerré la puerta de sus hogares y me fui caminando como si nada importara. Y es que nada me importaba, al menos no a la mayor parte de mí que disfrutaba de los gritos de las víctimas y el sabor y olor a miedo. Mi descontrol empezó con los brujos de la asociación, cuando llegué a la citación y los maté y luego cargué los cuerpos en mi auto y los arrojé al río; luego prosiguió con un tipo que cruzaba la carretera caminando; después entré a varias casas y me alimenté de sus dueños. Pero nada saciaba a mi cuerpo, mi hambre, mi sed crecía conforme pasaban los días: necesitaba sangre de Skyler y todo yo lo sabía, el vínculo con Skyler era grande, ya que ella fue mi ancla para regresar a la vida. Era malo admitirlo, pero hasta mi parte cuerda disfrutó beber de su sangre esa noche en el colegio, estaba muerto de hambre esa noche, y mi cuerpo empezaba a dejarlo claro con la palidez, las ojeras, la sequedad de mi piel y mi respiración irregular. Sin sangre de Skyler, me ponía agresivo tanto física como verbalmente, y sabía que mi agresividad continuaría, pero llegaría un punto en el que me debilitaría a tal punto de volver a ser yo mismo, el "bueno", pero me encontraría muy mal, sufriría más dolor que el de un vampiro normal hambriento, y terminaría muriendo en cuestión de días. Cada que probara sangre de Sky, mi hambre sería más incontrolable, mientras más tomara, más necesitaría. Mi intención al decir esto no era ser ni parecer un egoísta, pero no quería morir, quería beber sangre de Sky, no de la manera en la que mi cuerpo inconsciente lo pedía, pero sí quería beber de ella. No estaba listo para vivir otra vez toda esa tortura, no otra vez, no esta vez.

El día que crucé del infierno a la vida, quise explicarle a mi familia lo peligroso que era que estuvieran conmigo, pero mi cuerpo y boca se encargaron de fingir que todo estaba bien, que podía controlarlo, cuando en realidad, nada estaba bien y mi instinto era el de un asesino, no el de antes. Mi madre me abrazaba cada que me veía por el pasillo de la casa, contenta de que estuviera vivo otra vez, pero ella no tenía idea de que estaba fingiendo ser bueno; tal vez por dentro, bien en el fondo de mi mente sí era el Chase que ellos querían, pero por fuera, solo era puro engaño. Skyler fue quien más resultó engañada en todo este asunto, su inocencia me ponía furioso, pero también me ponía en su lugar y entendía por qué se dejaba engañar tan fácil; tuvimos relaciones sexuales varias veces, y fueron muy excitantes y me volvieron loco cada una de esas ocasiones, pero fue algo sumamente peligroso ya que pudo pasarle algo, pude herirla y matarla, y si eso hubiese pasado, por más que no fue ni sería jamás la intención de mi parte cuerda, no iba a cambiar el hecho de que la asesiné con mi cuerpo. Además, solo la utilicé por el placer, no por amarla o extrañarla como mi boca decía. Como dije, estaba fingiendo por fuera, y bien por dentro, estaba gritando para que no me creyera y no cayera en mi juego perverso.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora