Capitulo 11: Tortura

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(Narra Cassius)

No le mentía a Nabi cuando le decía que la quería. Se que puede sonar mentira por el hecho de que soy su Bully y no es que me haga gracia serlo, pero no encontre otra manera de hacer que Nabi me mirara. Obviamente me sentía mal por lo que había pasado aquella vez. Estábamos en una cena de clase, la mayoría estaba ebrio, incluido yo. La única que estaba sobria era Nabi, que no había tomado ni una gota de alcohol. Forcé a Nabi a hacer cosas que no quería y termine violándola. No me siento nada orgulloso de lo que hice, de hecho, hay noches donde su cara de dolor me atormenta. Intente disculparme ese mismo dia con ella, pero siempre me corta gritándome que me odia. Hoy ha sido la primera vez que me ha escuchado correctamente desde que todo empezó, pero un maldito bastardo nos ha cortado. Juro que si lo vuelvo a ver lo mato.

Me levanté del suelo y caminé hasta mi habitación. De camino a mi habitación, me dediqué a observar por la ventana con las manos en los bolsillos. No se podía ver bien debido a la oscuridad de la noche, pero creo que distinguí una silueta entre las sombras de los árboles del bosque. Supuse que seria algun idiota que no podia dormir, asi que solo me limite a seguir con mi camino. En algún momento comencé a sentirme fuertemente observado. Instintivamente me gire hacia la ventana, la silueta aún estaba allí, como si esperara a alguien o algo. Intenté alejar ese pensamiento de mi pero no pude, a cada segundo me giraba para comprobar si la silueta aún seguía allí parada. Verlo allí parado me tranquilizaba, tenía un mal presentimiento sobre aquello. Me detuve del todo para observar más detenidamente. La figura era alta, delgada. Prácticamente tenía cuerpo de mujer. Iba con una capucha, por lo que no podía ver su rostro. Como si me hubiera leído la mente, la figura se dirigió a una de las farolas del jardín y... me miró. Se me heló la sangre por completo. Los ojos de la chica eran negros, al igual que su piel. Sus labios dibujaban una sonrisa macabra que me hacía temblar. Su ropa estaba rota y en el rostro tenía pequeñas manchas de sangre. Me giré para poder volver de vuelta a mi habitación. Si tenía suerte podría llegar a mi habitación antes de que aquella psicópata entrara por la puerta de la residencia. Sinceramente no tenía ni la más remota idea de cómo había entrado al jardín de la residencia, la seguridad de esta era bastante estricta por lo que se lo debería haber impedido. A menos que... Me gire lentamente sabiendo perfectamente lo que me encontraría. Él me observaba impasible con sus dos cuchillos en mano. A menos que tuviera un aliado dentro de la residencia

¿Acaso vienes a vengarte por lo de antes?

Puede ser - Su mirada era inquietantemente penetrante. Un instante después ya estábamos corriendo por los pasillos de la residencia. Ambos corríamos por mi vida, yo para salvarla y él para quitarlamela. - Deja de huir maldito cobarde.

Obviamente no voy a dejar que me mates tan fácilmente - dije con la voz entrecortada

¿Y quien dice que voy a matarte? Aunque quiera hacerlo, no lo haré.

Un segundo después él y yo estábamos tumbados de espaldas al suelo, yo de espaldas a él. Sus piernas estaban alrededor de mi cintura, impidiendome el movimiento. Su mano izquierda estaba sobre mi pecho mientras que con la derecha rozaba el frío filo de su cuchillo sobre mi cuello.

Si no vas a matarme, ¿Entonces qué coño quieres?

¿Has visto a la chica de fuera verdad? Ella será la que se encargue de ti.

¿Por qué ella y no tú? - dije intentando soltarme de su agarre

Porque si lo hago yo no me controlaría y acabarías muerto. Eso es algo que no me conviene.

En ese momento vi de reojo como el chico sacaba algo de su bolsillo y para luego ponerlo en la nariz. El fuerte olor al alcohol me dejó inconsciente. Lo último que recuerdo es como aquel maldito bastardo me arrastraba por toda la residencia.

Al día siguiente desperté con un terrible dolor de cabeza. Intenté incorporarme pero no pude debido a que estaba atado de pies y manos a la mesa en la que estaba tumbada. Al poco entró alguien en la habitación. No podía girarme para mirarle, aun asi ya sabia quien era.

¡Hola! Soy Sadio - Su notable alegría me irritaba mucho

¡Que te jodan! - la sonrisa de hace unos segundos desapareció de su rostro.

Parece que contigo me voy a divertir mas de lo que pensaba.

Se acercó a una mesa y cogió algo que parecían unas agujas. Con sus dedos palpo cada centímetro de mi cuerpo para después clavar uno a uno las largas agujas en mi tendones. Me mordí el labio para evitar gritar, no quería darle ese tipo de placer a esa zorra. Un hilo de sangre salió de cada agujero. A esta clase de torturas me obligó a someterme, hasta que perdí el conocimiento. 

El chico de la doble personalidad (Zero / Weber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora