5. Me retiro

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Melody

El mundo tenía que estar gastándome una broma.

¿Enserio Cameron tenía que entrar a la habitación justo cuando me estaba cambiando?

Joder, joder y joder yo me retiro de la vida. Hasta aquí he llegado.

Llevo una hora en la habitación porque no me atrevo a mirar a Cameron a los ojos. Menuda vergüenza. El segundo día aquí y ya me había visto en bragas.

Esto solo te puede pasar a ti Melody, bravo.

Tarde o temprano tendría que enfrentarme a él y al ridículo que hice.

Me armé de valor y salí de la habitación. Crucé el pasillo y ahí estaba Cameron sentado en el sofá con su móvil.

En cuanto me oyó su mirada se clavó en mi. Noté como me puse roja e intenté disimularlo yendo a la nevera a coger algo de comer.

– Yo... – Cameron empezó a hablar y deseé que se callara la puta boca, que hiciera como si eso nunca hubiera pasado. – Perdón no volveré a entrar sin llamar, no estoy acostumbrado a compartir casa.

– No te preocupes no pasa nada. – Me puse el pelo delante de la cara para que no notara mis mejillas rojas. Por dios tierra trágame.

Y como un milagro divino me llamaron al móvil. Era mi madre, nunca deseé tanto que me llamaran.

Me alejé hasta el balcón y cogí el móvil. Sin embargo no era la voz de mi madre, era la voz de mi persona favorita del mundo, mi abuela.

– Ratoncita que tal estás? Me han dicho que estás con un muchacho. Como me enteré que te trata mal le pegaré con mi bastón. – Me reí ante su comentario, mi abuela siempre tenía ese humor.

– Hola abuela, estoy bien no te preocupes. Y ese "muchacho" me trata bien. – Mejor no le cuento el hecho de que compartíamos cama y de que me había visto en bragas. No quiero que le de un ataque al corazón, literalmente.

– Eso espero, no querrá enfrentarse a mi, no saldría victorioso. Por cierto, ¿estás comiendo Tienes que alimentarte bien, no quiero verte ni un gramo más delgada que ya estás en los huesos.

– Estoy comiendo, y te prometo que no adelgazaré. Aunque echaré de menos tus croquetas.

– Maldito virus este, tu tranquila si quieres te mando la receta por burofax, ¿Eso se sigue utilizando? – Solté una carcajada, la quiero demasiado.

– Me temo que ya nadie usa eso abuela, pero no te preocupes que me las apañaré. Tu cuídate que ya sabes que los más perjudicados por el virus sois los mayores.

– ¡Oh! Pero bueno, ¿a quién llamas tu mayor? Porque yo estoy echa una jovenzuela.

– Claro que si, que tonta soy. – Enserio, este ser de luz me alegra la vida.

– Cariño que este trasto de tú madre se queda sin batería, te tengo que dejar. – A pesar de que le habíamos dicho mil veces que le comprábamos un móvil solo suyo ella se negaba. Según mi abuela cree que nos espían y que le dan nuestros datos al gobierno ruso. – Tus padres y yo te mandamos muchos besos, cuídate. Mañana te llama tu madre.

– Adiós abuela, os quiero.

La llamada se cortó y me quedé apoyada en el balcón con una sonrisa en la cara. Hablar con mi abuela siempre hace que me ponga de buen humor.

Casi había olvidado que estaba encerrada con Cameron Holt.

Salí del balconcito y me encontré a Cameron preparando lo que parecen ser espaguetis.

– No quería salir e interrumpirte, ¿Te gusta la pasta?

– Si, claro. ¿Te echo una mano?

Me miró con una sonrisa torcida.

– Mejor déjame la cocina a mi, ya ha habido suficientes incendios por hoy. Eso si, puedes poner la mesa.

Puse todos los cubiertos y platos. Cuando terminé Cameron ya había puesto la comida en una fuente, así que empezamos a comer en silencio.

Durante la comida eché un vistazo a la casa. La verdad no me había fijado mucho en los detalles.

Mi mirada se dirigió a una de las esquinas del salón y me sorprendió ver un tocadiscos.

– ¿Te gusta la música? – Pregunté sin apartar la mirada del aparato.

– Ah, sí, la escucho para relajarme. ¿A ti?

– Me encanta, mi padre también tiene un tocadiscos en casa. – Mi padre y yo solíamos poner música y bailar cuando era pequeña. Con el paso de tiempo habíamos dejado de hacerlo, en parte por mi culpa. Supongo que prefería pasar el tiempo con mis amigas o con el teléfono y me arrepentí enormemente de no haber pasado ese tiempo con mi padre.

– Si quieres, después de comer, ponemos un vinilo, ¿Que te parece?

– Me encantaría, ¿Tienes muchos? – Volví a posar mi mirada en el tocadiscos, más abajo de la mesa en la que estaba apoyado había varios discos de vinilo.

– Sí, tengo un poco de todo, Queen, los Beatles, Michael Jackson, Pink Floyd bueno luego los ves y pones el que más te guste.

Una sonrisa apareció en mi cara sólo de imaginarme escuchando mis canciones favoritas con Cameron. Todo me seguía pareciendo surrealista.

Acabamos la comida y recogimos la mesa entre los dos. Cameron me dijo que fuera mirando el disco que quería mientras que él cogía el postre.

Me acerqué hasta el mueble y vi algunos de los discos. Tenía algunos clásicos como The Dark Side of the Moon, Abbey Road, Thriller o (What's the Story) Morning Glory?.

Aunque todos esos me gustaban estaba buscando alguno de Queen. Sin duda era mi grupo favoritos y tenía que ser el primer disco que escuchara con Cameron.

Pasé varios vinilos hasta encontrar uno, The Works. Lo saqué de la funda y lo puse en el tocadiscos.

En ese momento apareció Cameron con dos platos con un trozo de tarta de chocolate. ¿De donde demonios la había sacado?

– No me mires así, es del supermercado. Aunque sea mejor cocinero que tú tampoco soy un chef así que tendremos que conformarnos con esto. – Me reí ante aquello. Cogí el plato que me ofrecía y nos estamos en el sofá.

Las primeras notas de Radio Ga Ga empezaron a sonar.

– Así que elegiste Queen, predecible.

– ¿Predecible? Yo lo llamaría tener buen gusto, que es diferente. – Vi como Cameron sonrío y sentí, por primera vez desde que llegué, que no estaba tensa ni nerviosa. Estaba relajada, ahí sentada junto a él escuchando a mi grupo favorito mientras comíamos tarta de chocolate barata.

Miré a Cameron, con su precioso pelo rubio y sus brillantes ojos verdes, y tuve que reprimir el impulso de pasarle los dedos por el pelo. Era tan jodidamente guapo.

Me levanté para cambiar de lado el vinilo. Escuchamos unas canciones más en silencio hasta que empezó soñar I want to break free.

Quise levantarme y empezar a saltar y bailar por todo el salón pero estaba bastante segura de que parecería un loca así que seguí el ritmo de la canción con mi pie.

Cameron lo notó y empezó a hacer percusión con el tenedor y el plato. Solté una carcajada al ver que me seguía el rollo.

En cuanto llegó el estribillo no pude evitar susurrarlo Oh how I want to be free, Oh how I want to break free.

Y ahí, en ese momento, sentí que Cameron y yo estábamos en sintonía, no hacía falta hablar ni decir nada. Le miré a los ojos y vi un pequeño brillo, de repente una duda apareció en mi cabeza.

¿Tendría alguna posibilidad?

***

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