31. Al descubierto

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Melody

Decidí hacerle caso a Theo, dejarme llevar y que pasase lo que tenga que pasar... el problema era que no pasaba nada.

Mi colegio últimamente estaba cada vez más exigente, normal, era nuestro último curso ahí y tenían que dar todo el temario. Pensar que no tendré una graduación ni la fiesta de después para despedirme de los compañeros con los que llevaba toda la vida me entristecía mucho.

Sin embargo intentaba no pensar mucho en eso, además mi único amigo de verdad ahí era Theo, y con él mantendría el contacto. No le queda otra opción que aguantarme para el resto de su vida.

En este momento estaba en clase del profesor Kidman que nos explicaba algo de la Guerra Fría. Pasé por las pantallas de zoom y pude ver que todos mis compañeros estaban igual de aburridos que yo.

En un momento desvié la mirada y vi a Cameron apoyado en el marco de la puerta, parecía divertirse al verme replantearme dejar el instituto. Él me hizo una señal para que quitase el micrófono y lo hice esperando que el profesor no se diera cuenta.

– Veo que te lo estás pasando genial. – La ironía en su voz era obvia, me hubiera gustado responderle pero no podía desactivar la cámara, al menos que quisiera un parte disciplinario.

Cameron pasó por detrás de la cámara para coger una cerveza de la nevera. Se la llevó a los labios mientras me miraba divertido.

– ¿Te ha comido la lengua el gato? ¿O es que no piensas hablarme? – Le miré como si estuviera loco, ¿acaso no entendía que estaba en clase?

Mi pregunta se respondió sola cuando se acercó a donde estaba y, sin darme tiempo a reaccionar, me planto un beso. Le aparté de un empujón y la voz de mi profesor hizo que los dos nos sobresaltáramos.

– Señorita Edevane, estamos en una clase le pediría por favor que dejase de morrearse con su novio.

– ¿No desactivaste la cámara? – Cameron me susurró y le negué con la cabeza, pensaba que simplemente quería que desactivase el micrófono.

Pasaron unos segundos y cuando me dirigía a desactivar el micrófono para disculparme, Cameron lo hizo primero.

– Señor Kidman. – Me había olvidado que también había sido su profesor en el instituto y que se llevaban bastante bien. – Ha sido culpa mía, pensaba que no estaba en clase...

Mi cara se puso roja y miré las pantallas de mis compañeros, todos estaban mandándose mensajes por el móvil y riéndose, seguramente cotilleando sobre mi beso con Cameron.

– Como sé que Melody es una buena alumna lo voy a dejar pasar. Pero Cameron, que no se vuelva a repetir, no nos interesa vuestra vida privada.

Cameron se despidió y se fue pidiéndome perdón. La clase siguió y no me pararon de llegar mensajes de todos mis compañero preguntándome si tenía una relación con Cameron Holt.

Eso me hizo pensar, obviamente no estaba en una relación nunca me había pedido salir o que fuera su novia, pero tampoco éramos amigos.

Preferí parar de pensar en eso, nunca me gustaron las etiquetas, fuéramos lo que fuéramos me gustaba. Aunque por primera vez no me importaría ser su novia.

Cuando por fin terminó la clase apagué el ordenador y fui hasta la habitación donde sabía que estaba Cameron, entré y estaba sentado en su escritorio. Al percatarse de mi presencia se giró rápidamente levantándose de la silla.

– Melody Enserio perdóname, no tenía ni idea de que tenías la cámara apagada. – Se llevó las manos a la cabeza lo que me causó un poco de gracia, pero me gustaba torturarlo un poquito así que me mantuve seria. – Cuando te hice la señal pensaba que habías apagado todo, joder soy un idiota perdóname.

Sabía que se ponía así por la vez que discutimos porque se coló en mi clase online. Ahora que miró atrás me doy cuenta de lo dramática que fui, pero el dramatismo es parte de mi.

– ¡Cameron como se te ocurre! – Intenté sonar enfadada pero en mitad de la frase se me escapó una carcajada mandando todo mi plan a la mierda. Mi risa causó que una sonrisa apareciera entre sus labios, me encantaba cuando sonreía.

– Si tu intención era gastarme una broma ha sido patético. – Se acercó más a mi quedando a escasos centímetros de mi boca. – Melody, eres demasiado buena que ni quiera sabes fingir ser mala. – Su voz se volvió más seria y grave, lo que me causó un cosquilleo.

– Puedo ser mala si quiero, no me tientes. – Subí mis manos hasta su pelo y me puse de puntillas, nuestros labios casi se estaban rozando. Cameron se acercó para besarme y en ese momento me separé de él dejándole plantado.

Me giré y oí un resoplido a mis espaldas, sin embargo no pude avanzar mucho porque su mano me agarró del brazo tirando de mi. Choqué contra su pecho y, con su otra mano, me cogió la cara y me dio un beso.

Quise separarme, para que supiera que también podía ser dura, pero no pude evitar sucumbir a su contacto. Cuando él me tocaba todo mi cuerpo se derretía, caía rendida a sus pies.

Subió la boca hasta mi oreja mordisqueándola levemente, un suspiro de placer se escapó de entre mis labios.

Volvió a atacar mi boca, sus manos rodearon mi cadera y me apretó con fuerza contra él, inconscientemente nos fuimos moviendo y mi cuerpo chocó con la pared. No había ningún espacio entre nosotros, mis manos se colaron por dentro de su camiseta tocando su musculoso torso.

Cogí el borde de su camiseta y él mismo acabó de quitársela, me quedé embobada mirando su cuerpo, que parecía ser esculpido por los mismísimos dioses.

– ¿Te gusta lo que ves? – Mis mejillas se tiñeron de rojo al ser pillada pero no me dio mucho tiempo a analizarlo porque nuestras bocas se volvieron a encontrar. Era un beso cargado de ansias, necesitaba su contacto al igual que él necesitaba el mío.

Nunca ningún chico me había echo sentir así, con Cameron me sentía segura, deseada. Con él desaparecían mis miedos y dejaban  paso a la curiosidad. Quería descubrir junto a él el placer, el amor, el cariño... En ese momento supe que Cameron era el indicado.

Separé su boca de la mía mientras sus manos seguían recorriendo mi cuerpo. Su mirada se clavó en mí y pude ver el deseo en sus ojos.

– Cameron... quiero hacerlo.

***

¡Que empiece el maratón!

Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora