12. Tregua

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Cameron

Han pasado cuatro días desde la pelea con Melody. Hoy hace una semana y un día desde que vino a mi piso y ya parecemos un matrimonio viejo.

Nuestra rutina se basa en que si yo entro a una habitación ella sale, si intento hablarle ella mi ignora. Lo único que hacemos juntos es comer y cenar, más que nada porque sé que ella no tiene ni idea de cocinar y soy la única opción que tiene de alimentarse.

Aunque en verdad, sí mantuvimos una conversación en estos cuatro días.

– ¿Quieres escuchar algo de música? – Pregunté con la esperanza de que deje esta estúpida guerra de lado.

– A ver déjame pensarlo... no. – Me dedica una sonrisa y se dirige hacia la puerta. Antes de que pueda salir la agarró del brazo obligándola a mirarme.

– ¿Acaso no te han enseñado modales en tu casa? – Su actitud de niña mimada ya me estaba tocando bastante los cojones.

– ¿A ti te enseñaron? Porque no lo creo. – Dicho eso se suelta de mi agarre y se encierra en el baño.

Me gustaría decir que me da igual que pase de mi pero aquí encerrados no tengo nada que hacer y el aburrimiento es cada vez mayor.

Ya he jugado a todos los juegos habidos y por haber en el ordenador. Me he visto al menos treinta películas y veinticuatro series. He hablado por teléfono y FaceTime durante horas.

Aunque sin duda lo peor de estar enfadados es cuando llega la hora de dormir.

Melody suele irse a la cama bastante antes que yo, así que cuando llego ya está durmiendo y es bastante incómodo tumbarme al lado de ella sabiendo toda la situación, aunque sus pantalones cortos del pijama me quitan malestar.

Últimamente estuve pensando mucho en la última conversación con Liam.

¿Como podía pensar que me gustaba Melody? Puedo admitir que físicamente me atrae pero tiene un carácter de mierda, nunca podría estar con una persona así.

Además las relaciones no son para mi, tener que estar pendiente de una persona y prometerle fidelidad es algo de lo que no creo estar preparado.

Por mucho que la actitud de Melody me enfade no quiero estar así durante una semana más porque me voy a volver loco.

Estuve pensando la manera de solucionarlo y me he dado cuenta de que la forma pacífica no funciona así que voy a tener que pasar al plan B.

Voy a arreglar las cosas de la única manera que sé.

Son las doce de la noche y Melody está en el salón con el móvil, voy a acabar con esto de una vez por todas.

Me dirijo a la cocina y abro un cajón agarrando mi arma secreta.

Me pongo delante de ella. Me mira estupefacta.

Entonces dejo encima de la mesita de la sala la botella de vodka.

– ¿Que demonios haces?

– Vamos a arreglar las cosas y ya que no podemos hacerlo sobrios lo haremos borrachos. Con alcohol es como arreglo yo los problemas.

No contesta simplemente me mira alucinada. Como si nunca hubiera visto vodka.

– Tengo diecisiete años no puedo beber.

– Gilipolleces, con catorce iba pedo hasta a clase.

– Eres un estupido. – Se levanta pero le cojo de la mano y la obligo a sentarse. – ¡Suéltame! No quiero participar en tu estúpido juego.

– Bueno si quieres te cojo un danonino y vas bebiendo pero vamos a arreglar esto que nos queda aún mucho tiempo juntos. – Melody rueda los ojos y cuando pienso que se va a volver a ir abre la botella y llena los dos vasos de chupito.

– Está bien, ¿Que propones? – Menos mal que ha aceptado, porque esta es la última esperanza de solucionar nuestros problemas.

– Pues había pensado que nos podíamos hacer preguntas y si alguno de los dos no contesta tiene que beber un chupito.

– Me parece justo, empiezas tú.

Siendo sinceros esto se me había ocurrido sobre la marcha y no tengo ni zorra de qué preguntarle, así que me decanto por algo fácil para empezar.

– ¿Que es lo que dijeron los de tu colegio cuando se enteraron que estabas conmigo?

Melody parece sorprenderse con la pregunta y baja un poco la mirada.

– Pues piensan que estamos liados y digamos que hay los que creen que soy una pasada y los que creen que soy una puta. – Eso último hace que me ponga rígido.

– ¿Te llaman puta porque estás en mi casa? ¿Enserio sus neuronas no llegan a más?. – Me jode que piensen eso de Melody porque, a pesar de todo, no se merece esos rumores.

– Ya pero bueno es lo que hay... En fin me toca preguntar, supongo. – Asiento y ella parece pensar la pregunta. – Sinceramente ¿Que es lo que opinas de mi?

Su pregunta me pilla por sorpresa, esperaba algo relacionado con nuestra discursión, hasta hubiera esperado que me echara en cara mi comportamiento.

La verdad es que no se muy bien la respuesta. ¿Que es lo que pienso de Melody? Es una niña guapa, pero eso no se lo diré. Me intriga, pero sus ataques de ira y sus contestaciones me ponen de los nervios.

Así que respondo con lo único que se me ocurre para describirla.

– Eres complicada.

Su cara en un cuadro, arruga las cejas y se le achinan los ojos, está para que le haga una foto.

– ¿Complicada? ¿En serio? No puedes responder así, explícate.

– Pues a ver, cuando llegaste parecías un cachorro perdido, eras tímida y hubiera jurado que eras una niña bastante tranquila. Cuando pasaron unos días vi otro lado de ti, eras más abierta, hablabas más, me habías propuesto escuchar música y pensé que de verdad podríamos llevarnos bien. Después vino tu lado impulsivo y agresivo lo que me descolocó. Estoy esperando a ver tu siguiente fase. – Mi respuesta parece hacerla reflexionar.

– Bueno tú tampoco eres una persona fácil.

– Nunca dije que lo fuera. Es mi turno. – Voy a dejarme de rodeos y preguntarle lo que de verdad quería saber. – ¿Por qué crees que soy un cabrón?

***

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Cuarentena con mi crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora