uno.

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— ¡Más rápido! — Un pequeño jadeo se formó en tu garganta. Y como tu superior lo dijo, obedeciste sus palabras, moviendo tus caderas a un ritmo considerable.

Te encontrabas más que cansada.
El sudor recorría por detrás de tu nuca, podías sentir como tu corazón latía sin algún tipo de control, y sin olvidar lo rojo que estaba tu rostro.

Sin duda alguna, educación física era lo peor para ti.

Escuchaste el silbato, finalizando tu tortura. La rubia alta se posó frente a ti, mirando tu aspecto más que lamentable y agotado.

Descansa. — Alzaste la mirada confundida, pensabas que recibirías un pequeño sermón por no haber logrado una meta que todos habían logrado completar, excepto tú y tus cortas piernas.

El profesor Erwin hace unos días decidió tomar unas vacaciones por alrededor de 3 meses enteros.
Había sido profesor por alrededor de una década completa, era normal que tu academia lo compensará por su fidelidad al trabajo.

Gracias a esto Yelena estaba como la actual profesora. Que extrañamente te parecía realmente atractiva con solo verle el físico. ¿En que estabas pensando?

Aún con miles de pensamientos te dirigiste hacia las butacas, tus piernas pedían a gritos descansar un buen rato, ya que parecían dos frágiles y delgadas gelatinas.

Pero te viste interrumpida con tu vista fija al chico que venía corriendo hacia ti, estando a unos cuantos metros.

El cabello castaño se movía con el tenue viento de primavera, con una leve sonrisa en su rostro.
¿Qué hacía tu novio ahí?

¡(N)! — Una pequeña sonrisa se formó en tus labios, sintiendo pequeñas mariposas en tu vientre bajo al escuchar tu nombre en los labios de Jean.

¿Qué estás haciendo aquí? — Tomaste la palabra, acercándote a la pequeña rejilla que los separaba. Pudiendo observar a detalle su rostro, y aquella sonrisa que tanto te gustaba de él.

¿Acaso no puede visitar a mi querida novia? — sonreíste frente a su comentario, sintiendo un ligero rubor posar en tus mejillas.

No es eso — negaste, más bien te sentías feliz por verlo. — Pero te pueden descubrir si estás aquí, la profesora está cerca. — ni siquiera la clase había finalizado, mentirías si dijeras que no sentías miedo.

¿Profesora?, acaso no era un tipo tu profesor

Erwin se ha tomado unas vacaciones, ¿no te lo había contado? — alzaste leve una ceja, olvidando el pequeño detalle de ser una persona bastante ocupada para contar detalles como esos.

Oíste la pequeña carcajada de Jean. Para después continuar hablando con toda la tranquilidad y tiempo del mundo. A decir verdad, estar con Jean hacia que olvidarás todo a tu alrededor, solo existían ustedes dos por ese momento.

Durante todo el tiempo, observaste cada mínimo detalle de la persona que estaba justo unos cuantos centímetros de ti. Aquella mirada tratando de mantenerse firme y dominante, cuando claramente estaba nervioso por dentro, siendo notoria la acción que te pediría. Una simple cita como cualquier pareja.

Hubiera continuado hablando con torpeza Jean. No hasta que sentiste la presencia de alguien detrás de ti, posando su mano en tu hombro izquierdo. Enseguida notando los largos y finos dedos de tu superior la cual mantenía un rostro en plena calma, con aquella mirada que te hacía sentir un escalofrío por la espalda. Algo tan característico de ella.

Jean, ¿Qué estas haciendo aquí? — inició la conversación, con aquella pregunta que te hacía dudar demasiado, ¿cómo sabía su nombre?, ¿se conocen?, con curiosidad miraste a Jean, el cual volvía a recobrar la postura. Pero esta vez, sus ojos reflejaban una pura diversión, con aquella sonrisa sarcástica.

Dear Teacher┃Yelena. Where stories live. Discover now