dieciséis.

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NSFW!

Disfrutaste del viaje en el coche, con una mujer rubia con una de sus ágiles manos al volante y otra en tu muslo, a veces aprovechándose del semáforo rojo y deslizando sus huesudos dedos hacia tu entrepierna, jugando con tu jugoso coño vestido. Disfrutando los gemidos exaltados de sorpresa que salían de tus labios.

Todo ese viaje realmente te hizo olvidar la conversación que tuviste con Ymir.

Olvidaste todo recuerdo que no fuera ella.

El ruido del motor se apaga. Frente a tu vista está la cabaña de dos pisos, perfectamente iluminada entre el espeso anochecer oscuro. Te trajo una paz consigo, Paradis era increíblemente hermoso.

Escuchas tu puerta ser abierta por fuera, sonríes minuciosamente ante el gesto de Yelena, saliendo del auto sosteniendo su agarre flojo. Como de costumbre, la mujer no puede evitar desviar la mirada hacía como tus piernas salen del coche.

Extrañamente, Yelena ha hablado muy poco contigo. Guardas silencio hasta llegar a la puerta, ella te deja entrar primero, posando su dominante figura detrás de ti. Le escuchas tararear impaciente. Antes de sentir sus largos brazos rodear tu torso, aspirando tu aroma.

Este sitio se siente bastante solo sin tu presencia. — Su voz profunda es capaz de ponerte nerviosa tan sencillamente, joder. Ella se agacha lo suficiente para alcanzarte, posando su mentón en tu pequeño hombro, la diferencia de tamaño es sorprendente.

Echas la cabeza hacia atrás, mordiéndote el labio para aguantar una ligera risa ante lo que insinuó dar a entender.

¿Me extrañaste bastante, no?

La ligera presión en el costado de tu abdomen te hizo sobresaltar, soltando las risillas inconscientemente.

Solo un poco — puedes imaginar la sonrisa pequeña entre sus delgados labios. Ella se remueve recuperando la postura derecha.

Te giras hacia ella confundida por su repentino cambio.

Cariño, deberías quizá tomar una ducha. — Ella suelta de repente — No lo malinterpretes, solo que aún hueles a mí. ¿Quizá tu amiga se dio cuenta? Eres algo descuidada con eso.

Ahora entendías el porqué Ymir no se sorprendió cuando admitiste tener una vida sexual activa. Y sus miradas coquetas cuando le abrazaste. Te avergonzaste profundamente, asintiendo hacia la mujer que solamente río.

Sería buena idea — dijiste incómoda.

Yelena y tú pronto se dirigieron al baño del piso superior. En cuanto tu mirada se vislumbró en la pequeña ventana viste gotas resbalar sobre el cristal. ¿Estaba acaso lloviendo? Eso explicaba el viento frío que helaba tus piernas desnudas fuera.

Entra — la voz de Yelena te saco de tus pensamientos divagantes. Le obedeciste enseguida, entrando al amplio baño.

Aunque hayas pasado tiempo en la cabaña, te seguía sorprendiendo cada parte de ella. Cómo la pared de ventanales en el baño. Las hojas se mecían con el viento de la ligera tormenta, los ruidos de lluvia caer te traían la tranquilidad que necesitabas. Era una vista preciosa.

Escuchaste el sonido de la puerta cerrarse. Confundida te giras, dándote cuenta de que Yelena no salió de la habitación.

Uh, ¿qué haces? — exclamas desconcertada y ella solo amplia su sonrisa.

Es obvio, tomaré una ducha junto a ti — dijo sin rodeos.

Un gran sonrojo cubre tus mejillas. Te quedas congelada en tu lugar.

Dear Teacher┃Yelena. Onde histórias criam vida. Descubra agora