trece.

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Las sábanas de seda y las fundas de almohadas de satén acariciaban tu piel desnuda mientras despertabas de una siesta corta. Quizá dormiste más de la cuenta al ver el reloj.

Buscas a tienta algún rastro de Yelena.

La habitación esta ordenada minuciosamente, pero sin rastro de su dueña.

Dejando escapar un suspiro te levantas de la cama; con tu cuerpo apenas utilizando un conjunto de ropa interior. Frotaste tus ojos, acercándote a la mesita de noche y encontrando una nota escrita.

"Lamento dejarte esta mañana, sin embargo, esta noche tengo planes para pasarlo juntas. Usa el vestido que dejé en el perchero, pasaré por ti a las 8. " Yelena.

Una sonrisa genuina se formó en tus labios, fue muy dulce de su parte dejar una nota escrita a mano, sus trazos delicados y perfectos dejaban en claro que ella había dedicado tiempo a formular para ti.

Dejaste la nota en el sitio donde se encontraba. Revisando y dándose cuenta de que pronto la hora citada llegaría. A este ritmo, no podrías arreglarte lo suficientemente bien.

Tomaste una ducha fría, asegurando de lavarte bien para dejar una deliciosa fragancia.

Amabas bastante esto, la nueva vida con Yelena. Ella te hacía sentir tan eufórica, que solo anhelabas estar con ella perdiendo la noción del tiempo.

Adorabas cada pequeño detalle que ella te brindaba; incluso con regalos excéntricos y costosos como ese vestido entre tus manos.

El pequeño vestido de terciopelo negro abrazaba cada curva de tu cuerpo, ceñido perfectamente. Los tirantes mantenían tus senos levantados, con un bonito escote del cual tus pechos amenazaban en derramarse. Aunque tu parte favorita era sin duda cómo la tela abrazaba tu cintura para hacer estallar tu trasero. Era atrevido y formal sin llegar a ser demasiado.

Terminaste por verte al espejo, sí, te veías bastante bien. Pero no eras la única con una sorpresa aquí, te habías colocado unas medias oscuras, y cuando levantaste tu vestido pudiste apreciar el liguero por encima de unas bragas de encaje.

Las ligas se asomaban ligeramente a través de la tela. Sonreíste para ti misma al admirar como lucías mejor de lo que pensabas. Volviste a acomodar la tela en su lugar, tomando asiento en la orilla de la cama para colocar tu calzado escarpins babies de musier, que te daba unos cm más a tu altura.

Tu teléfono vibró.

Te diriges a él, dando unos últimos toques a tu lápiz labial.

Era un mensaje de Yelena, rápidamente lo abres, con una sonrisa boba adornando tus labios una vez más.

Hey, ¿estas lista?
Llevo esperando por ti
15 minutos...

Tus mejillas se sonrojan tenuemente, tomando con prisa tu abrigo largo para ponerlo sobre tus hombros.

¡Lo siento!


El aire en la isla ciertamente era más fría que en la ciudad. Pero por suerte el blazer largo te daba algo de calor a tu cuerpo. Cruzaste la puerta de la casa, notando el coche rojo de Yelena en la entrada, tus nervios florecen mientras te acercas a ella. La mujer enseguida guarda las manos dentro de sus bolsillos.

— Lamento la espera — murmuraste mirando hacia tus pies. — ¿Te he hecho esperar mucho?

— No demasiado, en realidad solo bromeaba con el tiempo — ella ríe, su risa profunda envió escalofríos a tu columna. — Aunque el tiempo valió la pena, luces maravillosa en ese vestido.

Dear Teacher┃Yelena. Where stories live. Discover now