diecisiete.

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"Quiero sufrir contigo, cualquier cosa por la que pases, la pasaré también."


Nunca esperabas esa clase de respuesta borde, sus ojos profundos miraron la mueca de tu rostro.

No, no podía ser esto cierto.

Tus ojos dulcemente engañados amenazaron en desbordarse en lágrimas frente a ella.

¿Te acuestas con alguien más?

Yelena ni siquiera parece inmutarse frente a tus palabras.

¿Lo notaste? — ella responde y tú solo puedes fruncir los labios.

Solo respóndeme.

Creo que es bastante obvia la respuesta — respondió borde.

Todos estos momentos especiales que pasé contigo no significan una mierda para ti, ¿Yelena? — tus ojos se nublan por las lágrimas que amenazan en desbordarse. Estabas bastante débil frente sus ojos llenos de indiferencia. — Te doy cada parte de mí sin recibir nada a cambio...

Ella se levanta de la cama, sentándose por la orilla.

Ambas sabemos que no puede haber nada formal entre tú y yo.

Lo sabías. Pero siempre te negaste a aceptarlo. Creías ciegamente que una relación como esta podía durar.

Sé que soy joven, pero mi mente está más allá de mis años. — Ella esboza una sonrisa ante tus palabras inmaduras.

Ojalá ese fuese el problema, cariño.

¿Qué quieres decir con eso? — estabas perdida entre sus palabras sin sentido.

Ojalá no hubieses hablado. Si no hubieras hablado de más ella probablemente seguiría estando debajo de las sábanas junto a ti. Joder, te arrepentiste tanto esa última noche.

Tu espalda chocó contra el respaldo de cuero, ojos en grande y boca entreabierta por la repentina confesión.

— Estoy casada.

Las palabras te golpearon como un disparo, robándote el aliento y dando un vuelco a tu corazón. ¿Ella estaba casada?

— ¿Por qué no lo dijiste antes? — descuidaste tu tono de voz por primera vez, el solo imaginar a Yelena teniendo una esposa mientras folla a chicas jóvenes a sus espaldas te dio un sabor agrio. — ¡Ni siquiera usas un anillo de matrimonio!

Yelena solo suspiro.

Nunca dije que estaba soltera — ella respondió. — No pensé que esto importará, ya que después de todo tu seguirías acostándote conmigo. Sin importar si no soy exclusiva contigo.

Ella recogió sus bragas y se las colocó. Acercándose a la mesita de noche y tomando el mechero rojo para encender un cigarrillo. Sus dedos tomaron con elegancia el tabaco, con el sabor amargo en su paladar.

No debías.

— ¿O me equivocó, dulzura?

No debías pensar en lo atractiva era.

Eres tan linda cuando tratas de negarte a mí. Sabes que tengo razón, no trates de mentir. — Ella se acerca hacia tu figura desnuda que tratas de ocultar con tus brazos sabiendo que conoce cada parte de ti. — Quita los brazos.

Ella tenía un gran efecto sobre tu mente y cuerpo.

¿Lo ves? Sigues siendo una buena niña sumisa ante mí. No importa lo terrible que sea contigo, cariño, siempre haces lo que yo quiera... — Una sonrisa amplia se posa sobre tus labios cuando dejaste caer tus brazos sobre tu regazo. Tan sumisa y vulnerable frente a ella. — Incluso si eso te lastima por dentro.

La llama roja de su cigarro comenzó a apagarse, cogió una última calada mirando con una sonrisa divertida mientras se acercaba a tu rostro, el pulgar de la mano que sostenía el tabaco se deslizó por tus mejillas rojas.

Estando tan sumergida entre sus ojos solo sentiste el ardor agonizante sobre el hueso de tus caderas.

Cuando tratas de chillar por el dolor de la quemadura Yelena te besa para callarte por completo.

El dolor se convirtió en placer casi al instante, sus suaves labios tomaban los tuyos en un beso profundo y lento. Podías sentir el sabor leve a tabaco, fue más que agradable.

Esto no era correcto, pero se sentía tan bien...

Dear Teacher┃Yelena. Where stories live. Discover now