Laila Scamander Y La Maldición de Morgana

10: Comenzar

Me había ido a sentar con Fay y Ginny, les pregunté sobre Harry pero ellas se encogieron de hombros, diciendo que no lo habían visto desde que lo habían saludado. Escuchamos atentamente la canción del sombrero seleccionador, Hermione, Ron y de seguro Harry estaban a unos asientos de nosotras. Siguió con la ceremonia de selección, note que este año no habían tantos chicos de primero como otra vez. Debía ser difícil para los muggles enviar a sus hijos cuando había una guerra mágica de la que no estaban enterados. Una vez Se termino este y Dumbledore nos dio luz verde para comer, me moví unos asientos hacia la izquierda hacia Ron y Hermione, la ultima que se veía preocupada. Fruncí el ceño al ver que no estaba Harry, y ellos me preguntaron si lo había visto. Inmediatmente sentí algo en el pecho. Miedo.

—¿Como que no estaba con ustedes?!—casi grité atrayendo la atención de todos mientras comían en el gran comedor, Hermione y Ron frente a mi. Busque desesperadamente con la mirada a Harry pero no lo podía buscar, con mi Legeremancia traté de buscar un hilo de sus pensamientos o emociones pero no estaba. Ron se había ya servido bastantes muslos de pollo, al igual que gelatina y pure de papas. Espere unos minutos a que apareciera pero no llegó.

—Voy a ir a buscarlo—suspire sacando mis piernas del banco, dándome la vuelta, sin haber probado ni un bocado.

—Laila no puedes irte solo así—Hermione me miró.

—Diré que tengo problemas femeninos, estaré bien—rodé los ojos.

—Tranquilízate, esta ahi.—Ron señaló—. Siempre esta bien.

—Esta sangrado—murmuré preocupada mientras corría hacia nosotros y se sentaba a mi lado.

—¿Dónde has es...? ¡Oh! ¿Qué te ha pasado en la cara? —dijo Ron mirándolo con los ojos muy abiertos, igual que el resto que estábamos alrededor.

—¿Por qué? ¿Qué tengo? —replicó Harry, y tomo una cuchara para ver su reflejo.

—¡Pero si estás cubierto de sangre! —exclamé horrorizada—. Ven aquí...

Por un momento había olvidado de que con magia podía limpiarle el rostro. Así que me acerque a él con cuidado, poniendo mi cara casi encima de la suya, en algún otro momento me hubiera sonrojado demasiado, no sabia si el se estaba sonrojado ahora por toda la sangre que tenia encima, yo estaba muy preocupada quitándole la sangre de la cara con delicadeza con un pañuelo.

—¿Que te paso? ¿estas bien? ¿Te duele mucho?—pregunté rápidamente mientras le quitaba la sangre de la cara.

— Estoy bien. Gracias. —Harry se palpó el rostro, ya limpio, agite mi varita e hice aparecer un puñado de hielo en una pequeña bolsa para las heridas.

—Póntelo.—le dije entregándole.

—No me duele tanto...

—¡Que te lo pongas!—le ordene con insistencia, viéndolo con severidad y él obedientemente se lo puso en la nariz haciéndome sonreír.