Capítulo 4

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Sus manos fueron ágiles en desabrochar su cinturón, bajó la cremallera y descubrió su polla. Zabdiel gimió cuando la tomó con una mano y lamió la punta; Fiammenta amaba el sabor salado de su carne. Se retiró para poder mirarlo un poco más, era grande y duro, y suave como el terciopelo. Sonrió mientras lo acariciaba de arriba a abajo. El dominante se encontraba mordiéndose el labio inferior y mirándola como si fuera a explotar a la mínima.

—Ere perfecto.— soltó Fiammenta para después meter en su boca su preciosa polla rosada. Él no dudó en agarrarse de la silla y empujar hasta el fondo de su garganta. Se esforzó mucho, acariciándola con la mano y lamiéndola profundamente en su boca. Hizo un movimiento rápido con la lengua sobre la vena que alimentaba la erección, una acción que hizo gemir a Zabdiel. No aminoró el ritmo ni se detuvo. Pronto llegaría a la línea de meta y pensaba salirse con la suya.

El dominante no tardó en leer su lenguaje corporal para saber de sus intenciones, sus manos se movieron hasta su cabeza y la sujetó mientras le follaba la boca. Fiammenta aguantó sin tener ni una sola arcada y cuando sus testículos se tensaron supo que estaba a punto, llevó sus manos a sus caderas para que no pudiera apartarse.

—Jodida mierda, me voy a correr...—siseó entre dientes antes de derramar la cálida esencia en el fondo de su garganta, sujetándole la cabeza con las dos manos mientras llegaba al orgasmo—. Joder, Fiammenta...

Estaba jadeante y con la respiración entrecortada, casi sin palabras después de que su sumisa hubiera devorado con ansias su polla.

Ella levantó la vista cuando salió de su boca, tragó despacio y vio su labio inferior temblar mientras la miraba. La empujó hasta él, hacia arriba desde el suelo, aún con las manos a ambos lados de su cara, y la besó lenta y profundamente.

Ella sonrió orgullosa, le alegraba haberle dado placer.

La hacía feliz poder hacerlo a él feliz.

De nuevo en su regazo tras arreglarse la ropa, se pusieron cómodos porque sabían que tenían una conversación pendiente. Zabdiel pasó sus dedos por su pelo y le mordisqueó el cuello. Fiammenta dibujaba patrones sin sentido en la piel de su pecho, que no llevara los primeros botones de la camisa le estaba dando ventaja para poder tocarlo.

—Lo siento.— dijo ella tras un silencio que no había sido para nada incómodo. Simplemente había sido un momento en el que las palabras sobraban, que con tocarse, mirarse y sentirse había sido suficiente.

Dicen que después de la tormenta viene la calma, ¿por qué no podría ser al revés?

—Explícate, nena.— dijo acariciando con dos de sus dedos su mentón—. ¿Qué es lo que sientes?

—Haber estado ausente durante toda una semana... Desde el momento que te conocí estuve a tu lado día tras día, este semana fue la excepción.

Zabdiel no lo había pensado así en ningún momento y que ella lo mencionara ahora solo lo ponía más alerta.

—No tienes que disculparte por eso, soy más que consciente de que tienes también vida personal y no quiero ser un estorbo en eso.— le dejó en claro—. No quiero que te vuelvas dependiente de mi, nena.

—Es que tal vez ya lo hice...— dijo bajando la mirada para evitar el contacto visual—. Ya sabes, volverme dependiente de ti.

Su expresión cambió de inmediato, su oscura mirada se centró en ella y la obligó a volver a mirarlo, cualquier destello de dulzura había desaparecido por completo. Ahora solo quedaba frialdad.

—No lo digas, Fiammenta.— dijo con dureza—. No se te ocurra decirlo.

Su labio inferior tembló ligeramente, ella no era capaz de mandar en sus propios sentimientos, no podía escoger entre que emociones sentir y cuales no. Si eso fuera posible todo sería mucho más fácil.

—Creí que querías sinceridad en nuestra relación.— dijo tragando saliva.

—Y quiero sinceridad... Pero tú ahora mismo no estás segura de lo que sientes, estás confusa y es totalmente comprensible.—  dijo despacio mientras acunaba su rostro con sus manos.

—No, Zabdiel, estoy segura de lo que siento, que haya decidido callarlo durante tanto tiempo es una cosa totalmente diferente.— se sinceró mientras quitaba las manos del dominante de su cuerpo y se levantaba de sus piernas—. Me estoy enamorando de ti.

Zabdiel apretó los labios mientras la miraba con seriedad, se temía que algo de eso podría pasar y, honestamente, no estaba preparado para esta situación.

—¿Por qué, muñeca?— preguntó negando con la cabeza—. ¿Cual era la jodida necesidad de esto? Estábamos tan bien así.

—Perdóname por joderlo todo.— susurró con una débil sonrisa en los labios.

—Perdóname tú a mi por darte la esperanza de que podría llegar a más.— dijo soltando un suspiro.

Era demasiado perfecto para ser verdad. Años y años de prácticas sexuales extremadamente placenteras para ambos, eso era lo único que los unía; el placer, la lujuria, el deseo, el masoquismo, el edge play en bajo nivel...

Nada de sentimientos parecidos al amor.

Fiammenta se lamentaba de haber jodido la profesionalidad pero no podía seguir mintiéndose a sí misma ni tampoco a él.

La confianza, la comunicación entre las dos personas, era sin duda alguna la base del BDSM. De tal modo que ella necesitaba sincerarse para no terminar asfixiándose con ello.

Eso no había tenido nada que ver con su ausencia durante toda la semana, tenía otros asuntos de alta importancia y sabía que esto sólo sería una distracción más.

Rota Fantasía Where stories live. Discover now