Capítulo 20

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Zabdiel estaba más que seguro de que al joven le picaría la curiosidad sobre el tema tarde o temprano. Compartió su opinión con Fiammenta pero ella no parecía del todo convencida, no es como si conociese a Frigdiano lo suficiente como para opinar.

—¿Tú crees que irá un día de estos a CNCO?— cuestionó la pelinegra alzando una de sus cejas con incredulidad.

—Mi intuición me dice que si, muñeca.— se encogió de hombros restándole importancia—. Pero no vamos a hablar ahora sobre los gustos sexuales de tu hermano sino de los tuyos.

—¿De los míos?— preguntó con una sonrisa ladeada—. Zabdiel, llevas años descubriéndome, es obvio que te sabes de memoria mis jodidos gustos sexuales.

—Desde luego que si, pero eso no quiere decir nada, en estos momentos no quiero ser yo quien haga directamente lo que tú quieres... Quiero que seas tú quien me exprese tus deseos.

—¿Quieres que te confiese mis fantasías sexuales?— cuestionó pasando su lengua por su labio inferior—. No creo que estés dispuesto a cumplir.

De la garganta del dominante se escapó una carcajada casi irónica, tenía gracia el asunto. Años satisfaciéndola y ahora le salía con eso de que no estaba dispuesto.

Para ella siempre estaría dispuesto.

—¿Qué es lo que más ansías, muñeca?— preguntó retándola con la mirada—. ¿Cual es tu fantasía más caliente?

—No quieres saber la respuesta...

—No, no quiero... Necesito saberla.— se corrigió chasqueando su lengua.

Fiammenta entrelazó sus manos encima de su regazo y bajó la mirada hasta estas. Su corazón martilleaba con fuerza contra su pecho, temía que Zabdiel pudiese escuchar los latidos pues la distancia entre ellos dos era casi mínima. Un cosquilleo le recorrió el cuerpo y se mordió la lengua, indecisa sobre si soltarlo o no. Era más que consciente de que el dominante cumpliría su fantasía superando incluso sus expectativas pero en el fondo, por mucho que lo desease, no estaba segura de querer probarlo.

—Quiero hacer un trío.— soltó cuando una de las manos de Zabdiel se posó en su rodilla.

—¿Con un hombre o con una mujer?— susurró alzando sus cejas.

—Creo que con un hombre... Una cosa es que tú me folles y que además usemos todo tipo de juguetes sexuales en el acto... Otra muy diferente es que dos hombres estén al pendiente de mi, llenándome con cada embestida y que me vea envuelta en un mar de sensaciones multiplicadas por dos.

Él no parecía sorprendido, de hecho era algo muy previsible, sabía que en algún momento eso sucedería. Había prometido desde el primer momento cumplir sus fantasías, sin importar cuáles fueran.

—No soy un hombre celoso, supongo que no me importa que quieras estar con alguien más en la cama.— murmuró con una sonrisa divertida en los labios.

—No estoy diciendo que tú no me satisfagas lo suficiente y que por eso quiera a dos hombres, ni mucho menos pero...

—Lo sé.— la interrumpió soltando una risa—. Tus gemidos no mienten, el sudor de tu cuerpo tampoco, la humedad de tu coño no se queda atrás... Y ya ni hablemos de la forma tan deliciosa en la que te corres tratando de no gritar mi nombre.

La mano del dominante ascendió por su pierna, dando una ligera caricia a su paso hasta llegar a su entrepierna. Ni siquiera se molestó en apartar la tela, acarició su vulva sobre la ropa sin despegar su ardiente mirada de la suya, como si acaso se estuvieran enfrentando a un duelo y quien se sumiera antes perdía.

La caricia era casi inexistente, con su mano apenas tocándola. Lo que hizo que el deseo aumentase, la zona hormigueaba y sentía como su propia excitación la empapaba.

—Zabdiel...— no quiso que su nombre se escapase de sus labios como un gemido sino como una advertencia pero falló en el intento.

—¿Qué pasa, muñeca? — su voz ronca sonó más profunda en sus oídos, su piel se erizó al instante y su respiración se volvió más pesada—. ¿Quieres que te siga tocando? ¿O quieres que te folle en lugar de tocarte?

—Uhm, no...

—¿No? Pues parece que tu cuerpo no me está diciendo lo mismo.

—No quiero que me toques ni tampoco que me folles, quiero que sea tu boca la que se encuentre en mi coño... Joder, necesito tu lengua recorriéndome, por favor...— cerró sus ojos y echó su cabeza hacia atrás—. Por favor...

Zabdiel siempre le pedía que no suplicara ni que rogara, que él iba a darle lo que quería sin necesidad de lloriqueos. En el fondo sabía que sus súplicas lo prendían más de lo que ya estaba, que un "por favor" de esos que salía de sus labios cuando su respiración se agitaba era suficiente para calentarlo.

—Quítate la ropa y ábrete de piernas para mi, muñeca.— ordenó dando una palmada en su entrepierna que la hizo jadear.

La chica fue obediente, sabía que así debía de ser, aprovechó también el momento para soltarse el cabello y dejar que este cayera por sus hombros.

Y así, desnuda en cuerpo y alma para él, sus ojos le dijeron incluso más de lo que sus palabras podrían expresarle algún día.

—Esta noche tenemos una fantasía pendiente en el club.— le susurró al tiempo que se agachaba, su cálido aliento chocó en la cara interna de sus muslos haciendo que la chica se estremeciese, aprovechó para pasar su lengua por la carne de estos haciéndose un camino hasta llegar a su tan ansiado centro. Sus labios no tardaron en envolverse en su clítoris, si las mujeres tenían allí alrededor de ocho mil terminaciones nerviosas él estaba dispuesto a tocar todas y cada una de ellas, algo que con la penetración no sería posible ni aunque quisiese.

Rota Fantasía Where stories live. Discover now