Capítulo 27

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La rutina diaria de los chicos no cambió en absoluto a causa de esa nueva ilusión que tenían, en cierto modo era mejor así para ambos pues ninguno quería caer en la monotonía de una vida distinta. Si todo iba bien, ¿por qué habrían de cambiarlo?

Habían pasado al menos unos meses desde que Evelyn y Joel anunciaron su matrimonio, ya habían puesto una fecha fija y sería el veintidós de junio. Ella ya había comprado su vestido la semana anterior, sus amigas habían sido de gran ayuda en eso, al igual que lo estaban siendo para organizar todo para el tan esperado día.

—¿Cómo te encuentras hoy, muñeca?— preguntó Zabdiel recargando su peso en el marco de la puerta y observándola desde allí.

Fiammenta el día anterior no se había querido levantar porque su cuerpo iba de mal en peor, ese día había despertado con un mejor ánimo y con menos dolor de cabeza.

—Bien; pero no tan bien como para acompañarte al club.— informó soltando un suspiro de sus labios.

Su cabello estaba desordenado e incluso enredado, no se había tomado la molestia de peinarse y ahora le estaba pasando factura. Se encontraba más pálida de lo habitual a pesar de que había comido más esos dos días que la anterior semana.

—Lo mejor será ir al médico, no es normal que estés así... Y no creo que se trate de un resfriado porque estamos en verano, no has podido resfriarte así por así.— dijo él, pues anteriormente ella había dicho que no se trataba de nada grave y que seguramente sólo fuera un resfriado.

—Eres un exagerado.— farfulló llevándose las manos al abdomen y acariciando este sutilmente—. Estamos bien.

—¿Estamos?— preguntó sacudiendo ligeramente la cabeza—. ¿Cómo que "estamos"?

Ella sonrió al tiempo que desviaba su mirada hasta la mesita de noche, en donde se encontraban dos pruebas de embarazo con dos líneas rojas en la pequeña pantalla de estas.

Él se acercó, pues la curiosidad picaba en su cuerpo y se llevó las manos a la boca totalmente sorprendido al ver de que se trataba, trató de aguantarse las ganas de llorar pero fue imposible.

La alegría había llenado su cuerpo por completo y la emoción no tardó en verse reflejada en su rostro, lágrimas de felicidad comenzaron a abandonar sus ojos y a deslizarse por sus mejillas. Su sonrisa se había ensanchado todavía más cuando sus ojos dieron con los de la pelinegra.

—Lo conseguimos, muñeca.— soltó en un hilo de voz abriendo sus brazos para permitirle acomodarse entre estos.

—No sería sin tiempo eh.— intentó añadir un tono divertido a su voz pero estaba tan emocionada como él.

El dominante acarició su espalda y trató de desenredar su cabello con sus dedos para después acariciarlo. El corazón en su pecho quería salirse del sitio, tanta emoción estaba por causarle un problema cardíaco.

—Te amo.— susurró antes de que sus labios presionaran en su sien repetidas veces—. Os amo.

Fiammenta entreabrió sus labios para responder pero las palabras nunca llegaron a su boca porque el dominante le obligó a tumbarse en la cama para llevar sus labios a su abdomen. Sus labios repartieron besos por este al tiempo que lo acariciaba con sus manos.

A ella se le encogió el corazón ante la imagen que tenía frente a sus ojos, una que sin duda no se olvidaría con facilidad.

—Así que esto es el causante de tu malestar...

—No lo sé, verdaderamente me siento como la mierda.— confesó dando un ligero asentimiento con su cabeza—. No sé qué tan normal puede llegar a ser eso en un embarazo.

—Yo tampoco lo sé que no soy médico, lo que sí sé es que no quiero verte mal... Por eso creo que debería de revisarte alguien que entiende de esto.— tomó su mano para acariciarla con su dedo pulgar—. Me tomaré el día libre para acompañarte, date una ducha y vístete que yo mientras haré el desayuno.

—Te amo.— dijo con sinceridad, todo lo que hacía por ella era increíble. Ya sin hablar de lo rico que cocinaba—. Gracias por todo.

—Soy yo el que tiene que agradecerte.— respondió guiñándole un ojo—. ¿Puedes sola o necesitarás ayuda? Ya sabes que yo puedo colaborar siempre y cuando estés desnuda.

Ella rió ante su propuesta y se levantó de la cama sin responder, los primeros pasos fueron sin problema pero al llegar a la puerta del baño tuvo que sostenerse de esta debido a que su visión se volvió borrosa en cuestión de segundos. Los cerró al tiempo que tomaba una profunda respiración y al abrirlos ya todo estaba bien de nuevo, quería creer que sus ojos habían tenido un lapsus a la hora de cumplir su función.

Zabdiel aprovechó el momento para enviarle un mensaje a uno de sus amigos que trabajaba en una clínica privada que se situaba cerca del centro de la ciudad, allí no podían acudir sin cita previa así que tenía que recurrir a sus contactos. Mientras este no respondió hizo la cama y salió de la habitación para cumplir con lo que le había prometido a su muñeca, hacerle el desayuno.

No era demasiado fan de los tatuajes en su propio cuerpo, de hecho solo tenía uno en el tobillo que lo vinculaba con los demás dueños del club; sin embargo, estaba muy tentado a hacerse un nuevo tatuaje referente a la palabra muñequito.

Al fin y al cabo, todavía no sabían si se trataba de un niño o una niña por lo que no habían podido pensar en un nombre. Se había fijado en los nombres de los hijos de sus amigos y todos tenían algo en común, que empezaban por la letra L. Si había algo de lo que estaba seguro era de que quería seguir con la tradición, el muñequito llevaría un nombre que comenzara por esa misma letra.

Dejó escapar un suspiro de ensueño, no había pasado demasiado tiempo desde que se había enterado de la noticia y ya hasta soñaba con un nombre.

Rota Fantasía Where stories live. Discover now