Capítulo 6

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No se sentía bien situándose a sí mismo nivel, lo había aceptado muchas veces y no tendría problema en hacerlo una vez más. Ella no era fuerte, podía aparentar serlo pero no era cierto, era débil, cualquier cosa por muy pequeña que fuese le afectaba.

Zabdiel era todo lo contrario, un hombre que simplemente no aparentaba ser nada. Él era.

Tan distintos el uno del otro, lo único que los relacionaba era el buen sexo que él le proporcionaba. Sin embargo, no estaban en un momento para ponerse a discutir sobre sexo. Fiammenta tenía suficiente alcohol en sus venas, y aunque eso le había dado la valentía de alzar la cabeza y retarlo con la mirada, también le proporcionaba muchos puntos en contra. Todo se esfumaba, y su valentía era una de esas cosas.

—Voy a llevarte a casa, mañana podremos hablar de todo con tranquilidad.— demandó Zabdiel mientras la obligaba a levantarse, esta se tambaleó y cerró sus ojos con fuerza cuando todo se movió a su alrededor—. ¿Cuanto has bebido, muñeca?

—Perdí la cuenta.— admitió sujetándose a su cuerpo para no caerse, sus tacones no le hacían ningún favor en esta ocasión—. Espera, tengo que pagar...

—Yo me ocupo.— dijo sacando su cartera y dejando un par de billetes encima de la barra, lo suficiente para pagar lo que ella y su amiga habían estado bebiendo—. Ahora vamos, ¿puedes caminar?

Asintió convencida de que podía hacerlo, pero se lamentó al tercer paso que dio. Se sintió frustrada, no quería caerse allí en medio frente a él, no necesitaba humillarse todavía más.

Zabdiel chasqueó su lengua al ver el panorama, ¿por qué no le sorprendía?

Sin dificultades la tomó en brazos y la sacó del local, el aire fresco consiguió bajarle un poco la acalorada temperatura a la chica.

—Voy a llamar a Christopher para que venga a por Cyara, no te mueves.— dijo abriéndole la puerta del coche e indicándole que entrase.

—No será necesario, puedo irme sola.— dijo Cyara acercándose a ellos, por lo visto había conseguido deshacerse rápido del otro hombre—. No te preocupes, no he bebido tanto como ella así que puedo conducir sin problema.

—La palabra tanto ha sido la clave, no dejaré que conduzcas sabiendo que tienes alcohol corriendo por las venas.

—No me jodas, estoy segura que tú en CNCO has tomado un par de copas, lo que significa que también tienes alcohol corriendo por las venas.— respondió casi sarcástica—. No estoy borracha, no podría haberme embriagado con tan poco, llegaré a casa sana y salva.

El dominante se sintió frustrado, ya era la segunda mujer en la noche que no obedecía a sus órdenes. Tal vez el problema lo estaba teniendo él, quizá impartir disciplina ya no era su punto fuerte.

De todos modos le envió un mensaje a su amigo para informarle del tema, pues tuvo que ver como Cyara se subía en su coche y se iba de allí como si fuera la puta ama del lugar.

Rodeó el coche para entrar y miró a Fiammenta que luchaba por no quedarse dormida.

—¿Vas a follarme cuando lleguemos?— preguntó en un susurro—. ¿O me castigarás por haber incumplido veinte normas en tan solo un par de horas?

—Ninguna de las dos cosas, aunque muero de ganas por hacerlo, estás borracha y no me aprovecharé de la situación.— informó apretando las manos en el volante.

No era un hombre que le gustara escuchar música en la radio mientras conducía, el único sonido que se podría escuchar era el de sus voces al hablar.

—¿Mueres de ganas por follarme o por castigarme?— preguntó apoyando su cabeza en la ventanilla—. Porque si tengo que elegir yo prefiero la primera opción.

—Fiammenta, ya he dicho que no haré ninguna de las dos cosas.— sentenció.

Ella gimió frustrada y, en un gesto que el dominante no se esperaba para nada, subió su vestido hasta su cintura. Cerró los ojos mientras que dos de sus dedos acariciaban su vulva sobre la fina tela de su tanga.

Zabdiel suspiró, le hubiera encantado mirar pero sus ojos debían de estar puestos en la carretera o de lo contrario tendrían un accidente.

Pero a ella parecía importarle entre cero y nada, apartó la tela hacia un lado para sentir con su tacto su propia humedad. Gimió el nombre del hombre que estaba a su lado cuando presionó en su clítoris y empezó a dibujar círculos en el.

Su respiración se agitó y la de Zabdiel también, no iba a pedirle que se detuviera por nada del mundo, no iba a ser tan egoísta como para negarle su propio placer. Dejó que se tocara, que se penetrara con los dedos, que se retorciera de placer en el asiento y que gritara su nombre cuando el orgasmo la atravesó.

El dominante estacionó frente a su casa, le había dicho que la llevaría a la suya pero se había desviado en el camino.

Agarró su muñeca y llevó sus dedos a sus labios para chuparlos, en ese instante ella abrió los ojos para encontrarse con tan erótica imagen delante de sus narices.

—Tan exquisita como siempre.— le guiñó un ojo cuando retiró sus dedos de su boca.

Tragó saliva, el orgasmo la había traído de vuelta a la realidad, una realidad en la que el hombre que cumplía sus fantasías se había encargado de romper una muy importante para ella.

—Esta es tu casa.— murmuró Fiammenta acomodándose la ropa y bajando del coche—. Pensé que me llevarías a mi casa.

—Esa era la idea, pero tus gemidos me distrajeron y me desvié.— admitió encogiéndose de hombros—. No es la primera vez que pasas una noche conmigo, no debes de preocuparte ahora.

Se quitó los tacones que tanto le estaban fastidiando y caminó descalza, con una mano de Zabdiel en su espalda sosteniendo su equilibrio.

Podía estar enfadado, tal ves incluso decepcionado, pero estaba demostrando que no la dejaría caer (tanto de forma metafórica como literal).

Rota Fantasía Where stories live. Discover now