Capítulo 16

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Sus labios recorriendo su piel, sus manos acariciando cada centímetro de su cuerpo, sus respiraciones mezclándose, las miradas ardientes que se lanzaban en el acto. Como la había hecho suya, allí, en la cocina. La forma en la que sus cuerpos encajaban a la perfección. La sincronización de sus gemidos.

Simplemente ellos.

El solo recuerdo de lo sucedido hace unas horas le ponía los vellos de punta una vez más, nunca en su vida se imaginó que alguien le haría sentir tantas cosas buenas.

—Fiammenta, ¿estás segura de que quieres hacer esto?— preguntó Cyara con una sonrisa nerviosa—. Si quieres echarte atrás todavía estamos a tiempo...

—Quiero hacerlo.— dijo con firmeza haciendo que la rubia soltase una bocanada de aire.

Tras la entretenida mañana con Zabdiel había decidido quedar con Cyara para hacerse un tatuaje, ella no había dudado en apuntarse. Allí estaban, esperando a que el tatuador las atendiese; Fiammenta con toda la tranquilidad del mundo, decidida a marcar en su cuerpo algo que ya había dejado pegada en su alma. Cyara, por su parte, se mordisqueaba el labio nerviosa pues las agujas no eran sus mejores amigas.

—¿Quién va primero?— preguntó el chico, sus brazos estaban llenos de tinta y su rostro tenía varios piercings.

—Ella.— Cyara fue rápida en hablar mientras señalaba a su amiga.

—Si, yo.— dijo ella con diversión, se sacó la camiseta que llevaba puesta y se dejó caer en la camilla del tatuador.

Los tatuajes que habían elegido hacerse eran sencillos, pues cada una llevaba una palabra que definía la relación con el maestro que tenían. Fiammenta se tatuó la palabra fantasía con un tipo de letra un tanto peculiar, como si las letras estuvieran rotas.

Cyara optó por la palabra tentación en color negro y con letra cursiva.

Ambas en el mismo lugar, en el costado izquierdo, a la altura de las costillas.

—No puedo creer que me haya dejado engatusar para hacerme un tatuaje, juro que nunca más vuelvo a poner una aguja en mi piel.— se quejaba la rubia de camino al parque en el que habían quedado con los demás miembros del grupo.

—Eres una exagerada, yo creo que le irás pillando el gusto.— murmuró la pelinegra con diversión—. Recuerda que tendrás la zona sensible estos días, ten cuidado de que no se te infecte o entonces si que dolerá.

Ella puso una expresión de dolor, sabía que Fiammenta hablaba en serio pues nadie tenía más experiencia que ella en el tema de los tatuajes.

Para su buena suerte no quedaba demasiado lejos así que en menos de diez minutos se situaron en el lugar, la pelinegra saludó a Zabdiel con un beso en la mejilla que no lo dejó satisfecho porque acto seguido tomó su rostro con sus manos y besó sus labios.

—No quiero sonar tóxico ni controlador pero... ¿Se puede saber en donde estabais metidas?— le preguntó rozando su nariz con la suya.

—Por ahí...– respondió con una sonrisa burlona en los labios—. Ya lo descubrirás más tarde.

Dejó otro beso en su boca antes de separarse de él y centrar su mirada en los niños que correteaban por allí, dejó escapar un suspiro embobado pues nunca le habían gustado los niños hasta que conoció a los hijos de sus amigas. Con ellos se moría de ternura.

Zabdiel al darse cuenta sonrió, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y rozó el lóbulo de su oreja con sus labios.

—¿Has pensado alguna vez en ser madre?— preguntó, el cuerpo de ella se tensó con solo oírlo—. Hey, solo era una pregunta, no tienes que ponerte así.

Bajó sus labios para depositar un beso en su cuello, que de alguna forma logró calmarla.

—No lo he pensado ni tampoco quiero pensarlo.— confesó—.  Y no me digas que es solo una pregunta porque tú nunca preguntas por preguntar, siempre tiene algo detrás de importancia.

Él chasqueó su lengua, parece que después de tantos años ella había pillado sus trucos.

—Tienes razón, si me respondías que si iba a hacerte una mala propuesta.— admitió soltando una risa—. Así que mejor dejémoslo estar así, no quiero cometer más locuras.

—¿Qué tipo de propuesta?— preguntó con curiosidad.

—Puedes vivir sin saberlo.— dio una palmada en una de sus nalgas dando por terminada la conversación.

La chica hizo un puchero con sus labios, su mente podía ser de utilidad en muchas ocasiones pero en esta no hacía más que atormentarla. ¿Zabdiel le iba a proponer tener un hijo? La pregunta sonó una y otra vez en su cabeza, cuanto más lo pensaba más absurdo le sonaba.

El hijo de Joel y Evelyn se acercó a ella para invitarla a jugar, la pelinegra le regaló una sonrisa al tiempo que asentía. Tomó su mano y la guió hasta donde ellos jugaban, dejando a Zabdiel solo pero con una sonrisa en los labios.

—Se te cae la baba, ¿quieres que te traiga una servilleta?— preguntó Erick con burla.

—Si, puedes traerla y también metértela por el culo.— murmuró molesto.

—¡Vaya! Que buen humor.— dijo soltando una risa—. Tranquilo, es comprensible, somos los únicos aquí que no tenemos hijos y... Un momento, ¿Christopher y Cyara no tenían una hija?

—Si, Colón, pero ella está en clases ahora.— murmuró como si fuera obvio, haciendo que el ojiverde hiciese una mueca debido a su confusión.

El dominante miró hacia la derecha para encontrarse a Christopher hablando con su novia, ella parecía estar un tanto distraída porque su amiga le dio un codazo en el costado izquierdo para que le hiciera caso. Sin embargo, la expresión de su rostro ante la acción no pasó desapercibida para este.

—Oh, muñeca, así que esto es lo que hicisteis...— murmuró Zabdiel por lo bajo desviando su mirada hasta la chica que jugaba con los dos niños allí presentes.

Rota Fantasía Where stories live. Discover now