Capítulo 13

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La pelinegra tomó una profunda respiración mientras daba un ligero asentimiento en su dirección, echó una mirada rápida a su acompañante y sin más se levantó.

—Necesito ir al baño.— anunció, apretó ligeramente el hombro de Zabdiel cuando lo vio dispuesto a levantarse también—. Ahora vuelvo...

Él la siguió con la mirada cuando salió del salón y cuando la perdió de vista le lanzó una fría mirada a su padre, no era quien para cuestionar su vida pero sabía que confesiones de este tipo no ayudarían a Fiammenta para nada. Si ya con saber que su padre se moría tenía demasiado no quería imaginarse como estaba ahora que sabía que tenía un hermano.

Ella se vio a sí misma tratando de mantener el equilibrio mientras subía la escaleras, sus piernas temblaban ligeramente y los altos tacones que llevaba calzados no ayudaban demasiado. Entró al baño y dejó la puerta de este abierta, abrió el grifo para mojarse las manos y llevar estas a su nuca, lo que menos necesitaba era una bajada de presión en estos momentos.

Cerró sus ojos convenciéndose de que ella era más fuerte que toda esta situación, que escuchara unos pasos acercándose fue el motivo para que volviera a abrirlos.

—Zabdiel, no era necesario que...— empezó diciendo pero se callo de inmediato al ver que quien se encontraba allí no era quien se esperaba—. Disculpa, pensé que eras Zabdiel.

—¿Él es tu novio?— preguntó apoyándose en el marco de la puerta.

—Eso a ti no debería de importarte.

La risa que se escapó de sus labios le heló la sangre y le hizo tragar saliva al sentirse completamente incómoda.

—Esa respuesta es la que daría alguien que está completamente enamorada pero que pasan de ella olímpicamente.— murmuró con diversión, cuando Fiammenta estaba dispuesta a salir del baño él se lo impidió—. Deberías de buscarte a alguien que si esté interesado en ti.

—Yo haré con mi vida lo que me plazca.— espetó sin siquiera mirarlo—. Ahora, cuando te apartes de la puta puerta, saldré con el tío que folla y que, afirmativo, estoy completamente enamorada de él.

—El tío que te folla.— repitió acariciando su labio con su dedo pulgar—. Mereces a alguien que no solo te folle.

—Mira, hermanito, tú y yo no sabíamos de la existencia del otro hasta hoy y, honestamente, me gustaría que siguiera siendo así de ahora en adelante.

—Hermanastro.— hizo énfasis en la corrección—. Gracias a Dios no somos hijos de la misma madre.

Fiammenta llenó sus pulmones de aire, un poco harta de la situación. El chico era insoportable como sí solo y ella no estaba del mejor humor, además, no quería suponer cosas feas con respecto a él pero su actitud no estaba gustándole demasiado.

—¿Qué cojones está pasando aquí?

—Parece que ha llegado el tío que te folla.— dijo él con diversión.

Zabdiel tampoco parecía de buen humor y con la frase que acababa de oír lo estaba todavía menos, ella aprovechó el momento de distracción de su hermanastro para salir del baño y situarse al lado del dominante. Quien no dudó en rodear su cuerpo con uno de sus brazos y acercarla a él.

—Zabdiel, quiero irme.— demandó en voz baja.

—Lo sé, muñeca... ¿Quieres ir a despedirte de tu padre mientras yo me despido de Frigdiano?— su tono de voz le indicó que no iba a despedirse sino que le dejaría un par de cosas claras—. Espérame abajo.

Eso había sonado como una orden, una a la que Fiammenta no estaba segura de si quería obedecer. Conocía a Zabdiel lo suficiente como para saber que esa noche no terminaría bien.

—No, no quiero.— dijo firme—. Quiero que nos vayamos ahora, por favor.

—En primer lugar, si solo es el tío que te folla no deberías de haberlo traído a una cena familiar, eso es muy poco profesional de tu parte.

—Pues en segundo lugar, a ti nadie te ha dado vela en este entierro, gilipollas.— escupió el dominante en su dirección—. La verdad es que tenía pensado decirte un par de cosas pero por el respeto que le tengo a Fiammenta y a su familia he decidido no hacerlo.

—Es irónico que hables de respeto, ¿a ella la respetas?

—En todo momento, pero de todos modos ninguno de los dos tiene porque darte explicaciones.— entrelazó los dedos de su mano con los de la chica y sin más salieron de allí, no sin antes lanzarle una mirada envenenada al chaval que todavía no se había movido de su sitio—. No tienes de que preocuparte, estuve más tiempo ahí del que te parece.

—¿Se supone que eso debía de tranquilizarme?

—Era la principal idea.— dijo antes de que sus labios presionaran la frente de la pelinegra—. No quiero ser solo el tío que te folla.

—No lo eres.— dejó en claro—. Para mi nunca has sido solo eso, Zabdiel.

A su padre no le sorprendió verlos abandonar la casa sin siquiera despedirse, sabía que de alguna forma u otra terminaría así la noche.

Rota Fantasía Where stories live. Discover now