Capítulo 26

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Al día siguiente habían quedado con sus amigos en el club para celebrar la noticia de que Evelyn y Joel contraerían matrimonio por el método tradicional, en una iglesia y vestida de blanco.

Algo que en sus vidas se habrían imaginado, pues ninguno de ellos era fan del matrimonio. El amor había podido con eso y podría incluso con más.

—El mundo da muchas vueltas.— dijo Evelyn cuando todos se quedaron sorprendidos y sin habla.

—Eso mismo llevo pensando yo desde ayer.— respondió Zabdiel compartiendo una mirada cómplice con su muñeca.

—¿Hay algo que queráis contarnos?— preguntó Richard con sumo interés mirándolos a ambos.

—Todavía no.— fue rápida en decir la pelinegra, siempre había la posibilidad de querer quedarse embarazada y no poder, así que no quería arriesgarse.

El dominante tomó su mano para entrelazar sus dedo y le regaló una sonrisa de labios cerrados que ella le devolvió.

La conversación entre ellos fluyó como siempre hacía, Leyre y Evelyn comentaban gustosas la hermosura de anillo que llevaba en su dedo, Joel las escuchaba orgulloso pues lo había elegido él solito confiando en su buen criterio.

—Richard, si algún día me pides matrimonio quiero que sea algo de ese estilo.— informó Leyre mientras miraba a su novio con diversión.

—¿Es que tú, señorita, quieres casarte conmigo?— le preguntó alzando sus cejas.

—Siempre fui muy tradicional, a diferencia de ti... Algún día me gustaría hacerlo.— confirmó encogiéndose de hombros—. En un futuro lejano.

Fiammenta no quiso hablar del tema matrimonial, no creía en esto y si hablaba soltaría alguna frase que a sus amigas no les agradaría, prefería dejarlas vivir su ilusión con respecto a ese tema.

—¿Realmente vais a casaros por la iglesia?— preguntó el maestro Vélez sin poder creerse todavía la noticia.

—Si, Vélez, ya te llegará la invitación si es que decidimos invitarte.— respondió Joel con diversión.

En estos años todo había dado un giro inesperado, habían pasado de centrar su atención en docenas de personas en la noche para centrarla en tan solo una. Habían dejado un poco de lado su mundo para centrarse en el de alguien más y entregárselo todo, cuerpo y alma; algo que un dominante bajo ninguna circunstancia haría.

El amor existía y ellos eran el claro ejemplo.

—Por cierto, ¿Cyara no va a venir?— preguntó Evelyn haciendo un mohín con sus labios.

—Tenía que dejar a Layla en casa de mis padres, no se demorará mucho.— aseguró Christopher, ganándose una mirada de todos los que se sentaban alrededor de la mesa.

—¿Has dejado a la pobre mujer sola en casa de sus suegros?— preguntó Erick soltando una carcajada—. ¿Tengo que recordarte que tu padre y ella no son los mejores amigos?

—Mi padre me la suda, Erick.— murmuró poniendo los ojos en blanco—. Ahora dejad de joder y seguid la conversación como hasta el momento.

Erick, a regañadientes, empezó a preguntar detalles sobre la boda. En donde sería, en qué restaurante comerían, si él podía ser el padrino...

Ellos respondieron gustosos, pues no cabían de gozo y estaban más que ansiosos porque ese día llegara.

Cuando Cyara llegó terminó de armarse la fiesta, pues al ver el anillo en el dedo de Evelyn chilló tan emocionada como si le pidieran matrimonio a ella.

—¡Esto hay que celebrarlo de la mejor manera!— chilló alzando sus manos—. ¡Alcohol!

—¡No!— Christopher y Zabdiel gritaron al unísono.

—Sois unos aburridos.— se quejó la rubia antes de echar a andar hacia la barra para pedir unos tragos para todos los allí presentes.

—Ni se te ocurra beber.— siseó Zabdiel mirando a Fiammenta—. Es más que dañino.

Ella hizo un puchero, no había cosa que más le gustara que celebrar con alcohol. Esta vez las circunstancias no se lo permitían y tampoco quería ser una irresponsable en esos momentos.

Cyara llegó con una bandera plateada en donde portaba un vaso para cada uno, lo dejó en la mesa para que cada quien tomara el suyo.

—No.— repitió Zabdiel al ver que los dedos de la pelinegra picaban por tomarlo—. Prometo darte de beber algo más delicioso que eso, ahora soporta las ganas.

—Más te vale.— murmuró por lo bajo, aguantándose también las ganas de clavar sus uñas en la mano de Zabdiel que todavía la teñí sujeta.

—¿No vais a beber?— preguntó Erick señalando los dos vasos que todavía permanecían intactos.

—No.

—¿No?— insistió.

—No.— repitió.

—Ah, pues no, de puta madre.

Zabdiel puso los ojos en blanco antes de soltar una respuesta un poco más elaborada, sabía que no debía de ser borde en ese momento sin ninguna razón.

—No nos apetece demasiado beber.

—¡Ya, claro!— exclamó Cyara sarcástica—. Eso es como decir que a mi no me gusta que Christopher azote mi culo.

El recién nombrado casi se atraganta con el whisky que estaba bebiendo pues no se esperaba para nada el descaro de su ángel.

—Bien, no importa, creo que lo mejor es contároslo y ya.— dijo Fiammenta negando con la cabeza—. Después de una indecente propuesta que me soltó Zabdiel hace un tiempo he estado pensando mucho en el tema de la maternidad, tras darle muchas vueltas creo que terminé con la idea fija de que si, definitivamente quería ser madre y que Zabdiel fuese el padre de mi hijo.

—Muñequito.— le corrigió el dominante haciéndola sonreír.

—Bien, muñequito... — ladeó su cabeza mirando a sus compañeros.

—Entonces... ¿Estás embarazada?— preguntó Richard cuando sus demás amigos se quedaron sin habla.

—No, no lo creo, recién dejé de tomar la píldora ayer.

—Bueno, en una pareja normal tal vez el proceso llevaría meses... Pero Zabdiel y tú tenéis sexo todos los días y con bastante intensidad, no creo que tardéis tanto en alcanzar vuestro objetivo.

—Gracias por los ánimos eh.— dijo Zabdiel soltando una risa, aunque eso era algo que él ya sabía.

Tenía un único propósito y ese era hacer un muñequito con Fiammenta, estaba dispuesto a tomarse muy en serio su trabajo.

—Oye pues... ¡Celebración doble!— gritó Leyre alzando su vaso—. Que ampliamos la familia.

—Que así sea.— respondió la pelinegra sonriente.

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