¿Y el anillo?

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11 de mayo, 202...

Jimin se removió entre las sábanas a media madrugada por alguna pesadilla que involucraba cristales rotos que cortaban su piel y olor a carne quemada.

Jimin...

Una voz lo llamaba entre todo el desastre y sintió lágrimas mojando sus mejillas. Luego todo cambió a un enorme jardín lleno de pequeños arbustos de flores de todos colores, un niño corría frente a él con una sonrisa muy parecida a la suya, pero el niño crecía a medida que corría y se alejaba de él, muy muy lejos.
Jimin se sentía solo, tan solo al punto en que incluso su cuerpo se sentía apartado de sí mismo aunque doliera por todas partes.

―Jimin, despierta es hora de tu medicamento.

Al fin abrió lo ojos y lo primero que encontró fue un techo blanco totalmente desconocido, iluminado levemente por la luz de un lámpara de noche. A su lado estaba un hombre medio adormilado que él conocía, que se supone que debería conocer.

―¿Ah?

―Tu medicina para el dolor, ten―insistió pacientemente Namjoon ofreciéndole dos píldoras y un poco de agua.

―Oh, sí eso―Jimin tomó las píldoras y Namjoon lo ayudó a acomodarse sobre las almohadas. A pesar de la poca luz, fue demasiado fácil para Jimin ver que al mayor le dolía algo por el esfuerzo pero ninguno de los dos dijo nada. Se metió las píldoras y las tragó al mismo tiempo con un poco de agua.―Aún es muy temprano, ¿cierto?

―Como las 4 de la mañana, duerme un poco más, cómo a las 8:30 vendrá el cuidador.―Namjoon recogió el vaso de cristal y caminó hacia la puerta mientras bostezaba arrastrando los pies.

Dejó la puerta entreabierta y por ese pequeño espacio Jimin pudo verlo caminar hacia el estudio donde dormía en un colchón inflable y algunas mantas. Él quería entender la justificación de Namjoon cuando le dijo que tenía miedo de lastimarlo durante la noche por si se movía o algo, pero no se sentía como la verdadera razón.

Horas más tarde apareció Kim Seokjin, el cuidador médico que había contratado Namjoon para que le ayudara con la asistencia del menor. Jin, cómo prefería ser llamado, era un guapísimo enfermero privado que, aparte de tener un excelente humor siempre y cocinar de maravilla, también contaba bromas tontas que hacían a Jimin sonreír más que cuando estaba a solas con Namjoon.

En sólo unos días ya se había aprendido la rutina; a las 4 am analgésicos, 8:30 am Jin llegaba y después de desayunar comenzaban con la rehabilitación, luego a las 10 am tocaba la hora del aseo con esponja, enseguida un par de horas en las que Jin y Jimin podían elegir si ver una película u otra actividad que no implicara esfuerzo físico como armar un rompecabezas o leer un libro y a las 2 pm, después de comer, tocaba otra tanda de medicamentos y así hasta las siete que era hora de la cena y el amable Jin se iba a casa, dejando solo a Jimin hasta el día siguiente.

Casi no veía a Namjoon durante el día, pues éste se la pasaba encerrado en su estudio o salía a hacer mandados por varias horas sin decir nunca adónde iba. Jimin tampoco quería preguntar, porque aún hablar con Namjoon se sentía tan extraño que se le hacía mejor dejar el tema pasar, de todos modos, no es como si tuviera mucho interés en lo que hiciera o no Namjoon, y eso lo asustó, ¿cómo se supone que dos personas que se aman puedan ser tan distantes y desinteresadas entre sí?

Esa mañana su desayuno consistía en algo de arroz al vapor y unas tostadas de espárragos con salmón que, por cierto, a Jin le quedaban de maravilla y como bebida una malteada de suplemento proteico con sabor chocolate. Jimin agradeció la comida mientras observaba a Jin lavar y acomodar el sartén y todo lo que había ocupado para cocinar. Namjoon seguía en el estudio en una videollamada con el profesor que cubría sus clases en la universidad, pero Jimin no lo esperó para desayunar, pues de todos modos, Nam solía simplemente tomar café y alguna fruta, nada más.

La noche de las luciérnagas ―NamMin°Minimoni―Where stories live. Discover now